Desde su llegada a Occidente, se convirtieron en protagonistas de jardines botánicos y parques, y fueron fuente de inspiración para poetas, narradores y pintores.
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De belleza aristocrática y gran pureza, las camelias se destacan en la estación más fría del año. Si bien existen alrededor de 300 especies registradas hasta hoy, siguen siendo tres las más populares por su valor ornamental. Son originarias de Oriente, más precisamente de China, Japón y los países del sudeste asiático. Occidente no tenía conocimiento acerca de ellas, excepto en la forma de hojas de té, hasta que las primeras especies disecadas de Camellia japonica fueron recibidas por el botánico londinense James Petiver, enviadas desde el puerto de Amoy (hoy Xiamen), China, a finales del siglo XVII.
Petiver publicó una descripción de la flor en 1702, con el nombre de Thea chinensis. Es el gran botánico sueco Carl von Linné quien establece el nombre de Camellia en su Systema Naturae en 1735, y la confirma en nomenclatura binominal (géneroespecie) como Camellia japonica.
Fueron definitivamente introducidas en Europa desde China a finales del siglo XVIII y, para mediados del siglo XIX, ya habían llegado a Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos. No tenemos registros claros acerca de los primeros cultivares en nuestro país, pero conociendo algunos grandes ejemplares, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, podemos sospechar que para fines del siglo XIX las camelias ya habían llegado al Río de la Plata y comenzaban a formar parte de algunos parques. Pero fue recién en el siglo XX –con la llegada de viveristas (sobre todo de las comunidades japonesa e italiana, que ya la conocían bien) y la formación de los polos de floricultores– que se popularizaron.
Desde su llegada a Occidente sorprendieron por su forma, simetría y diversidad de colores. Inmediatamente se identificaron con los ideales de belleza floral victoriana, se las comparó con las rosas por su carácter aristocrático y obtuvieron el título de “reinas del invierno”. Una de las características que sorprendió a botánicos y naturalistas fue la pureza y antigüedad de su linaje (casi todos los cultivares del siglo XIX provienen de una especie, Camellia japonica) en comparación con las rosas que, para ese entonces, ya contaban con gran cantidad de híbridos.
Luego de la Primera Guerra Mundial, muchos cultivadores de camelias que 30 años antes habían llevado a Europa cientos de cultivares, perdieron sus producciones. Esas plantas fueron cultivadas luego por coleccionistas y aficionados. Casi sin identificación de especies fueron traídas a nuestro país. Hoy, luego de años de cultivo, hemos podido clasificarlas y es un trabajo que todavía se sigue realizando con mucho entusiasmo.
Las camelias y sus características principales
Son originarias de zonas boscosas, tropicales y subtropicales, donde crecen a la sombra de árboles perennes de zonas montañosas. Ocasionalmente algunas especies se encuentran en zonas elevadas del “rain forest” (bosque lluvioso) del sudeste asiático, donde crecen en condiciones de elevada humedad; nunca en zonas ventosas o en áreas de árboles de hojas caducas con temporada seca.
La mayor cantidad de especies se encuentra en las zonas más salvajes de China central y, un pequeño número, en las islas de Hainan y Taiwán, en la península de Indochina, Myanmar (Birmania), Tailandia, Vietnam y Laos, como así también en Japón y Corea del Sur.
Estas especies no tienen la espectacularidad de C. japonica ni de C. reticulata. Son pequeñas (1 cm de diámetro) y generalmente blancas. Otras tienen perfumes a partir de los cuales los productores buscan la fragancia perfecta en los nuevos híbridos, debido a las posibles compatibilidades interespecíficas.
Algunas camelias que se encontraron en ambientes naturales y se consideraron especies resultaron ser hibridaciones naturales interespecíficas, de manera que a partir de la floración se pudieron realizar estudios intensivos, incluso conteos cromosómicos de estos híbridos naturales para futuros cruzamientos.
Existen alrededor de 300 especies de camelias registradas hasta hoy. Todas son árboles o arbustos de crecimiento lento. Tienen, en general, características en común: 5 o más sépalos; 5 a 9 pétalos generalmente fundidos en una sola unidad y también unidos a los estambres de manera que la flor completa cae en una sola pieza, dejando los ovarios y el pistilo en la planta. Los frutos son leñosos, se abren en 3 o 5 secciones que contienen grandes semillas y las hojas carpelares permanecen en la planta una vez abierto el fruto. La cubierta de la semilla es gruesa, leñosa y dura, y por lo tanto se recomienda escarificarlas antes de sembrar.
