Cultivar un bonsái establece una conexión directa con la naturaleza y nos puede enseñar muchas cosas. Las tareas de mantener un árbol, podarlo, regarlo y controlarlo hacen que la mente se relaje y se transporte a otro lugar, lo que puede ayudar a mitigar el estrés.
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Para comenzar, existen varios métodos para hacer un bonsái.
Están los más tradicionales, como los yamadoris (árboles de montaña que se recolectan en bosques) que fueron quizá los primeros bonsáis. Se crearon con métodos más lentos y técnicos, a partir de semillas, esquejes o acodos, y exigen un mayor conocimiento.
También están los métodos contemporáneos, fáciles y rápidos, como hacer un bonsái a partir de una planta de vivero.
Otra opción es de semilla, que en japonés se denomina misho. La formación de un bonsái a partir de una semilla puede ser muy gratificante y permite un absoluto control desde la etapa más temprana. Sin embargo, pasa mucho tiempo -al menos cinco años- antes de tener un árbol con el que se pueda empezar a trabajar.
Se pueden obtener a partir de gajos, en japonés llamado sashiki. El empleo de esquejes es una técnica muy popular para reproducir árboles, ya que permite obtener nuevos de manera rápida y económica. Se denominan “esquejes” a las ramitas o estacas que han sido introducidas en la tierra para tratar de conseguir raíces en la base.
También puede realizarse por acodo, que es una técnica de multiplicación en la que un tallo o rama desarrolla raíces sin tener que ser separado de la planta madre.
Una vez que la rama ha echado raíces, se corta por debajo de ese punto, se planta y se obtiene una nueva planta independiente e idéntica a la madre (un clon). El acodo aéreo se basa en la capacidad que tienen muchas plantas de emitir raíces desde cualquier rama o tallo si se dan las condiciones adecuadas.
A partir de semillas, gajos o acodos podemos lograr una planta para empezar nuestra colección
Transformación a partir de una planta de vivero
Este método acorta el tiempo de creación de un bonsái, ya que comenzamos con un árbol relativamente grande.
Es muy importante saber elegir bien el árbol en el vivero para poder obtener un buen ejemplar con el cual empezar.
Saber buscar dentro de los viveros es clave, ya que los buenos ejemplares suelen estar en las partes más retiradas, en los sectores escondidos, menos visitados y menos cuidados. Allí es donde los árboles crecen de manera descontrolada y son más viejos, por lo cual sus troncos son más gruesos y tienen bellas formas retorcidas.
Cuando compramos nuestra planta debemos tener en cuenta que la medida del ancho de la base del tronco multiplicada por 6 nos dé una proporción correcta.
Por ejemplo, si la base del tronco mide 4 cm la altura que tendrá a futuro el bonsái estaría alrededor de los 24 cm. La planta de vivero de 4 cm de tronco seguramente supere los 70 a 80 cm de altura, aproximadamente.
LA NACION