Luis Machin presenta a Lorenzo, su heredero, con quien comparte su amor por la actuación
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Jack Nicholson, Al Pacino, Robert De Niro, Matthew McConaughey, Leonardo DiCaprio. Con algo de presión y desprevenido con el pedido, Lorenzo Machin (15) comparte con ¡HOLA! Argentina su lista de actores favoritos. Es un domingo de otoño y, del otro lado de la mesa, su papá, el talentoso actor Luis Machin (56), levanta una ceja y dice divertido: “Yo no rankeo en el top 5″. Además del apellido y algunos rasgos físicos, padre e hijo comparten la misma pasión por la actuación. Lejos de querer que su hijo mayor siguiera otro camino, Luis no tiene más que orgullo: “Por la inestabilidad laboral y los altibajos económicos, muchos colegas desean que sus hijos no sean actores. Para mí, es la mejor profesión del mundo: es la única actividad que, en una sola, te permite ser todas las demás”, dice.
Protagonista de series, telenovelas, películas y obras de teatro y varias veces premiado (desde el Estrella de Mar que ganó este 2024 como Mejor Actor de Drama por la obra de teatro La última sesión de Freud hasta un Konex por su trayectoria), Luis debutó en la actuación cuando estaba en la secundaria: a los 16 años y en una obra escolar en Rosario, la ciudad donde nació. En su hijo, la pasión se encendió muchísimo antes. En la primaria y con 9 años, “Lolo” –tal como le dicen su familia y amigos– protagonizó junto con su padre Milagro de otoño, una película que le dio una certeza: en ese mundo de cámaras y butacas también quería estar él.
–¿Se critican entre ustedes?
Luis: Yo creía que no era para nada criticón, pero, teniendo en cuenta todas las observaciones que me hizo Lorenzo mientras filmábamos Milagro de otoño, se ve que sí… No hay dudas de que fui un pesado. [Se ríe]. Tendía a dirigirlo. Me costaba verlo como un actor: lo veía como hijo.
Lorenzo: Milagro de otoño fue mi primer trabajo… y no me quedó otra que enfrentarlo. “Que me dirija el director; vos no sos el director”, le decía.
Luis: Lorenzo tiene carácter, y estaba claro que me estaba marcando el territorio. Ese reclamo me hizo reflexionar mucho sobre nuestro vínculo: ¡estaba teniendo la posibilidad de trabajar con mi hijo! En escena, yo me ponía caprichoso y controlador. Entonces, cuando hicimos Perros del viento, traté de distanciarme lo más que pude. Me di cuenta de que debía respetar sus tiempos y no ser tan absorbente con él. Si bien nos sentamos a charlar sobre los personajes que íbamos a interpretar, tuvimos otra conversación… una sobre nosotros, como padre e hijo. Fue un momento bisagra porque, después, yo me aflojé: siento que me enriqueció porque pude escuchar sus necesidades y también me sirvió para detectar cuándo dar un paso al costado.
Lorenzo: Desde entonces, tratamos de separar la relación familiar del trabajo, de mantener esa distancia. Cuando hicimos Perros… estuvimos todo el tiempo juntos: ¡fue un mes en un hotel en Rosario y durante la pandemia! En el set, lo trataba como a un actor más; y, detrás de escena, como mi papá.
–Cuando se habla de Luis Machin, se dice que es uno de los actores más serios de nuestros escenarios. En la vida cotidiana, ¿es igual?
Lorenzo: Papá es muy responsable con lo que hace. Si tiene que estudiar un guion, se encierra en una habitación que tenemos en casa. Veo todo el tiempo cómo trabaja, tacha, marca, agrega cosas… Tiene las ideas superclaras, pero elige que lo juzguen por su trabajo y no por una opinión pública suya que genere controversia. Me parece que, cuando alguien es más conocido mediáticamente, los rótulos se exageran un poco.
Luis: Quizás, visto desde afuera se perciba que soy muy serio. La actuación es una actividad demasiado centrada en uno y eso, claro, genera vicios. [Piensa]. Solía ser una persona muy centrada en mí y me costaba pensarme por fuera de la actuación, el ámbito en el que me siento más auténtico. Ahora, que tengo más años, reconozco que, en otra etapa de mi vida, fui un poco cascarrabias. Tenía pocas pulgas.
–¿Qué te hizo cambiar?
Luis: El tiempo, la experiencia, los golpes… y tener hijos. La llegada de mis hijos “Lolo” y de Aurora me cambió de una manera sorpresiva. Lo agradezco infinitamente. Creo que soy mejor persona desde que nacieron. Empecé a disfrutar las cosas de otra manera. Antes, cuando era joven y no tenía hijos, el tiempo no me importaba. Que ellos llegaran a mi vida me hizo no sólo detener en las necesidades de los demás, sino en querer vivir más tiempo para estar con ellos y acompañarlos.
–¿Cómo te considerás como padre, Luis?
