Del motorsailor de Carolina de Mónaco y la veloz nave de Máxima al barco de 600 millones de dólares del emir de Abu Dabi, te mostramos cómo navegan los integrantes de algunas de las casas reales más importantes del mundo
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Durante el verano, las familias reales dejan por unos días sus residencias y aprovechan la inmensidad del mar para disfrutar de vacaciones de ensueño a bordo de sus palacios flotantes. Aunque el lujo, el confort y la exclusividad son la característica común a todos ellos, el abanico de los buques que pertenecen a la realeza es variado: algunos tienen casi un siglo de historia –como los de Dinamarca y Noruega o el motorsailor de la princesa Carolina de Mónaco–, y otros son de última generación, como los superyachts de los jeques árabes, que son joyas del diseño y la ingeniería naval que no sólo impactan por su tamaño fuera de lo común, con más de cien metros de eslora, sino también por sus comodidades, que incluyen desde gimnasio y piletas de natación hasta helipuertos, un submarino... y cancha de golf.
CINCO EN EL SUPERYACHT ALMA
Amantes de la navegación, los reyes de los Países Bajos y sus tres hijas, las princesas Amalia (20), Alexia (19) y Ariane (17), suelen aprovechar las vacaciones de verano del hemisferio norte, entre julio y agosto, para embarcarse en el mar Egeo en su Wajer 55, considerado el superyacht más pequeño del mundo, con 16 metros de eslora (largo) y 4,4 metros de manga (ancho). Los monarcas adquirieron este barco de última tecnología –por el que pagaron dos millones de euros al astillero Wajer Yachts– en junio de 2020 y lo bautizaron Alma, la unión de las primeras dos letras de “Alex” y “Max”, la forma en la que los reyes Guillermo Alejandro (57) y Máxima (53) se llaman en la intimidad. “Cinco en el barco. Sin seguridad, sin personal, sólo nosotros”, sostuvo tiempo atrás el soberano, que habitualmente se hace cargo del timón durante sus travesías en altamar. Esta embarcación, que incluye entre sus amenities un techo plegable automático, una suite principal de estilo minimalista, otros camarotes, cocina y baño completamente equipados, y cuatro hamacas en la cubierta, reemplaza al Dragón Verde (De Groene Draeck), un barco de madera y doble proa que el pueblo neerlandés le obsequió como regalo de boda a la reina emérita Beatriz en 1966, el mismo en donde años más tarde Máxima habría conocido a su suegra y donde los Reyes recorrieron los canales de Ámsterdam el día de su proclamación, el 30 de abril de 2013.
EL AMOR A PRIMERA VISTA DE CAROLINA
Es el punto de reunión preferido por la princesa Carolina de Hannover (título que adquirió tras su matrimonio con Ernst Augusto de Hannover, de quien se separó, pero no se divorció) para navegar junto a sus íntimos por las aguas del Mediterráneo. En 1989, la primogénita del príncipe Raniero III y la princesa Grace descubrió en el puerto de Mónaco este barco con 36 metros de eslora, 5,6 metros de manga, casco de acero, superestructura de aluminio y cubierta de teca construido en 1936 por el astillero británico Camper & Nicholson. Fue amor a primera vista. Por eso, Stefano Casiraghi, su entonces marido y padre de sus hijos Pierre, Andrea y Charlotte (de ahí el nombre Pacha III), decidió comprarlo y renovarlo –el reconocido interiorista francés Jacques Grange fue el encargado de darle un aspecto característico de los años 30– para juntos cumplir su sueño de dar la vuelta al mundo. Sin embargo, poco tiempo después, el 3 de octubre de 1990, Casiraghi murió en un trágico accidente mientras corría en su lancha de off-shore. Pasado el duelo por la pérdida de su gran amor, la princesa rehízo su vida y volvió a su refugio en altamar, donde es feliz en compañía de sus cuatro hijos (también se convirtió en madre de Alexandra de Hannover) y sus siete nietos.
UN BARCO DE LOS AÑOS 30 PARA MARY Y FEDERICO
El imponente buque real Dannebrog, en donde Federico (56) y Mary (52) de Dinamarca emprendieron su primera gira internacional como reyes el pasado mayo, fue construido totalmente en acero entre 1931 y 1932, tiene 78 metros de eslora y funciona como residencia oficial y privada de la familia real danesa tanto en sus viajes locales como en sus visitas oficiales al extranjero. Este palacio flotante que también realiza tareas de vigilancia acuática, salvamento y formación de futuros oficiales, puede albergar 14 pasajeros y una tripulación de aproximadamente 60 miembros compuesta por nueve oficiales, siete sargentos, dos agentes y entre 36 y 39 reclutas seleccionados por la Armada, además de panaderos, cocineros y maquinistas. En la proa se encuentran los camarotes de la tripulación y el motor, y en la popa se ubica el compartimento real con comedor, dormitorio, estudio y sala de estar que la reina emérita Margarita decoró con muebles del siglo XIX.
