María Campos nos recibió en su casa y habló sobre el papel más importante de su vida, su carrera musical, sus ganas de enamorarse y la maternidad
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Desde muy chica, María Campos (40) lo tuvo claro, y la necesidad de expresarse a través del canto empezó a ocupar todos sus espacios hasta que fue imposible ignorarla. Hija de la artista plástica Mercedes Larreta y del ingeniero agrónomo Enrique Campos Alvear, fue su hermano mayor, Enrique, quien la guio en el camino de la interpretación. “Él es escritor, músico y actor. El tema de la voz y del cuerpo lo aprendí todo de él”, cuenta la artista en una charla con ¡HOLA! Argentina.
–¿A qué edad empezaste a cantar?
–A los 7 años me interesé por el canto en el coro del colegio. Yo sentí la presencia de algo que me contenía, me acompañaba, me inspiraba y que me pasó por encima, ¡la música! No todos los profesores de música me incentivaron porque yo tampoco era tan vistosa. Me acuerdo de que un compañero dijo: “Que cante María sola, que es la que canta bien”. Yo fui construyendo la confianza en mí misma a cuentagotas, todavía lo hago. Hoy sigo yendo a clases de canto para tener la voz ágil. Si tengo shows, tomo tres clases por semana.
–¿Tu familia te dio el empujoncito que te faltaba?
–A mí nunca me apoyaron, les parecía un hobby. Me dijeron: “Estudiá una carrera profesional seria y, además, estudiá música. Tenés tiempo”. Nunca se tomaron muy en serio lo que yo soñaba. Yo tenía una visión que me costó mucho y que me sigue costando defender. Fui como una oveja negra en mi familia, pero tuve la suerte de que mi hermano mayor lo fue primero. Estudio canto seriamente desde muy chica, he hecho cuatro o cinco años de lírico y después me enamoré del rock. Empecé a abrirme a otros géneros por amor… Si me gustaba un rockero, me escuchaba todo lo que era el rock americano e inglés de los 60 y los 70. Lo mismo me pasó con un chico metalero y con otro medio punk. Yo no voy y busco música en Youtube, llego a determinada música porque gente que viene y me dice “Fijate en esta canción” o cuando me enamoro de alguien que me manda un tema que me atraviesa.
–Hablás de amor. ¿Qué lugar ocupa hoy en tu vida?
–Estoy soltera desde hace mucho. Me gustaría enamorarme, es la droga más fuerte que existe para mí. Siempre la pasé muy mal en el amor, no soy un ejemplo de pareja, soy un desastre. No soy muy estable y tampoco me interesa serlo. Estoy muy acostumbrada a estar sola y tendría que enamorarme de alguien que me llene de ganas de vivir, que me multiplique, que me vuelva loca…
–¿Estarías en pareja con un artista?
–Jamás saldría con una persona que haga lo mismo que yo, me parece completamente autodestructivo. Me gustaría estar con alguien que sepa escribir, pero que no se suba a un escenario. Quiero estar con alguien que sea mejor que yo.
–Hablemos de “el” gran amor, tu hija Violeta.
–Ella me enseñó toda la parte física que yo no tuve de chica.
–¿En qué sentido?
–En que me faltaba mucho el contacto. Violeta, que hoy tiene 15, me conectó con el amor desde un lado más terrenal. Me fue curando, sanando y me fui inyectando de amor y confianza. No creo que ella vaya a seguir una carrera artística. Es mucho más inteligente, carismática y talentosa que yo, pero no le interesa ese camino.
–¿Te gustaría tener más hijos?
–No se me ocurre y agradezco al cielo no haber tenido más. A mí, de chica, me daba miedo no tener hijos porque el mandato familiar era muy fuerte.
–¿Qué te gusta hacer además de escribir y componer?
–Me gusta mucho pintar, pero no pinto desde los 13 años. Rompí todo lo que pinté. No puedo aguantar ni verme ni escucharme. La música desaparece cada vez que yo canto y transmito algo. Me cuesta mucho usar redes sociales, porque si fuera por mí borraría todas las fotos de Instagram.
–¿Alguna vez se te acercó alguien para agradecerte por tu música?
–Sí. Me han dicho: “Me acompañaste en momentos muy duros, me diste luz en momentos de oscuridad”. Yo no lo puedo creer porque yo me siento una persona bastante oscura y sufrida como para estar generando eso en el otro. Yo no escribo para quedar bien con nadie, escribo para sacarme el veneno. Es como una terapia. Los verdaderos artistas son los que te conmueven y te hacen sentir menos solo. La música es para mí una compañía, un gran consuelo.
–¿Cómo empezó tu carrera actoral?
–A los 18 años fui a estudiar con Norman Briski, que me echaba de las clases y yo volvía. Fui a seis clases y me echó de cinco. Al tipo le hacía mucha gracia que yo volviera. Recién a mis 40 actué por primera vez y fue interpretando a a Susana Giménez en la serie de Guillermo Coppola. No tengo ni idea de cómo me animé.
UNA NUEVA DIVA
–¿Cómo te llegó la propuesta para hacer el papel de Susana?
–Me llamó el director, Ariel Winograd, que el año pasado me había llamado para hacer música para una serie mexicana, y también por la cortina que le hice a Adrián Suar para la tira Separadas, en 2019. Me dijo: “Necesito que hagas el casting para el rol de Susana Giménez. Yo siento que vos podés llegar a hacer de ella”. Me quedé helada, pero fui. Había un montón de personas, yo no entendía nada y de repente me senté y me dijeron que improvisara. Pedí que alguien actuara de Guillermo (Coppola) y fue como si Susana se metiera en mi cuerpo.
–¿Llegaste a hablar con Susana para poder interpretarla? ¿Te dio algún tip?
–No. Obvio que la quiero conocer, es mi sueño, pero quería que fuera después de que me viese actuar. Me parece la persona más espectacular que tuvo la televisión argentina. Yo la amo y la admiro desde chiquita. Mi familia y yo somos fanáticos. Se ve que tenía sus gestos metidos en mi memoria por haber visto todos sus programas. No es que yo haya actuado en el casting, sino que por un ratito fui Susana. Me imaginé que era ella y empecé a hablar como ella. Al terminar el casting me dijeron: “Encontramos a Susana”. Para mí hacer de Susana Giménez fue lo mejor que me pasó en la vida. Eso me lo llevo a la tumba porque fue una de las cosas más lindas, me hizo muy feliz. Me gusta ser parte de algo que le importe tanto a la gente.
Maquillaje y peinado: Joaquina Espínola (@joaquinamakeupartist)
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