Los equipos de todos los tiempos desfilaron en carruajes, hubo homenajes y premios a las leyendas de hoy y de siempre
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Fue un día festivo, de familias, de amigos, de grandes abrazos y reencuentros. También de leyendas del polo, como Alberto Pedro Heguy, Alfredo Harriott, Horacio Araya y Daniel González, que se cruzaron con los campeones de hoy y las nuevas generaciones, aquellas que crecieron viendo cómo el polo se hizo grande de la mano de estos maestros, caballeros dentro y fuera de la cancha.
En ese entorno casi idílico, la Asociación Argentina de Polo celebró sus 100 años y también los 50 años del predio Alfredo Lalor, su sede de Pilar, escenario del festejo. Se jugó una nueva fecha del Abierto de Palermo y, en medio, hubo un desfile de carruajes y de históricos jugadores.
CARRUAJES Y RECUERDOS
El desfile de carruajes estuvo guiado por los dos equipos femeninos que inauguraron Pilar: en el carro de La Concepción viajaron las hermanas Julia Elena, Agustina, Teresa, Dolores y Marina Blaquier, y en el de Mar del Plata, Luisa Miguens, Sol Rueda, Emilia Serantes y Karin Mihanovich (en representación de su tía Sonia, que murió años atrás).
Según cuenta la historia, en 1972, bajo la presidencia de Alfredo Lalor, la AAP compró el casco de la estancia de la familia Pando Carabassa. “Lo inauguraron con un polo day: hubo una exposición con los caballos de polo de los jugadores y sacaban premios, los chicos de 16 años jugaron una copa Potrillos e invitaron a dos equipos de mujeres a jugar un partido de tres chukkers”, le cuenta Luisa Miguens a ¡Hola! Argentina. Y sigue: “Yo tenía 22 años, dos hijos de 1 y 3 años y un marido 10 de handicap (Gonzalo Tanoira), que estaba jugando el Abierto en su apogeo de polo. Las Blaquier tenían hijos de edades similares y éramos todas amigas. Les ganamos 2 a 1, pero eso es anecdótico porque lo mejor fue cuanto nos divertimos”.
Su compañera de equipo, Sol Rueda, rememora: “En ese momento yo salía con Juan José Alberdi, que era del equipo Mar del Plata con Gonzalo Tanoira, Jorge Tanoira y el Negro Goti. Luisita me invitó. Mi madre y mi tía, Fernández Ocampo, fueron las primeras mujeres en jugar al polo, y yo lo hacía desde chica en Córdoba con mis primas y mi hermana Lía. Las Blaquier eran muy buenas, especialmente Dolores, y en ese partido me tocó bloquearla y pecharla. En un momento gritó: “sáquenme a este moco” (se ríe). Hice un gol, pero me llevé puesto un arco”.
En el caso de las Blaquier, Dolores cuenta: “Nuestros hermanos nos obligaban a jugar para completar los equipos y mover los caballos. Jugábamos todo el tiempo, teníamos tres canchas en el campo”. Muy divertida, María Elena afirma: “Nos encantaba, de hecho también taqueábamos en Indios, o en Pingüinos”. Marina, por su parte, trae bajo el brazo una revista que narra la crónica de ese gran duelo, que en un rato compartirá con sus “adversarias”, en realidad, amigas de toda una vida.
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