Presentamos los conceptos básicos para entender de qué se trata, cuáles son las ocho respuestas frente a los desafíos que representa y la urgencia por evitar sus consecuencias más devastadoras.
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El consenso científico es claro: el cambio climático ya afecta a todos los continentes y océanos. El uso creciente de petróleo y carbón, la deforestación y la ganadería intensiva –entre otras actividades humanas– aumentaron la temperatura promedio del planeta casi un grado en los últimos dos siglos.
Esa suba de la temperatura está relacionada con el aumento exponencial de la concentración en la atmósfera terrestre de los llamados gases de efecto invernadero (GEI), como el dióxido de carbono y el metano, entre muchos otros.
La variación de la temperatura media de la superficie de la Tierra está produciendo fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor o frío, sequías más pronunciadas y períodos de lluvias más intensas y recurrentes, así como el retroceso y desaparición de glaciares y aumento del nivel del mar.
Si no se toman medidas urgentes y ambiciosas para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5 grados a 2050, se prevé que las consecuencias del cambio climático alcanzarán dimensiones catastróficas antes de que se termine el siglo XXI.
Quedan menos de 30 años para que los países alcancen el objetivo de “cero emisiones netas”, que implica reducir drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero hasta equilibrar lo que se emite con lo que la naturaleza y los océanos pueden absorber.
Lograr eso requiere descarbonizar la industria, los sistemas energéticos y el transporte, y transformar los modos de producir y consumir: de energías fósiles a energías renovables, electrificar el transporte público, abrazar la eficiencia energética y modificar nuestra alimentación. Y mucho más.
Una métrica útil para entender el desafío de la descarbonización es el de la “huella de carbono”, que calcula los GEI generados por una persona, empresa, producto o población. Mientras que la huella de carbono de la Argentina es de 4 toneladas de CO2 per cápita al año, en los Estados Unidos es de 14 toneladas.
8 respuestas frente al desafío
- Economía circular: conforma un paradigma que propone residuos recuperables, para que se conviertan en insumos o recursos del sistema productivo. Así, se reduce el descarte, se extraen menos materias primas del planeta, se reduce el impacto ambiental y se generan nuevos negocios.
- Triple impacto: es una concepción actualizada de la responsabilidad social empresarial, que supone conjugar tres dimensiones: la económica (rentabilidad), la ambiental (sustentabilidad) y la social (inclusión y equidad). Las empresas de triple impacto pueden acceder a la certificación de “Empresas B”.
- Bonos de carbono: constituyen un mecanismo financiero para que empresas o países puedan vender sus reducciones de emisiones de GEI a terceros, que a su vez pueden computar esa disminución como propia. Son un incentivo económico para descarbonizar y una forma de compensar la huella de carbono del comprador.
- Etiquetado CO2: así como se promueve el etiquetado en los alimentos (para saber cuáles son sus ingredientes y valor nutricional), el etiquetado CO2 en los productos comercializados permite conocer su huella de carbono y la trazabilidad del ciclo productivo, para orientar el consumo hacia productos más sostenibles.
- Agroecología: forma de la producción agrícola que promueve la conservación de los recursos naturales (como el agua, la nutrición de los suelos y la biodiversidad) con un menor uso de pesticidas y otros elementos externos. Puede reducir la vulnerabilidad de los cultivos frente al cambio climático.
- Bioconstrucción: práctica arquitectónica que busca la integración de la edificación en el entorno, con un impacto mínimo en el ecosistema y una lógica de sustentabilidad en su funcionamiento. Los materiales deben ser naturales, de fuentes renovables y con baja emisión de dióxido de carbono.
- Ciudades de 15 minutos: es una concepción urbana que busca que, en 15 minutos, a pie o en bicicleta desde sus casas, los habitantes de la ciudad puedan satisfacer sus necesidades y acceder a los servicios esenciales. Se reduce la huella de carbono del transporte, entre otros beneficios ambientales.
- Kilómetro cero: propone reducir la distancia entre el productor y el consumidor mediante la compra de productos locales y de estación, y así disminuir la huella de carbono del transporte de mercancías y el impacto ambiental, social y económico de la producción de alimentos y otros bienes en lugares distantes.
Afortunadamente, no son las únicas propuestas para enfrentarla crisis climática en la vida cotidiana. Hay otras acciones que pueden realizarse si de descarbonizar se trata
Otras propuestas:
- Comprar aparatos electrónicos con mayor eficiencia energética.
- Apagar dispositivos que no están en uso.
- Evitar los plásticos de un solo uso.
- Elegir medios de transporte con menor huella de carbono.
- Reducir el consumo de productos de la ganadería industrial.