Juliana Awada –junto a su hija Valentina y su ex, Bruno Barbier–, Ricardo López Murphy, empresarios y personalidades destacadas dijeron presente
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El domingo 14 por la noche, el empresario Alberto Roemmers, de 96 años, murió en Buenos Aires. Y el mediodía del miércoles 17, su mujer de toda la vida, Hebe Colman, y sus tres hijos, Alberto (h), Alejandro y Pablo, y sus nietos y amigos más cercanos le dieron el último adiós en el Cementerio Alemán en el barrio de Chacarita.
El primero en llegar fue Alberto junior (65) junto a su mujer, la colombiana Gina Vargas. Enseguida se sumaron Pablo Roemmers (61), Catherine Blomquist y sus dos hijos, Maximilian y Christian; y minutos después, hizo su entrada Hebe, muy elegante y de riguroso luto, de la mano de su hijo, el escritor y poeta Alejandro (63).
UN HOMBRE MUY QUERIDO
A pesar del frío y la lluvia, decenas de personas se congregaron para abrazar a la familia Roemmers, entre las cinco más ricas de Argentina, propietaria del laboratorio homónimo fundado en 1921 por el inmigrante alemán Alberto José Roemmers, padre de Alberto.
Entre muchas caras conocidas estuvieron la ex primera dama Juliana Awada, su hija Valentina y su ex, el belga Bruno Barbier; el diputado de Juntos por el Cambio Ricardo López Murphy; la joyera Claudia Stad; María Podestá, presidente de la Asociación Argentina de la Soberana Orden de Malta; la ex senadora María Laura Leguizamón; su sobrino nieto Santiago Mocorrea y su madre, Silvina Demichelis; Eduardo Macchiavello, CEO de Roemmers y presidente de CILFA (Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos), el empresario y coleccionista Ricardo Esteves.
Pasadas las 13 horas, ingresó el auto fúnebre y los hijos y nietos de Roemmers cargaron el féretro al interior de la capilla, declarada Patrimonio Histórico Nacional, donde el párroco Carlos Barreiro y otros sacerdotes oficiaron un responso. Hubo un trompetista a cargo del toque de silencio. Y luego, el cortejo se dirigió a la bóveda familiar (la 64), donde los restos de Alberto descansarán junto a los de su adorado hijo menor, Andreas Christian, quien murió volando en parapente en Mendoza, en 1998.
FILÁNTROPO Y UN APASIONADO DE LA NAVEGACIÓN A VELA
Alberto colaboró con distintas entidades filantrópicas, centros culturales, museos, y apoyó la tarea de Cáritas y de la orden de Malta, de la que era Caballero de Gracia Magistral. También tuvo otra gran pasión: la navegación a vela, que lo alentó para armar un equipo de alta competición a nivel internacional, Azzurra. Sus orígenes se remontan a 1998, cuando botó el Matador, el primer barco de fibra de vidrio construido en el país. Con una tripulación comandada por el yachtman olímpico Guillermo Parada, se mantuvo entre los protagonistas del Circuito Mundial 52 Súper Series durante diez temporadas, entre 2011 y 2020. Y hasta el año 2010, el propio Alberto –socio honorario del Yacht Club Costa Esmeralda, en Italia– navegó en sus barcos.
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