Cómo cultivar camelias
- Ubicar en sombra o media sombra, preferentemente con sol de mañana.
- Plantar al reparo de fuertes vientos.
- Necesita suelos sueltos, bien drenados y ácidos.
- Se recomienda realizar un raleo de pimpollos antes de la floración para evitar una carga excesiva, ya que afecta la apertura total de las flores.
- Fertilizar con NPK 15-15-15 a mediados de primavera, una vez finalizada la floración.
- Para cultivos en maceta, proveer excelente drenaje, sustrato con compost, ubicación en algún lugar con buena luz (pero nunca sol directo).
Las especies más populares de camelias
Camellia sasanqua
De floración temprana (marzo-abril), inauguran la temporada de camelias. Pueden identificarse fácilmente y diferenciarse del resto de las camelias por su follaje, una de las características más notables de esta especie. Sus hojas son pequeñas y levemente aserradas en los bordes. Las ramas se orientan en un plano, de modo que son arbustos muy útiles para ser utilizados en cercos, combinados con otras especies. Funcionan muy bien como apoyantes, decorando alguna pared de un patio o galería. Si bien las camelias son plantas de sombra o media sombra, las sasanquas tienen mayor tolerancia al sol que las japónicas y esto les da cierta versatilidad a la hora de incorporarlas en algún diseño.
En correspondencia con su follaje, sus flores son más pequeñas que las de otras especies, tienen estructura simple y son levemente perfumadas. Esto las convierte en sutiles exclusividades en los jardines cuando asoma el otoño.
Camellia japonica
De floración media (abril a septiembre), son las más “clásicas” y se distinguen por ser el tipo sobre el cual Linné determinó este género. Sintetizan todas las virtudes que buscan los amantes de las camelias. El término “japónica” es solo un accidente de la historia: si bien son originarias de Japón, se encuentran también distribuidas en China, Corea, Taiwán e islas cercanas. Tienen hábitos de crecimiento sombrío (preferentemente sol de la mañana) y es importante protegerlas del sol directo, así como también de vientos fuertes. Son arbustos fuertes, de crecimiento lento, que con los años llegan a desarrollar una altura de entre 4 y 5 metros. La velocidad de crecimiento siempre está condicionada por el lugar donde estén implantadas. Sus hojas son alternas; el follaje es intenso, lustroso y abundante. Lo que realmente las distingue es la variedad de sus flores en formas y colores. Hay de flores simples, semidobles o dobles, de diferentes tamaños y colores, que van desde el blanco puro, variando en intensidad de rosados, hasta rojos intensos o variegados. La temporada de floración es bastante amplia: las tempranas, en los meses de otoño; el pico máximo de floración, en pleno invierno; y las tardías acompañan hasta la primavera. Resulta interesante trabajar las japónicas en agrupamientos para resaltar alguna característica cromática en particular o bien aprovechar la floración escalonada a lo largo del invierno.
Camellia reticulata
De floración tardía (julio a octubre)
De estas tres especies, es la última que se conoció en Occidente. El botánico John Lindley decidió denominarla “reticulata” por la vistosa red de nervaduras sobre sus pétalos, que le da un carácter muy particular. En la década de 1930, a partir de excursiones en busca de nuevos cultivares, se determinó que las reticulatas se concentran principalmente en la provincia de Yunnan, al sur de China, y que fue una planta cultivada tradicionalmente en templos, donde se las conservó y se las aprendió a propagar.
Generalmente tienen follaje opaco y flores dobles, más grandes que las anteriores, de colores que van desde el rosa pálido al rojo intenso (no se conocen flores blancas). Florecen a finales del invierno o principio de primavera, es decir, comienzan a verse cuando las últimas japónicas están terminando su temporada. La estructura de la planta es más desarmada que las anteriores; las ramas aisladas le dan una forma abierta al follaje, motivo por el cual se las disfruta como elemento central en algún diseño con aires orientales.
Agradecemos a Estancia La Rica por su colaboración para la realización de esta nota. IG: estancias_la_rica . Hernán Marquez, el autor de esta nota, y Dolores Barbosa, llevan adelante talleres en el cultivo del delta Isla de las Camelias; podés encontrar información en: @isladelascamelias