Sus hijas Carminne y Tweety, rodeadas por familiares y amigos, lo despidieron el sábado 21. El amoroso mensaje de su exmujer, Marina, desde Atenas y las anécdotas de la vida de un hombre culto e inquieto
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“El cielo recibe a un ángel; tan cariñoso, generoso, malcriador, culto, refinado, gracioso, divertido, carismático, peleador, padrazo”. Las palabras que escribió Carminne Dodero para despedir a su padre resonaron en la voz de Amalia Amoedo, quien las leyó en nombre de su íntima amiga, que estaba atravesada por el dolor. Alberto Dodero murió el jueves 19 de octubre a los 80 años y su familia y amigos se reunieron el sábado 21 para darle el último adiós en el Cementerio de la Recoleta.
Su ex mujer, Marina Tchomlekdjoglou no pudo asistir al funeral, ya que cuando se conoció la noticia de la muerte de Alberto se encontraba en Atenas, y desde allí se despidió de quien fuera su gran amor: “Disculpame por no estar. Sé que desde donde estás sabrás perdonarme. Te amo. Siento que se va un gran hombre. Besos eternos”.
APASIONADO POR LA HISTORIA
Hombre de su tiempo, pero amante de la historia, Alberto Dodero Balcarce era descendiente de una de las principales familias del sector naviero argentino, con fuertes vínculos con el armador griego Aristóteles Onassis. Si bien tuvo su propia empresa marítima, no se dejó llevar por la tradición familiar y eligió consagrarse durante más de veinte años a su trabajo como publicista en la agencia Eter y a su vocación de historiador amateur.
Su voracidad lectora, su cultura refinada, una memoria implacable y ese interés por el mundo pasado que le habían sido inculcados por su querida abuela paterna Carmen “Carmenza” Christophersen (quien lo cautivaba con anécdotas todas las tardes cuando la familia emigró a Uruguay) lo motivaron a escribir dos libros junto al historiador de arte francés Philippe Cros: Los años dorados (1889-1930) –que sus hijas piensan reeditar– y Los pintores franceses en el Río de la Plata.
Alberto era políglota, relator único de divertidas historias, eterno viajero y caminador incansable de ciudades, además de coleccionista de antigüedades, gran cocinero y anfitrión excepcional. “Una vez fuimos con papá al Museo de San Petersburgo en Rusia, y la guía del museo se quedó tan maravillada con lo que sabía él, apasionado de la vida de los Romanov, que nos mostró lugares que no tienen acceso al público y lo llevó a presentarle al director del museo. ¡Querían que se quedara ahí!”, cuenta Carminne, quien heredó de su padre su gusto por el coleccionismo.
Dodero se casó con Marina Tchomlekdjoglou Embirikos (de quien estaba separado en los últimos años, aunque mantenían un profundo cariño) y con ella tuvo dos hijas, que eran el centro de su universo: Carminne (Carmen) y Tweety (en realidad, se llama Cristina, en honor a su madrina, Christina Onassis), que le dieron tres nietos: Olympia Perazzo (10) y Fuscia (7) y Silvestre (1) San Miguel.
En 2008, Alberto tuvo un ACV del que se recuperó, aunque sus secuelas fueron deteriorando su salud. A pesar de todo, hizo el esfuerzo de cumplir su sueño y el de sus hijas y las llevó del brazo al altar el día de sus bodas: la de Carminne con Federico Perazzo Penayo y la de Tweety con Víctor San Miguel. “Estaba preocupado porque se había caído dos semanas antes de mi casamiento, pero así de elegante como era, me pidió que le comprara zapatillas negras para poder llevarme al altar”, recuerda Tweety, que a pesar de la pena no puede dejar de sonreír al hablar de su padre.
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