En una charla sincera, reflexiona sobre las mujeres de su vida, el paso del tiempo, la familia ensamblada y sus nuevas pasiones
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Hay que decirlo: Benjamín Vicuña (43) conoce bien el oficio de sentarse frente a un grabador. Aunque mida sus palabras, se agradecen las respuestas sinceras, sin poses, mirando a los ojos y sin esquivar temas. “Estoy en un momento de mucha introspección, sumado a lo que pasó con la pandemia, lo que está pasando en el mundo entero, es imposible no estar en una etapa de reflexión frente a la vida. En ese sentido, hay una madurez, una sensación de seguir construyendo la segunda etapa de mi vida”, arranca el actor, mientras se acomoda en un sillón.
En esta “segunda etapa de su vida”, se encuentra feliz y expectante ante el debut de El primero de nosotros (a partir del 21 de marzo, de lunes a jueves, a las 22, por Telefe y también estará disponible por Paramount +) y girando con los proyectos que lo reclaman por distintos puntos del planeta. En lo personal, disfruta de su familión ensamblado y del amor junto a Eliane Sulichin (32). “Tengo conciencia de lo afortunado que soy de poder estar laburando, con esta serie maravillosa, y estar promocionando un programa que hicimos en medio de la pandemia y hoy ve la luz. Sí, soy un ser en contradicción, entre lo que uno mama, lo que se respira en el mundo y su contingencia y luego están las noticias o el día a día personal”, reflexiona tras el último flash.
–¿De qué se trata El primero de nosotros?
–Es un dramedy, un drama con toques de comedia, que aborda una generación, tipos de 40 y tantos años donde nos corre el reloj de la vida frente a muchos temas, como la maternidad, las crisis de parejas... Mi personaje es Santiago, un psicólogo, un runner, que debe transitar una enfermedad y tiene este grupo de amigos donde están Paola Krum, Jorgelina Aruzzi, Luciano Castro, Damián de Santo y Mercedes Funes, y se establece una red de apoyo, contención y solidaridad. Me parece muy arriesgado y a la vez comprometido poder hablar sobre estas cosas que suceden, que incomodan a veces, pero son parte de la vida.
–No pareciera que te cueste hablar de lo que te pasa.
–El que no habla enferma. Es clave en la pareja, en las amistades, en los vínculos, en lo laboral. No guardarme las cosas ayuda a mantener cierto equilibrio.
–Hablabas del reloj de la vida que corre. En tu caso, ¿qué sería?
–Entré en una etapa en que no quiero perder el tiempo con cosas que distraen. Estoy tratando de buscar mi mejor versión como padre, como pareja, como ser humano. Uno le da espacio a la corrección y a alejarse de cosas o hábitos que sabes que te hacen mal. Vivo esa ecuación famosa de encontrar el tiempo-calidad con mis hijos. Poder hallar el goce en el trabajo, en compartir, vivir el presente. Sé que son términos manoseados, pero hay que pensarlos una y otra vez y practicarlos.
–Como tu personaje, te volviste runner.
–Es maravilloso cómo se entrecruza la ficción con la realidad. En la pandemia yo venía muy golpeado por temas laborales, mis cinco salas de teatro cerradas, una incertidumbre tremenda como actor, el encierro, una situación personal difícil... Encontré en el trote una forma, una meditación, una válvula de escape. Le agarré el gusto y hoy entreno casi todos los días. Corro, y además participé de un Ironman (una carrera que incluye ciclismo, natación y running) y me estoy preparando para otro en San Juan, el 26 de marzo. Me divierte, no me vuelvo loco, sólo compito conmigo mismo. Ya es un montón lo que estoy haciendo desde la disciplina y el orden físico. Me divierte y encontré algo bonito. Estoy contento. [Piensa]. Al final, casi todo tiene que ver con la infancia.
–Contame.
–El reencuentro con la natación, que es algo que practicaba de niño; con la bicicleta, porque todo el día andaba en bici, pequeñas cosas que me despiertan pasión, salud y bienestar. El deporte es un refugio muy grande. De chico me dio mucha contención, era mi casa, mi lugar. Y hoy, ya de grande, de viejo, me reencuentro y siento la misma contención, la misma endorfina, la misma paz.
–¿Qué lugar ocupó tu mamá, Isabel Luco, en esa infancia? Siempre hablás de ella.
–Hablo bien de ella porque la amo, la respeto, la quiero. Mi madre fue y es el abrazo que siempre necesito, la conexión con la sabiduría, la herencia y la tradición oral para entender las cosas reales, profundas de la vida. Yo mamé eso de una mujer. Mi entorno siempre fue con mis hermanas, muy femenino, así que lo defiendo y lo siento casi como una lucha personal en la crianza de mis hijos, en esta deconstrucción que debemos vivir, en mi labor como padre. Pero, también debo decirte que fue una infancia solitaria, la mayoría de las cosas de hombre las aprendí con otros hombres, con amigos, iba a un colegio de varones. Quizás era otra época, pero nadie me enseñó ni me dio muchos tips de cómo había que enfrentar la vida, el amor, el sexo, ni nada. Uno se hace ahí, con los amigos, la calle, el deporte, los vestuarios…
–¿Tenías relación con tu papá?
–Sí, pero había una forma de educar que era muy diferente a la actual. Hoy hay un diálogo, una forma horizontal de entablar los temas, de mirarse. Intento tener humildad, no soy un superhéroe, esto es lo que hay, esto es lo que soy. Obviamente, tengo una responsabilidad como adulto. Me llama la atención la cantidad de cosas que uno vivía y aprendía con sus pares. Pero no soy el único. Los veo a mis hijos, que les doy todo lo que puedo y lo que tengo desde el punto de vista de vida, amor, recursos, cariño, pero sé que cuando están con sus amigos brillan de otra manera. No me voy a poner celoso de su entorno, simplemente afloran cosas de su personalidad que no las tienen conmigo. Son libres.
