El diseño, acompañado por la correcta elección de las plantas, hará de tu espacio exterior la prolongación perfecta del interior.
- 3 minutos de lectura'
A simple vista, puede parecer más sencillo diseñar un balcón o una terraza que un jardín. Sin embargo, existe una serie de factores, además de los relacionados con el diseño, que debemos tomar en cuenta si deseamos tener éxito.
La orientación, los vientos, el peso permitido y el agua disponible son algunos temas que no se pueden dejar de lado a la hora de diseñar un espacio aéreo.
En estos espacios más pequeños el objetivo es tratar de lograr un ambiente ligado con el interior de la vivienda y que pueda aportar una cuota de vida natural.
La elección de los materiales, las macetas, los pisos y las paredes resulta fundamental y en muchos casos representa más del 50% del proyecto. Los materiales que se eligen para el diseño del balcón o terraza deben estar en íntima comunión con el estilo de la casa y, por supuesto, con el tipo de plantas que vamos a colocar.
Al elegir el color de las paredes y los pisos del balcón o terraza, debemos recordar que los tonos claros dan sensación de luminosidad, mientras que con los oscuros sucede lo contrario.
Consejos de especialistas
• Elegir recipientes lo más grandes posible. Las macetas o contenedores pequeños se secan y recalientan fácilmente impidiendo el buen desarrollo de las plantas. Además exigen un riego más frecuente.
• Mantener un estilo o tipo de macetas para lograr unidad en el diseño en el balcón o terraza (por ejemplo, todas de terracota o de fibrocemento).
• Crear divisiones si el espacio lo permite. Estas sectorizaciones no sólo aportarán una sensación de mayor tamaño, sino que volverán más dinámico el espacio. Las sectorizaciones pueden hacerse en altura (con macetas y plantas grandes) o por medio de cambios en los materiales del piso.
• Al pensar en los colores del balcón o terraza, conviene tener en cuenta los del interior de la vivienda y la luminosidad de ese espacio.
• Tratar de generar un pequeño microclima colocando plantas resistentes -que frenen vientos o condiciones adversas- y algunas más delicadas que aporten un toque especial.
• Utilizar sustratos livianos y porosos, como compost, resaca y humus de lombriz. En lo posible, no usar tierra negra ya que con el tiempo tiende a compactarse y las raíces quedan comprimidas.
• Aplicar fertilizantes líquidos o aperdigonados con frecuencia. Los nutrientes suelen lavarse más rápido que en las especies plantadas directamente en el suelo.
• Realizar riegos profundos y frecuentes, sobre todo en la primavera y el verano.
• Plantar arbustos perennes con follajes prolijos como fondo. También, florales o bulbos de estación en macetas más pequeñas para dar color.
• Si se quiere plantar enredaderas, recordar que su crecimiento estará limitado por el tamaño de la maceta. Nunca crecerán como cuando se plantan en el suelo.
LA NACION