UN BARCO SUECO EN CADA PUERTO
Navegar y pescar junto a sus hijos y nietos es uno de los planes predilectos del rey Carlos Gustavo de Suecia (78). “Salir en barco es fantástico”, afirmó el monarca, que reparte sus vacaciones familiares entre el palacio de Solliden, en la costa oeste de la isla de Öland, en el mar Báltico, y su residencia en la Costa Azul. Y, si bien no hay información oficial sobre su flota, se dice que tiene un barco en cada puerto: uno en su país, siempre a mano; el M/Y Ancylus, que obsequió a su hijo, el príncipe Carlos Felipe, y Polaris, el yacht más conocido de la familia real sueca, que está amarrado en Villa Mirage, su mansión frente al mar Mediterráneo en la localidad de Saint-Maxime, al sur de Francia. Se trata de un J-Craft superexclusivo de 11,6 metros de eslora que data de 1999, incluye una sala y una cocina completamente equipadas y se destaca por su casco color celeste y su cubierta en caoba brillante.
EL COLOSO DEL MAR
El emir de Abu Dabi y presidente de los Emiratos Árabes Unidos, el jeque Mohamed bin Zayed al-Nahyan, presume del superyacht privado más largo del mundo, por el que habría pagado alrededor de 600 millones de dólares. Se trata del Azzam, un magnífico buque con 180,65 metros de eslora y casi 21 metros de manga que puede navegar a una velocidad máxima de 32 nudos. Fue construido en menos de tres años por el astillero alemán Lürssen –lo entregó a su propietario en 2013–, y su elegante diseño exterior estuvo a cargo de Nauta Yachts, mientras que el interiorismo corrió por cuenta del diseñador francés Christophe Leoni, quien se inspiró en el estilo Imperio de principios del siglo XIX, marcado por la opulencia y el lujo. De hecho, uno de los salones, de 180 metros cuadrados, fue decorado con grandes arañas, paredes con paneles de oro y zócalos de jade. Con capacidad para 36 huéspedes y 70 tripulantes, los invitados por el emir pueden disfrutar de variadas comodidades como spa, gimnasio, pileta semicubierta, cine, cancha de golf, discoteca y una pinacoteca. Además, el Azzam se destaca por su riguroso sistema de seguridad: tiene sus seis cubiertas cerradas (a excepción de la que funciona como helipuerto), habitaciones blindadas y, según distintas informaciones, estaría equipado con tecnología militar que incluye radares, sistemas antimisiles y un submarino.
UNA NAVE CATARÍ QUE ES PURO LUJO
Katara, el lujoso megayacht de la familia real de Qatar –país que ahora gobierna el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, hijo del ex emir y la ex jequesa Mozah bint Nasser–, también fue construido por el astillero alemán Lürssen, en 2010, y cuenta con ascensor, gimnasio, piletas, club de playa, luces subacuáticas y helipuerto. Este buque de 124 metros de eslora con casco de acero, superestructura de aluminio y cinco cubiertas, por el que la familia real catarí habría desembolsado más de 300 millones de dólares, puede alojar hasta 34 invitados en 18 camarotes, en tanto la tripulación permanente es de 70 personas.
DE BUQUE DE GUERRA A BARCO REAL
Los reyes Harald V (87) y Sonia de Noruega (87) surcan los mares junto a sus herederos a bordo del Norge, un barco de 80,2 metros de eslora y 11,6 metros de manga que prestó servicio a la Armada británica durante la Segunda Guerra Mundial, época en la que llevaba el nombre de Philante y era conocido como uno de los yachts más grandes. En 1947 fue comprado por Noruega, se remodeló por completo y fue entregado a la familia real de ese país, que lo usa tanto para visitas oficiales como para sus viajes privados. El rey Harald viaja en el Norge desde sus 11 años, cuando su abuelo, Haakon VII, aún era el soberano (su padre, Olav V, llegó al trono en 1957), y actualmente también disfrutan de sus comodidades los príncipes herederos Haakon (51) y Mette-Marit (51) junto a sus hijos Sverre Magnus e Ingrid Alexandra.
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