–Tenés distintas etapas en la paternidad…
–Como en la historia de mi personaje, fui el primero de mi grupo del colegio en ser papá. Me marcó muchísimo ser el papá de Blanca [murió en septiembre de 2012], fue como un salto al vacío, de no saber. Fue hermoso aprender y crecer, aun equivocándome. ¡Ya son como veinte años de paternidad! No hago una bajada de línea porque no soy nadie para hacerlo, pero, de lo poco que aprendí es que es un camino muy largo. Y si bien es maravillosa esa instancia de apego de los primeros meses, cuando te tironeás el bebé con tu mujer, hay que bajar la ansiedad y entender que ojalá puedas estar en su primer día de clases, en la fiesta de 15, el día que se case. No quemarse a los primeros 100, 200 ni 500 metros para poder aprender de este rol que tanto nos exige y tanto nos enseña día a día. Estoy atento.
CUESTIONES DEL CORAZÓN
En diciembre del año pasado, Benjamín fue al bautismo de Ana García Moritán, la hija de Carolina Ardohain (madre de sus primeros cuatro hijos, Blanca, Bautista, Beltrán y Benicio) y Roberto García Moritán, y conoció a Eliane Sulichin, especialista en Marketing y asesora de empresas; y enseguida conectaron. El romance, que tiene el “visto bueno” de Pampita (es íntima amiga de Karin, la mamá de Eli, y definió a Eli públicamente como una mujer de “muy buen corazón”), ya tuvo capítulos en José Ignacio –donde él la visitó dos veces mientras ella veraneaba–, y hasta un romántico festejo de San Valentín en París y Madrid.
–¿Cómo estás con Eli?
–Estoy muy bien. Es una mujer increíble, la quiero cuidar y no deseo meterla en esto porque ella no es parte de mi trabajo ni de mi vida pública, quiero realmente cuidar este vínculo, no dar detalles.
–¿Esperabas enamorarte, lo buscabas?
–No, no esperaba enamorarme.
–Algo que te caracteriza es que, más allá de los resultados, siempre apostás al amor, a la familia.
–Es verdad, siempre apuesto a la vida. Desde ya está lo emocional, pero también hay algo de racional, de querer seguir creyendo en la vida, en el amor. Más allá de lo que pase, el ser humano se aferra a la vida. Hoy vemos cómo todo el mundo se planta frente a un loco como Putin, que tiene en jaque a la humanidad. Pero quiero creer más en los abrazos, en la solidaridad, en el amor. Decime que soy naif, o cursi, pero quiero creer en eso.
–¿Sos romántico?
– [Piensa]. Eso no te lo podría decir yo, tendría que decírtelo otra persona. Pero sí, le doy valor a eso.
–¿Pero te acordás de tu primer beso?
–Eso fue en la prehistoria. La gracia está en que siempre parezca como la primera vez, ¿no? Vamos a hacer lo posible. [Se ríe].
–Recién hablabas de las mujeres. Te pregunto sobre las madres de tus hijos. Llama la atención el lindo vínculo que lograron con Carolina. ¿Cómo se hace?
–Voy a hablarte de las dos. Básicamente tiene que ver con poner las cosas en su lugar, valorar el pasado y lo mejor del pasado que en este caso son tus hijos. Se encarnan, los ves. Y velar por ellos. No hay muchas más vueltas. Con Carolina nos marca profundamente lo de Blanca, es un vínculo que marca y por supuesto define la relación. [Piensa]. No tengo que decirlo acá porque lo saben, pero deseo lo mejor para todos y en especial para las mujeres que amé, les deseo felicidad, salud, abundancia, cariño... Y creo que lo tienen.
–Cuando fue el episodio de Eugenia-Icardi, y todos opinaban, lo primero que hiciste fue subir un story, salir a bancar y pedir respeto. ¿Cómo lo viviste, porque sos una persona reservada?
–Fue un llamado de atención a una situación que era algo muy violento. Lo hice porque salió, no sé si me equivoqué o no, pero me nació en su momento, cinco meses atrás, proteger a la mamá de mis hijos, más allá de lo que fuera que pasara. Era la empatía básica.
–¿Te gustaría tener más hijos?
–Es un tema superdelicado, prefiero ser más reservado. Pero así como te digo apuesto a la vida, hay una pulsión ahí, si bien también soy consciente de cómo está el mundo, lo que necesita, la cantidad de hijos que tengo y mi responsabilidad, también sé y me conozco, esa pulsión que tengo por aferrarme a este mundo, en el buen sentido de la palabra, a lo bueno. Y en este caso también a la familia. Tengo un familión hermoso, distinto, diferente. Mis hijos aman a sus hermanos y estoy velando por proteger esa instancia. Estoy muy orgulloso de ellos. Los miro en la cena o tomando el té a todos juntos y digo “wow, qué increíble”. Pero también sé que me quedan, si Dios quiere, ¿40 años? Es difícil casarme con algo, me refiero a una decisión.
–Hablando de casamiento, nunca te casaste. ¿Tiene valor para vos?
–Sí, pero también es algo que tiene que ver con la intimidad. Hasta ahora no se dio, nunca lo viví.
Producción: Ximena Puig
Maquillaje: @tute.makeup
Agradecimientos: @didot.casa (www.didotweb.co m) y Equus (ropa)
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