Después de estudiar Sistemas, se dio cuenta de que lo suyo era la comunicación. Pasó por la televisión y con Instagram descubrió que ella era su propio producto: “Creo que me siguen porque me ven genuina y espontánea”
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Sucede casi de inmediato. María Freytes (48) abre la puerta de su casa y sólo se necesitan unos pocos minutos para que uno se sienta muy a gusto. La calidez y la amabilidad relajada de nuestra anfitriona se complementa a la perfección con los sillones comodísimos del living, los colores que distan mucho de la estridencia y la decoración que revela su amor por las plantas y los animales. Entonces todo se da fácil: las fotos, la charla, la conexión… No hay ruidos molestos (externos, ni internos) que interfieran, sólo el canto del algún pájaro que se cuela desde el jardín.
–¿Cómo te definirías?
–Una mujer en busca de sentido. Desde chica me gusta desmenuzar el sentido y el origen de las cosas para ir en busca de la esencia. Pero en esa búsqueda me disperso, no siempre de manera creativa. [Se ríe].
–¿Cómo surgen los temas de “Filosofanding”, la sección que tenés en tu Instagram?
–Tiene que ser algo que me esté pasando o que me interese investigar. Por ejemplo, si me dijeras hablá de los celos o de la ansiedad, te diría que no porque son temas que no me convocan.
–Hablando de ansiedad, se te ve como alguien que va por la vida a 140 kilómetros por hora.
–Me dicen mucho eso, pero yo me siento mansa, como que voy domingueando. No es velocidad, creo que voy por la vida con una energía de celebración, aun en la tristeza, y por eso se me ve como alguien que está al máximo todo el tiempo.
–¿Qué recuerdos tenés de tu infancia?
–Una infancia muy Tom Saywer, explorando, muy bichera con perro, gato, hámster... Pero también teñida de tristeza porque mis padres se separaron cuando yo tenía 12. Se llevaron muy mal durante cuatro años hasta que se distanciaron. Creo que ahí apareció mi primera fibra de comunicadora. Me acuerdo que me decía a mí misma: “Estoy segura de que yo podría hacerlos conversar para que se entendieran mejor”.
–¿Tenés hermanos?
–Dos hermanas mayores, Camila y Damiana. Un hogar colmado de energía femenina. Mamá italiana, Annalisa (Napoli, su apellido), con una polenta arrasadora. A mí me encanta el universo femenino porque es colorido, profundo, tiene matices y algo de lúdico.
–¿Cómo es que terminaste estudiando Sistemas?
–Como soy fóbica de la rutina, me imaginaba trabajando con la compu desde cualquier lugar, lo veía como un trabajo libre. ¡Y sólo trabajé tres meses en Sistemas! [Se ríe]. Después entré a la gerencia de Negocios y Marketing de Telefe, donde yo podía orientar mis ideas creativas a los negocios y ahí estuve varios años. Hoy lo oriento a mí: el producto soy yo.
–¿Cuándo descubriste que el producto eras vos?
–Después de pasar por RSM, Intratables y Desayuno americano como panelista, me di cuenta de que ahí no tenía mucho para cre - cer. Sentía que tenía mucho más para decir que lo que se puede decir desde un panel. Y me fui. Después estuve en radio Mitre y al tiempo hice un late night show en LN+ y me encantó. Un día me dije: “Si me pagan para generarles contenido a proyectos de otros, ¿por qué no genero contenido para mí y tengo toda la libertad del mundo?”. Y ahí le metí con todo a mi Instagram.
–¿Por qué creés que te siguen en Instagram?
–Creo que me ven genuina y espontánea y les gusta mi manera de desmenuzar los temas, desde un lugar profundo, pero no solemne.
ASUNTOS DE FAMILIA
–¿Cuándo te casaste?
–En 2003. Tomás [Álvarez] fue el que más insistió para firmar los papeles, él es más tradicional. [Se ríe]. En mayo de este año cumplimos diecinueve años de casados.
–¿Cuál es la fórmula para tantos años de amor?
–La comunicación –que a nosotros se nos dio naturalmente– y la libertad que nos damos para que el otro pueda desplegar su individualidad y cultivar el propio jardín. Y hay algo que para mí es fundamental, que es poner el matrimonio en agenda. Así como reservás un turno médico o una salida con amigas para no olvidarte, también hay que darle a la pareja espacios y momentos exclusivos.
–¿Siempre soñaste con ser madre?
–Sí, siempre me brotó salvajemente la maternidad. La disfruto mucho. De hecho, me pareció demasiado cómodo tener a Simona y a Borja –la típica pareja varón-mujer– y entonces llegó Jaime. Con el tiempo aprendí a sacarme la culpa que muchas veces conlleva la maternidad porque entendí el buen ejemplo que es una madre que labura, que va detrás de sus sueños, que busca su camino.
–¿Cuán diferente es el vínculo con tu hija y con tus hijos?
–Intento que el vínculo que tengo con cada uno de mis hijos sea especial, más allá de si es mujer o varón. Me gusta observarlos, escucharlos… Me callo para que ellos puedan aparecer. Me parece fundamental no aturdirlos para que encuentren su autonomía. Es un gran acto de amor.
UN HOGAR SELVÁTICO
–Hablemos de la casa.
–”La Selva”, como me gusta llamarla a mí. La diseñó Isabelle Firmin Didot. Le conté que me encantaba una casa de Punta del Este y cuando se la describí, me dijo. “Esa es mi casa”. Es de líneas simples, espacios grandes, luminosa, con un límite difuso entre el adentro y el afuera.
–Hay muchas plantas y animales en la decoración.
–Siempre me pregunto de dónde vendrá mi parte pajarraco. [Se ríe]. Quizás sea la liviandad con la que los pájaros pasan de una rama a otra. Ese estar un poco allá y un poco acá que me gusta tanto. Los monos también me gustan.
–¿Sos buena anfitriona?
–Me encanta recibir gente y armar la escena. Buena música, las velas prendidas, una linda mesa… Siempre me gusta que se sientan bienvenidos, pero que las formas no se coman una invitación. Quiero decir, capaz un día estás cansado y no tenés ganas de tanto preparativo: invitá igual.
–¿Con qué soñás?
–Creo que estoy viviendo mi propio sueño, haciendo lo que quiero hacer, amigándome con la incertidumbre propia de la vida.
Maquillaje: Luli de la Vega. Peinado: Lucas Martínez Navarro para @delavegamakeup. Agradecimientos: Roció G., Graciela Naum, Puli D. Shoes y FARM Rio
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