Él era el hijo del rey Olav y se enamoró de la hija de un comerciante con quien le impidieron casarse. Durante nueve años lucharon por mantenerse juntos… aunque eso significara tirar abajo la monarquía noruega
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Es una de las más extraordinarias historias de amor real. El drama con final feliz de los reyes Harald (87) y Sonia de Noruega (86) modernizó a la monarquía europea en un momento en el que era impensable que un príncipe heredero se pudiera casar con una plebeya. Durante casi una década, el príncipe Harald luchó para que su padre, el rey Olav, permitiera un matrimonio que en la Corona y los círculos eclesiásticos se veía como el principio del final de la monarquía.
A PRIMERA VISTA
Harald de Noruega y Sonia Haraldsen se conocieron cuando tenían 15 años en un campamento de verano, de forma circunstancial. Él era el heredero del trono de Noruega y ella, la hija de un comerciante. Sin embargo, no fue hasta siete años después cuando surgiría lo que ellos calificaron como un amor a primera vista. Fue durante el verano de 1959, gracias a un amigo en común, Johen Stenersen, que además de ser amigo de Sonia había sido compañero de Harald en la escuela pública Smestad de Oslo. Johen le pidió a ella que lo acompañara a una fiesta cerca del castillo (la residencia real en Oslo) donde estaba el príncipe. Después de ese primer encuentro vinieron muchos más, incluso él la invitó al baile que se celebró tras su graduación militar en la Escuela de Guerra.
Aunque ellos no oficializaron su noviazgo, los rumores llegaron a la prensa y, en cuanto la relación salió a la luz, la opinión fue unánime: ni el rey Olav ni el Consejo de Estado autorizarían la boda del príncipe heredero con una mujer que no fuera de la realeza. De hecho, el monarca quería que su hijo se casara con la princesa Sofía de Grecia (quien luego sería la mujer de Juan Carlos de Borbón y reina de España) y, según se rumoreó entonces, a la princesa griega le había atraído el príncipe nórdico... Sin embargo, no había forma de torcer el deseo de Harald: su corazón pertenecía a otra mujer. Para poner distancia entre los enamorados, la familia real noruega envió al príncipe a Reino Unido a continuar sus estudios de Ciencias Económicas, Ciencias Políticas e Historia en Oxford y, por su parte, Sonia se marchó a Suiza a estudiar Ciencias Sociales, Contabilidad y Moda en l’École Professionelle de Jeunes Filles de Lausana. Ella enfermó estando lejos de su casa y Harald no dudó en ir a buscarla para regresar juntos a su país.
La firmeza que los dos demostraron en mantener vivo su sentimiento a pesar de la distancia probó que no había barreras capaces de separarlos, salvo la muerte: Sonia amenazó con suicidarse si no le permitían estar junto a su amado. Y Harald encontró también una forma de presionar a su padre y al gobierno de Noruega: sería rey, pero jamás se casaría (a menos que fuera con la joven plebeya). Eso significaba que ya no habría descendientes para continuar la dinastía, porque el príncipe era el único varón de los tres hijos de los monarcas Olav V de Noruega y Marta de Suecia (tenían dos hijas, Astrid y Ragnhild). En 1967, el rey Olav inició las consultas con el gobierno sobre el tema –ya que una boda real es un asunto de Estado– y, después de algunos desacuerdos y puntos muertos en el debate, en marzo de 1968 se anunció el compromiso del príncipe.
Y COMIERON PERDICES…
El 29 de agosto de ese mismo año se celebró la gran y esperada boda en la catedral de Oslo. La novia había diseñado su propio vestido y, lejos de lo que la Casa Real y el gobierno noruego temían, los recién casados recibieron una abrumadora aprobación en todo el país. Durante el banquete de boda, Harald se dirigió a su amada con dulces y sinceras palabras: “Sabés mejor que nadie lo que siento, tanto ahora como en el pasado. Y mejor que nadie entendés lo que realmente significa este momento”. Tres años más tarde, nació su primera hija, la princesa Marta Luisa y, dos años después, el príncipe Haakon Magnus, heredero del trono. Tras la muerte de Olav en 1991, Harald y Sonia fueron coronados como los nuevos monarcas de Noruega y ya llevan 55 años de casados y son abuelos de cinco nietos. La historia romántica de los actuales monarcas noruegos inspiró a la directora y guionista Vibeke Idsøe para convertirla en una serie que se llamará Harald and Sonia, una biopic que se emitirá en 2025 a través de la plataforma sueca de streaming Viaplay. Porque un amor real puede ser mucho más conmovedor que cualquier ficción.
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