Con una multiplicidad de portes y siluetas en sus numerosas especies, los hay de forma arbórea, arbustiva, herbácea o rastrera. Te contamos cómo se cultivan
- 7 minutos de lectura'
Aloe es un género de plantas suculentas, en su mayoría nativas del sur de África. Con más de 300 especies descriptas, son componentes típicos del paisaje xerófito, de pastizales y sabanas, en una gran variedad de formas y tamaños, con rosetas de hojas grandes y carnosas en forma de espada, que crecen sobre un tallo corto, hasta formas arbustivas de gran porte.
Cómo se cultivan
Su adaptación natural a climas duros y, a menudo, áridos, hace que los ejemplares sean excelentes para el jardín de bajo mantenimiento; pueden tolerar largos períodos de sequía.
Requieren suelos con buen drenaje y no resisten el encharcamiento. A pleno sol, se multiplican fácilmente de manera agámica, aunque sus semillas están diseñadas para la dispersión del viento.
Los aloes son fáciles de propagar a partir de semillas, que deben cosecharse tan pronto como las cápsulas estén secas y comiencen a partirse. No se requiere un período de reposo y la germinación generalmente comienza dentro de una semana de la siembra.
La gran mayoría de los aloes florecen en invierno. Lo hacen con flores tubulares, típicamente de colores brillantes y mayormente en variados tonos de rojo, naranja o amarillo, aunque también hay algunas especies con flores verdes, rosadas o blancas.
Su poder curativo
Si bien son plantas reconocidas tipológicamente como suculentas, también lo son –y mucho– por sus propiedades medicinales.
Los aloes tienen una larga historia de usos medicinales, cosméticos y culturales.
El gel extraído de sus hojas contiene diversos elementos (aloína principalmente) que actúan como favorecedores de la cicatrización.
Algunos aloes forman parte de supersticiones culturales, por ejemplo, en sus áreas de origen se plantan en tumbas para asegurar la vida eterna.
En las zonas rurales, los aloes se utilizan a menudo como límites para recintos de animales o como setos naturales y cercas fronterizas. Incluso se han empleado en cortes de caminos para estabilizar el suelo y prevenir la erosión.
Las flores están llenas de néctar y resultan una bienvenida fuente de alimento en esa estación. Son visitadas regularmente por aves (especialmente colibríes) e insectos.
8 especies de Aloe
Aloe arborescens
Es un gran protagonista de los jardines en invierno, con sus altas espigas de silueta cónica y flores naranjas oscuras casi rojas, que sobresalen por encima de sus hojas. Las flores permanecen erectas al principio, luego se inclinan hacia el suelo; producen un néctar que atrae a pájaros, abejas y mariposas.
En jardines, conviene alejarlo por lo menos un metro de los muros para que pueda lucir su arquitectura. Tolera suelos salinos. En sus áreas de distribución natural se usa como cerco para el ganado. Es uno de los aloes más cultivados en el mundo.
Aloe ciliaris
(ahora Aloiampelos ciliaris)
Es una planta decumbente con el tallo sarmentoso, largo y muy flexible, que puede alcanzar los 10 metros de longitud. Suele presentarse también como trepadora.
Se desarrolla bien en semisombra, aunque soporta luz solar directa. Resiste heladas débiles, hasta -3º C. Crece bien en suelos ligeros bien drenados.
Tiene un sistema radical poco profundo: solo utiliza la capa superior de suelo; las hojas a menudo recurvadas ayudan a anclar la planta. Es muy resistente a la sequía.
De muy rápido crecimiento, puede usarse como tapizante a pleno sol.
Aloe marlothii
Es una especie de un solo tallo, generalmente de 2 a 4 m de altura (ocasionalmente hasta 6 m).
El color de las flores es rojo anaranjado a amarillo, durante la primavera; son ricas en néctar y proporcionan una importante fuente de energía para las aves e insectos.
Se adapta bien a los períodos de sequía, gracias a las reservas de agua de las hojas y del tallo; no regar en exceso en suelos arcillosos o pesados. A pleno sol, las rocallas son ideales para capturar además el calor adicional. Las heladas pueden dañarlo.
