Las limitaciones pueden ser tu inspiración. No te desanimes, en esta nota trucos y consejos para lograr tu jardín o terraza ahí donde pensás que es imposible.
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Desafíos del manual paisajista... Las situaciones extremas como el sol pleno, la sombra total, el desnivel pronunciado, el viento fuerte, el terreno de mala calidad, pueden convertirse en fortalezas para dar vida a un espacio de diseño, listo para ser disfrutado. Con casos reales, ideas y recursos para reconvertir eso que parecía imposible.
Con viento del Este
En la zona de Puerto Madero, una terraza de 400m2 en forma de U y con un piso muy ventoso, fue un desafío para el paisajismo. La premisa fue acercar el follaje a la altura de los ventanales. Se eligieorn stipas (Nassella tenuissima) y agapantos enanos (Agapanthus africanus ‘Nana’). El énfasis se puso en la plantación y en su volumen, dado que esta no es una terraza para recorrer sino para ser vista desde adentro. La vegetación se ve espontánea en su distribución, y se repitieron diseños con un camino central interrumpido por macetas.
Para disimular el solado, y sin valor estético, se utilizaron macetas de vidrio sobre estructuras metálicas que las separan del piso unos 10cm, para moverlas si fuera necesario. Gracias al diseño paisajístico, cuando los agapantos dejan de florecer, empiezan a aparecer las flores de los asters violetas. ¿El resultado? Un estilo campestre en plena ciudad.
Aunque parezca impensado, esta terraza también cuenta con una huerta en macetas. Uno de los hallazgos del paisajismo fue ubicarla en un espacio separado virtualmente por los frutales. La producción va rotando a lo largo del año, y la ventilación debajo de las macetas beneficia el drenaje y evita que el agua se estanque en la terraza.
Con viento de Sur
En este caso, un balcón corrido de 30 metros de largo fue el desafío de los paisajistas. Orientado al Sur y con fuertes vientos especialmente en invierno, se trata de oficinas en que los empleados que se apropian del espacio: llevan gajos de sus casas y los agregan en macetas. El proyecto se centró en conservar especies existentes como el Ficus benjamina, Phoenix roebelenii y Sansevieria trifasciata.
Para que fuera más dinámico, las paisajistas sumaron las Cycas revoluta, Strelitzia nicolai y Buxus Sempervirens, podados en forma de bola, que “cosen” todo el espacio. Como gesto extra, las macetas se pintaron de negro. Los vidrios espejados duplican el balcón y así convierten el verde en envolvente.
En sombra
Ubicado en la planta baja de un edificio en Recoleta, este patio de pulmón de manzana contaba con muy poca luz, y con el efecto agregado de plantas linderas que generaban sombra. Un desafío para las paisajistas que tenían como premisa vegetar el lugar, lograr expansión visual y hacer un aporte urbano. Un hallazgo pre-existente fue el agua: con un sistema de recirculación que además de sumar un sonido agradable vuelve más húmedo al ambiente.
Debido al asolamiento (un espacio luminoso, pero sin sol directo), el diseño paisajístico optó por plantas tropicales de hojas grandes y bulbosas, que se desarrollan bien en estas condiciones. Es el caso de las Phoenix roebelenii en la esquina y la Alocasia odora en tiras sobre los canteros laterales. Se sumaron la Philodendron bipinnatifidum, Raphis excelsa, Agave desmettiana, Salvia guaranitica, Alcocasia rubra y un jazmín de leche que cubre el muro.
A pleno sol y viento
En un piso 22 del barrio porteño de Núñez, esta terraza no tiene edificios que le hagan sombra ni reparo. La premisa de las paisajistas fue sustentabilidad: tanto en plantas como en materiales. Por lo mismo, no se utiliza riego automatizado, ni riego manual: sólo agua de lluvia. En la terraza, fue necesario ocultar maquinas, motores, chimeneas y tirajes. Para ello se utilizó el deck, sectorizando y escondiendo a la vez.
Algunas variedades de cactus y suculentas son ideales para situaciones extremas. De color rojizo, una alineación de Euphorbia tirucalli ‘Sticks on Fire’ aporta su personalidad y renueva el interés, disimulando el muro de contención. Se utilizaron macetas negras roto moldeadas, cuadradas y redondas, pero de diferentes espacios.
Por detrás de las placas de PVC, los paisajistas dispusieron especies que emergen como si fueran esculturas. Nuevos espacios y circulaciones acompañan los recorridos. Contra el vecino, de fondo se colocó una fila de Euphoria tirucalli, verde y alta, para generar más privacidad. El criterio y la lógica, intactos.
En suelo de relleno
Uno de los inconvenientes de muchos barrios cerrados de Tigre es la calidad del suelo. Es el caso de esta casa, construida sobre el suelo de relleno de humedales originales, y sin materia orgánica agregada. Las paisajistas diseñaron canteros que rodean una gran pérgola central de cañas secas se armaron directamente en el suelo, sin modificar. La elección de especies fue de aquellas que sobreviven a estas condiciones.
Uno de los hallazgos del diseño paisajístico es la generación de diversos espacios: canteros, container de chapa, cilindro relleno de plantas acuáticas, pérgola, etc. El jardín, con especies que sobreviven a estas condiciones, es económico de mantener. Flanquean los laterales de la pérgola tres árboles ejemplares de ibirá pitá.
En la parte trasera de la pérgola, los zapallos trepan las estructuras de hierro y conviven con los tacos de reina, achileas, Stipa tenuissima y Eragostis curvula, todos hallazgos del paisajismo que además garantizan bajo mantenimiento. Todo este sector fue logrado gracias al compost, producto del trabajo de la huerta.
En desniveles
Ubicado en Salta, este jardín contaba con un desnivel natural de casi 10 metros, en un lote de 3.500m2. Gracias a un plano bien pensado, las paisajistas lograron espacios de uso, planos, muros de contención, canteros y bancos que acompañan las diferentes terrazas. La primera de estas terrazas, a nivel de la casa, se amplió a 13m de profundidad, y para eso fue necesario construir un muro en forma de U, de 2,30m de altura. Como eje, se plantó un ceibo (Erythrina crista-galli) de rápido crecimiento, que genera un espacio fresco en los días de mayor calor.
Desde la terraza se accede al jardín por dos escaleras, ubicadas a cada lado del muro de contención. La escalera principal tiene escalones de césped que se apoyan en el muro de piedra, en un lado, y por el otro se van fundiendo en una plantación de buxus bola, Stipa tenuissima, rosas ‘Abraham Darby’, Salvia leucantha, Alternanthera porrigens y Dahlia sp. Todos hallazgos paisajísticos para esta situación extrema.
Según las paisajistas, fue fundamental la etapa de relevamiento y replanteo posterior de las curvas de nivel y las distancias. Esto permitió cuantificar con precisión los volúmenes de tierra que debían desplazarse para lograr los espacios de uso del proyecto. Del otro lado de la escalera principal, se encuentra el sector de la pileta, unos tres escalones más abajo.
La pileta cuenta además con unos canteros de piedra con plantaciones de Olea texanum, Buxus sempervirens y Trachelospermum jasminoides. Otra terraza protagonista diseñada por las paisajistas es la de los más chicos, con su tubo de bomberos que llega a la tribuna de una cancha de fútbol. Además de hamacas y un arenero, para aprovechar las pendientes se ubicaron dos toboganes que llegan al mismo lugar que el tubo de bomberos y una tirolesa que cruza la cancha de fútbol.