–Creo que uno busca siempre mejorar. Tal como mi papá, yo trabajo mucho; entonces, trato de compartir lo más posible cuando estoy con mis hijos: vamos juntos al cine, al teatro… jugamos a las cartas. Comparado con mis amigos de la infancia, fui un padre grande. Cuando Lorenzo nació yo tenía 40 años y, con Aurora, 44. “¿Por qué no me tuviste antes?”, me han reclamado ellos. Y yo siempre les digo que todo fue cuando tenía que ser y con la mujer que tenía que ser. Si bien mi infancia y la de mis hijos ha sido diferente, traté de trasladar a ellos el vínculo que mis padres tuvieron conmigo, que fue muy amoroso. Cuando te crias de una manera y después sos padre, querés transmitir eso; es la mejor forma de ser generoso con el que viene. En mi familia, no hubo actores. A mi mamá le gustaba el cine, el circo, la tele; ella me transmitió esa pasión. Si bien mi papá tenía curiosidad por las cuestiones artísticas [cincelaba bronce], lo que él quería era inculcarme su amor por el fútbol: me llevaba a la cancha de Newell ‘s todos los domingos y, a mí, esa configuración familiar dominguera me gustaba. Aunque a mí nunca me resultaron atractivos los deportes, con mi papá tuvimos un vínculo lindo e intenso que duró poco. Cuando empecé a tener más conciencia y más lo necesité, se murió. Él tenía 56 años y yo, 16. No llegó a verme actuar.
–Y vos, Lorenzo, ¿saliste futbolero o no?
–No mucho. [Se ríe]. Desde que soy chico, me atrajeron más los teatros y los sets de grabación que los deportes. A mí me divertían más las jornadas extendidas de teatro que ir a un cumpleaños. Tus compañeros no siempre entienden. Y, en la adolescencia, cuando te tomás todo muy a pecho, empezás a pensar: “¿Estaré haciendo algo mal?”. De no haber sido por mis padres, que me llevaban al cine y a hacer cursos y porque tengo un grupo de amigos con quienes compartimos los mismos gustos, me habría sentido un poco solo.
Luis: Con la actuación él siempre fue curioso y muy perceptivo.
–¿Qué planes comparten fuera de la actuación?
Luis: [Piensa]. Juegos de mesa… ¡Pero es el cine y el teatro lo que nos apasiona! Comentamos las películas y series que vemos. Lolo lleva muchas más vistas que yo.
Lorenzo: Este año ya llevo vistas 217 películas. Tengo un registro de todo lo que veo en una aplicación: anoto las películas que me gustan, las rankeo y hago reviews. En vacaciones, llegué a mirar cinco películas por día. Y vi La última sesión de Freud –la obra que su padre protagoniza en el Teatro Picadero– ocho veces: la primera, para entender la obra; pero después, para ir analizando cada movimiento y aprender.
–¿Les gustaría hacer otro proyecto juntos en el futuro?
Lorenzo: Hicimos ya dos películas y, durante la cuarentena, una obra por streaming en la que participó toda la familia, incluso mi mamá [la actriz Gilda Scarpetta (52)] y mi hermana Aurora (11). “¿Y yo no voy a estar?”, dijo Aurora. ¡Nos divertimos mucho! Fue una experiencia distinta no sólo por el formato, sino porque pude ver a papá haciendo malabares para generar ingresos para pagar las cuentas.
Luis: Fue un momento extraordinario y muy difícil. Me acuerdo haber pensado: “¿Qué puedo hacer si no actúo?”.
–¡Pero la gran consigna de la pandemia fue reinventarse!
Luis: ¡Con lo que me costó inventarme! [Se ríe]. Yo siempre había estado orgulloso de haber sostenido mi actividad con deseo durante años y, la verdad, durante la pandemia, no se me ocurría nada. Sentía que no tenía la capacidad de hacer otra cosa. En ese momento, con mucha dificultad y un poco de enojo, organicé a través de las plataformas y las redes sociales charlas con directores de cine y actores. Sobrevivimos económicamente de esa manera por casi dos años.
Lorenzo: Verlo fue, para mí, un gran ejemplo.
–¡Entonces, Luis Machin sí está en tu lista junto con Nicholson, Pacino, De Niro, McConaughey y DiCaprio!
Lorenzo: ¡Obvio! Heredé su pasión por actuar. Como lo he visto actuar desde que soy chico, siempre aprendo algo de él. Admiro que esté siempre estudiando, buscando obras para hacer y que lo conmueva hacer lo que le gusta y no la fama. Hace poco, al término de una función de Esperame, una obra de teatro en la que estuve, alguien del público se me acercó. “Sos igual a tu papá, trabajás igual que él”, me dijo. Soy consciente de que muchos de los trabajos que he hecho hasta ahora han sido porque soy “el hijo de Luis Machin”. Si bien ese título puede ser una herramienta y está buenísimo actuar como Luis Machin, también me gustaría tener mi impronta.
Texto: Mayra Andrade y M. Fernanda Sanguinetti
Maquillaje y peinado: Joaquina Espínola
Agradecimientos: Bar Nápoles.
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