Un grupo de vecinos de un barrio en General Pacheco (Tigre) asumió el compromiso de recrear un ecosistema natural y el resultado fue sorprendente.
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En octubre de 2022, un grupo de vecinos del Barrio Santa Bárbara, en General Pacheco (Tigre) plantó un espacio verde con 90% de especies nativas de la provincia de Buenos Aires buscando “recrear” el ecosistema natural, incluyendo interacciones entre todos sus componentes, especialmente con las mariposas.
Para elegir las especies se corroboró su distribución en el Instituto Darwinion. Así, se planificó un jardín de herbáceas, cubresuelos, enredaderas y arbustos, en un lugar comunitario cedido por la administración del barrio, en el que había palmeras pindó y Tipuana tipu.
El financiamiento y la puesta en marcha se realizó a través de donaciones y el mantenimiento, con vecinos voluntarios. Se buscó restringir el riego para que solamente sobrevivieran las plantas nuevas en un verano tórrido y seco. No se usaron agroquímicos como protección contra orugas y otras especies para favorecer el desarrollo de las mariposas.
Casi todos los voluntarios desconocían las plantas nativas y su relación con las mariposas.
Estudiaron durante un año con bibliografía, visitaron reservas para verlas en tamaños definitivos y se desafiaron a cambiar el paradigma de malezas por “buenezas”. Tuvieron el consejo de Ezequiel Núñez Bustos, a cargo de la sección Mariposas en el Museo Nacional de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia en CABA y del grupo Club de Observadores de Mariposas de Argentina (COM).
El diseño fue cocreado por voluntarias que llegaron al proyecto a partir de una invitación enviada por la administración del barrio y los grupos informales de chats.
El objetivo fue crear un espacio con “misión”, aunque también muy bello para inspirar a cualquier visitante a conocer las opciones ornamentales de las especies nativas y volverlas un activo “aspiracional”, descubriendo su comportamiento dentro de un jardín urbano.
Un proyecto pionero
Fue un largo proceso de negociación. La convicción sobre la importancia de concretarlo en un barrio pionero y referente para otros los fortaleció para seguir soñando con este espacio.
Se proyectaron tres diseños y la ubicación de todos los arbustos de un solo lado del espacio a utilizar, el “Cantero de los arbustos”, para evitar de este modo tapar las vistas de los vecinos cercanos a la laguna.
Las plantas seleccionadas (más de 50 especies) se dividen entre aquellas que son hospederas de orugas y las que son nectaríferas para mariposas adultas. Si bien el nombre del proyecto es “Jardín de Mariposas”, en realidad es todo un ecosistema, ya que también acoge aves e insectos que se alimentan de orugas, otros insectos, frutos o semillas.
Se incluyeron especies para dar estructura y acompañar el ambiente.
El jardín se encuentra cercado a pocos metros de una laguna artificial. Se ha logrado unificar la vegetación natural de sus alrededores sin intervención de mantenimiento, generando un rough nativo para acompañar la costa.
Se han visto aparecer especies que habían comprado y estaban a 2 metros de distancia del cerco, escondidas bajo el césped mantenido por el barrio hasta ese momento de “no intervención”.
Refugio de vida silvestre
También se experimentó con plantas costeras y palustres que cumplen la doble función de fitorremediación y refugio de vida silvestre.
Hay un estanque en el interior del jardín para que los vecinos puedan conocer e incluir esas especies en sus muelles en reemplazo del exótico invasor lirio amarillo.
Costó tomar la decisión, pero finalmente no se incluyó en el proyecto a la Lantana camara, famoso imán de mariposas. Aunque la especie está descripta para Buenos Aires, fue referida como invasora en el último libro de Gabriel Burgueño y también por dichos de naturalistas referentes en reservas urbanas.
A seis meses de la plantación, se han podido registrar más de 20 especies diferentes de mariposas y cuatro especies de orugas a simple vista.
El sueño del corredor ecológico
¿Alentar e inspirar a que otros barrios, clubes, escuelas y espacios públicos se unan a un biocorredor ecológico que permita disfrutar de estas plantas y de una variada fauna silvestre. Así se mitigaría el impacto de la urbanización en la pérdida de biodiversidad, a la vez que se fomenta la interacción entre los vecinos voluntarios, las visitas guiadas y actividades educativas para los más chiquitos.
A través de su cuenta de Instagram @jardindemariposasSB buscan inspirar más allá del paseo, con un objetivo común y constructivo de educación ambiental. En octubre de 2023, el jardín resultó ganador del 1° premio Categoría Aficionados del 3° Concurso de Plantas Nativas organizado por la Red Grupo de Jardines Nativos.
Un equipo a prueba de todo
El equipo de trabajo está formado por Adriana Melero, Ana Montes de Oca, Ana O’Reilly, Andrea Stefano, Carla Labarthé, Clara Cardoner, Daniel Poodts, Delfina Enrich, Dolores Dotras, Dolores Durrieu, Elizabeth Tauszig, Ethel Vaquer, Florencia Coelho, Francisca Enrich, Josefina MacDona, Karina Mirás, Kuka Carné, Laura Faulin, Liane Mayer, María Eugenia Gallegos, Marina Beláustegui, Marina Reymundo Roberts, Martita Stengel, Momi Peralta, Regina Petazzi, Sofía Dávila, Valeria Lima, Ximena Puig, Fabiana Wiñazki, Lucas Enrich, Manuela Alviarez Villamediana, Mara Pitará, Santiago Poodts, Sofía Fernández Bell Fano, Sofía Poodts, Victoria Carreras y Luján Mille, con el soporte de Alex Tufaro, Julieta Mollo, Marcela Colombo.
Más de 150 familias apoyaron financieramente con sus donaciones a través de distintas plataformas, o se suman espontáneamente cuando están trabajando en el jardín o ante convocatorias abiertas en el barrio, como fue la plantación o un “desyuyatón” de mantenimiento.
LA NACION