Los caracoles y babosas comen las plantas y transmiten enfermedades; te enseñamos a evitar los problemas que ocasionan.
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No sólo en verano aparecen los problemas ocasionados por los ataques de babosas y caracoles. Todavía en esta época del año es importante evitarlos.
Aunque algunos moluscos terrestres son criados con fines comerciales, en los jardines y entre las plantas su presencia puede ocasionar estragos.
Con la capacidad de comer hasta la mitad de su peso en una noche, las babosas terrestres son moluscos que carecen de caparazón o concha, aunque hay especies con pequeñas conchas internas, en contraste con los caracoles, que tienen un caparazón o concha prominente. En la jardinería son todos una plaga voraz por su aparato bucal masticador y transmisor de enfermedades en plantas.
Los adultos necesitan de ambientes húmedos para su crecimiento y desarrollo y son de hábitos generalmente nocturnos. Cuando hay sequía se entierran en el suelo, donde permanecen inactivos. En épocas frías, los caracoles se quedan aletargados y permanecen en el interior del caparazón sellando su abertura. Es en el verano cuando su voracidad y las altas poblaciones causan daños importantes, y también en épocas lluviosas.
La especie de caracol que predomina en nuestros jardines es Helix aspersa, conocida precisamente como “caracol de jardín”, considerada una especie nativa de la región del Mediterráneo y ha sido introducida probablemente con alimentos contaminados con huevos que ingresaron inmigrantes europeos en el siglo pasado. En la Argentina se dispersó rápidamente por todo el país y actualmente es catalogada como una especie «invasora», puesto que presenta una buena adaptación a diversas condiciones agroecológicas.
Tanto babosas como caracoles, si no hay sequía, suelen emerger de debajo de la tierra o las piedras a inicios de octubre y ocasionan daños hasta mayo. Las mayores infestaciones ocurren en los meses de diciembre, enero y febrero. Durante el día se alojan en troncos, bajo las ramas, es muy común verlos en los restos de hojas de palmeras que quedan incrustadas en su estípite, debajo de piedras, huecos de paredes, etc.
El daño en las plantas consta de perforaciones irregulares en los bordes y centro de las hojas; atacan primero las hojas, yemas y brotes tiernos. Este daño es parecido al que causan algunas larvas de insectos; sin embargo, se diferencia por el rastro que va dejando el mucus característico.
Formas de control
Control químico: Para el control de moluscos plaga se recomienda un producto químico cuyo principio activo es el metaldehído. Es un molusquicida que actúa por ingestión o por simple contacto de la mucosa con el cebo, inmovilizando y ocasionando la muerte al molusco. La jardinería agroecológica requiere de nuevas alternativas de control que permitan reducir o eliminar su aplicación, para ello existen herramientas de control biológico y cultural.
- Control biológico: Estimular la permanencia en nuestro jardín de depredadores de caracoles, que incluyen los sapos y las ranas, las tortugas, también la mayoría de las aves.
- Control con plantas repelentes: Incorporar plantas como el romero, la lavanda, la mostaza, la salvia, la capuchina, la begonia o incluso los geranios. Sería buena idea plantarlas cerca de plantas más susceptibles de ser atacadas.
- Control con refugios trampa: Poner tejas, piedras u otros objetos similares donde puedan refugiarse durante el día y esto nos facilitará localizarlos y eliminarlos manualmente.
- Control con barreras que impidan su avance: Rodear la base de las plantas con hilo o alambre de cobre en el verano. Espolvorear ceniza, cáscara de huevo o borra de café impide un normal desplazamiento tanto de caracoles como de babosas.
- Control con preparados con plantas: Extracto vegetal de paraíso (Melia azedarach): se toman los frutos y las semillas de la planta, se maceran y se vierten en etanol a razón de 40 gramos de maceración por litro de alcohol; se deja reposar 4 días y luego de colar la solución se agrega cerveza (un 10% del volumen de solución de paraíso obtenida). Se agrega a un bol con harina (1 kg de harina por litro de solución) y se revuelve hasta obtener una masa homogénea. Luego se hacen “bolitas” de masa de uno o dos cm de diámetro, las cuales se colocan en lugares húmedos y oscuros del jardín. Actúan como cebos tóxicos.
- Control con cerveza: La cerveza fermentada permite minimizar los daños que provocan las babosas y los caracoles. El aroma de la malta fermentada los atrae y eso permite capturarlos. Se hacen trampas sencillas, con una latita de paté o de atún, que se entierran. El recipiente se llena de cerveza hasta el tope y las babosas van a caer ahí.
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