También es un potente tónico para el dolor de garganta y es especial para preparar jaleas y mermeladas porque contiene un espesante natural.
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Si fuiste a la Patagonia en verano, quizás probaste el casis (Ribes nigrum) en ensaladas de frutas, helados, mermeladas o jaleas.
Es un arbusto muy usado como cerco en las huertas patagónicas porque crece de manera silvestre en la zona y soporta el frío invernal del sur.
El casis (también conocido como grosella negra) nace en racimos formados por pequeñas bayas de piel lisa y oscura. Su sabor es ácido, astringente y fuerte, pero se pone más dulce y sabroso cuando a medida que está más maduro.
Sus propiedades lo convirtieron en un aliado contra las enfermedades cutáneas, inflamatorias y asociadas al envejecimiento. Pero lo más sorprendente de este fruto es que tiene un altísimo contenido de vitamina C, un antioxidante potente que participa en la neutralización de los radicales libres y las funciones del sistema inmune.
El casis tiene tres veces más vitamina C que la naranja
También se lo utiliza en la preparación de jarabes para la garganta y su alto contenido de pectina, un polisacárido de origen natural utilizado como espesante, lo hace ideal para preparar jaleas y mermeladas.
¿Cómo se cultiva?
Las plantas de casis necesitan pleno sol. Se adaptan a casi todos los suelos, pero crecen mejor en los fértiles. Soportan el frío invernal, pero disminuyen la producción con heladas primaverales que dañan la floración.
Enraízan fácilmente y son aptos para multiplicar por estacas, de hecho ese es el método más recomendado para sembrar ya que si se hace por semillas existe riesgo de cruzamientos.
El secreto para que dé frutos
Un tema a tener en cuenta es la poda: se debe eliminar toda la madera de más de cuatro años ya que solo fructifica en madera de la última temporada. Lo ideal es mantener el arbusto con 10 a 15 varas jóvenes y quitar las ramas superpuestas.
El momento perfecto para cosechar el casis es cuando los frutos alcanzan un negro intenso, que ocurre desde fines de la primavera hasta inicios del verano en la Patagonia.
Los frutos se cosechan a mano y se conservan durante pocos días en la heladera. También pueden congelarse.
LA NACION