La ex campeona de windsurf viajó al Caribe, donde compartió su pasión por el deporte con sus hijas Catalina y Sol
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Virginia Elizalde dice que mantiene intacta su pasión por el vértigo y el deporte. Tan es así que además de disfrutar del kitsurf con su hija Sol (23) –fruto de su matrimonio con Eduardo “Coco” Fernández–, y de planificar un nuevo viaje al sur para realizar actividades de montaña, confiesa estar lista para sortear un nuevo desafío. “Ahora estoy muy entusiasmada con empezar wingsurf (se navega con un kite, pero sin barras y en una tabla de sup); le estoy tratando de encontrar la vuelta pero me encanta este proceso de aprender a hacer cosas nuevas”, dice la ex modelo recién llegada de Cancún, donde visitó a su hija Catalina Walther (37), ex atleta olímpica de windsurf que vive en México desde 2006.
–Tus hijas también heredaron el amor por el deporte en el agua...
–¡Sí! Para mí es una gran suerte poder compartir lo que amo con ellas. Si bien cada una siguió su camino, Cata, Angie y Sol disfrutan del deporte tanto como yo y nos divertimos mucho. Así que nuestras salidas madre e hija siempre tienen que ver con alguna actividad al aire libre.
–Sos triatlonista, ex campeona de windsurf, practicaste paracaidismo, escalada en hielo, kayak... Y la lista sigue. ¿Qué es lo que te atrae?
–[Piensa]. Una vez que probás con el deporte, no podés dejar de practicarlo, te enganchás enseguida y cada vez querés más. Y en el medio surgen nuevos de-safíos que también querés alcanzar. Los deportes de agua, por ejemplo, siempre me gustaron. Antes de la cuarentena había empezado a tomar mis primeras clases de kitesurf, pero quedaron a mitad de camino con la pandemia. Hoy estoy retomando y también quiero terminar de entender el wingsurf.
–¿La edad no es un límite para vos?
–No. Para mí la edad nunca es un obstáculo, ¿no se nota? [Risas]. Hacer ejercicio te ayuda a sentirte bien. Por otro lado, soy de las que creen que una no tiene que dejar de hacer nada por la edad y de hecho en las carreras de ironman sigo encontrándome con competidores de 80 años. No sólo hace bien a los músculos y al corazón, también a la cabeza. Las endorfinas son las hormonas de la felicidad. Hace bien caminar, correr, lo que una tenga ganas de hacer.
–¿Cuánto influye el miedo en tus decisiones?
–Siempre está presente y está bien que sea así, porque me lleva a ser más precavida, a tomar recaudos, a chequear tres veces el equipo... La persona que te dice que no tiene miedo a nada te miente. Los mismos paracaidistas te dicen que saltar desde tres mil metros les da mie-do. Si no tuvieras miedo harías locuras. Por eso, la clave es aprender a enfrentarlos porque también es triste dejar de hacer cosas por eso. La vida es una sola y hay que disfrutarla. Yo soy de ponerme metas para después tratar de alcanzarlas, porque esa sensación de llegar es alucinante. Te da poder, te enseña lo que sos capaz de lograr. Me gusta sentir que pue-do, que me propongo algo y a pesar de todo, puedo.
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