Aloe polyphylla
La característica llamativa de este aloe es la perfecta espiral en la que se disponen las hojas, que son carnosas, con espinas marginales de color blanco a verde pálido y una sola espina marrón en la punta de cada una.
Cada planta tiene aproximadamente 150 hojas; no tienen tallo y, en general, no forman brotes laterales, por lo cual la multiplicación es a partir de semillas.
Las flores tubulares nacen en una espiga ramificada, de color variable, desde el rojo apagado hasta el rosa salmón. Suele florecer en primavera y principios de verano.
Se ha convertido en un preciado objeto de colección; debido a esto y a los requerimientos específicos de su hábitat (crece en pastizales de gran altitud, entre 2000 y 2500 metros, en las grietas de la roca basáltica en pendientes muy empinadas con rocas sueltas, lo que ayuda a mantener las plantas muy bien drenadas), el número en la naturaleza ha disminuido y en la actualidad está catalogado en peligro de extinción.
Aloe ferox
Puede alcanzar entre 2 y 3 metros de altura. Las hojas están dispuestas en roseta; las viejas permanecen después de que se han secado, formando una “enagua” en el tallo.
Son de color verde apagado, a veces ligeramente azulado, con espinas a lo largo del borde de la hoja, de color rojizo; también pueden estar presentes en las superficies superior e inferior de las hojas.
Florece entre mayo y agosto, pero puede retrasarse hasta septiembre. Su floración atrae a muchas aves e insectos. Rústica, adaptada a diferentes situaciones en el jardín, siempre en suelos bien drenados.
Aloe maculata
(Antes Aloe saponaria)
Es una planta de jardín para todas las estaciones. Siempre hay algo de interés, ya sea por su porte, su arquitectura o su floración.
Las hojas agrupadas en rosetas basales son carnosas, largas, anchas en su base y lanceoladas, de color verde azulado, con puntas rojizas, moteadas con puntos blancos y con los márgenes dentados.
La inflorescencia en racimos, generalmente de forma más esférica que otros aloes, tiene flores tubulares de color naranja rojizo a amarillento, y se encuentran al final de un tallo erecto que surge de la roseta; Se usaba para elaborar jabón, de allí su nombre anterior.
Aloe vera
(sin. Aloe barbadensis)
Es una planta de tallo corto, con hojas en roseta, gruesas, lanceoladas, de color verde grisáceo, con márgenes de dientes pequeños y blanquecinos.
En verano produce una inflorescencia en espiga con pequeñas flores de color amarillo, en varas de hasta 1 m de altura.
Originaria del norte de África, es una especie de uso ancestral en las culturas del Nilo; en el Antiguo Egipto aparecen los primeros registros sobre su uso en un papiro de 1500 años antes de Cristo, donde se observa en representaciones en sepulcros y monumentos funerarios de los faraones.
Hesperaloe parviflora
Cercana a los aloes, es generalmente conocida como yuca roja, yuca de coral o samandoque. Es originaria del desierto de Chihuahua, entre México y Texas, donde se la encuentra creciendo en áreas desérticas, praderas o laderas rocosas. Pertenece a la familia Asparagáceas.
Las hojas son estrechas, arqueadas, parecidas a una espada, de color verde oliva a azulado y crecen desde una roseta central. Aunque son persistentes, a menudo adquieren tintes color púrpura o bronce rojizo en invierno en climas fríos.
Es una planta ideal para planteos de xerojardinería, muy útil en zonas áridas y de calores extremos; apta para rocallas, gravas y suelos pedregosos y pobres. Es una buena alternativa a las plantas de agave o yuca en este tipo de jardines por su ausencia de espinas.
Excelente además para jardines de aves y especialmente colibríes.
Requiere buen drenaje del sustrato. Una vez establecida no necesita ningún tipo de aporte de agua, aunque algún riego estival incentiva la producción de flores. Se pueden eliminar las ramas floríferas una vez finalizada la floración en otoño. Evitar los riegos invernales; no tolera el exceso de humedad en épocas frescas. Es una planta tóxica por ingestión. Muy interesante por su abundante floración estival y por el aspecto ornamental y escultural del follaje, tanto en invierno como en los períodos vegetativos.