Este 2023 y con 21 años, decidió seguir los pasos de su madre, una gran referente del mundo de la moda argentina
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Ajusta el cinturón del short camel, acomoda el gorro cosaco y da una última mirada al pelo lacio que ahora es más oscuro. Entonces, sale. Camina con las botas off white altísimas por una pasarela en un jardín con enredaderas y un estanque, en una mansión de los años 20 que ahora está colmada de gente. Así, con 21 años y a paso firme, fue, este 2023, el debut como modelo de Francesca Ribero en el Bafweek, uno de los eventos más importantes de la moda de Buenos Aires. “Arranqué y me encantó –dirá ella sobre esa experiencia–. Hay quienes empiezan a modelar a los 15 años. Yo lo hice un poco más grande y me siento cómoda así. Antes no me gustaban las fotos pero, al ir creciendo, me di cuenta de que estaba desaprovechando una oportunidad”.
–¿No habías debutado en 2015, con una campaña que hiciste con tu mamá?
–Tenía 14 años en ese momento, y fue como un juego. A pesar de que tenía un poco de fobia a las cámaras, aquel me pareció un programa divertido. No hice nada más hasta que, el año pasado, Lorena [Ceriscioli, a cargo de Lo Management] me volvió a convocar para trabajar en su agencia. A Lorena la conozco de toda la vida; es amiga de mamá y eso me dio tranquilidad. Desde que yo era chica, me venía proponiendo sumarme a su equipo, pero yo la esquivaba. [Se ríe]. Esta vez, le dije que sí de una.
–¿Le pediste consejos a tu mamá?
–Lo primero que ella me dijo fue “Fran, probá; si no te gusta, no pasa nada, pero probá”. A mamá siempre le pido consejos. Hablo todo con ella; compartimos programas y viajes. Y, en este tema, mucho más: fue su laburo por años. ¡La tiene atada! [Se ríe]. Para las campañas, me da tips. Y, en mi debut en la pasarela, en el desfile de Heidi Clair en el Bafweek, obvio que estuvo ahí, conmigo en el backstage. Caminamos juntas: hacé así, ponete más derecha, andá despacio. Me ha dicho que nunca haga nada si no estoy cómoda y, principalmente, que sea yo.
–¡Después posteó en sus redes lo orgullosa que estaba! ¿Te considerás su heredera?
–Cero; soy una persona normal. Mi mamá fue una referente. En la época en la cual había dos agencias y pocas modelos, ella trabajaba todo el día. Hoy es más relajado. Para mí, ser modelo es un hobby. Mi objetivo es recibirme de diseñadora de interiores [está cursando el tercer año de la carrera] y, tal vez, diseñar muebles. Mientras tanto, organizándome con la facultad, este trabajo me da independencia y me permite tener mis propios ingresos.
–Te parecés físicamente a tu mamá. Te lo dicen, ¿no?
–Los ojitos medio achinados y la boca son de Andreíta. [Se ríe]. Compartimos los mismos colores: la piel y el pelo [hace poco, Fran decidió oscurecérselo]. Pero creo que soy una mezcla de ella y de mi papá [el empresario gastronómico Federico Ribero, quien murió en 2013 como consecuencia de un cáncer de pleura diagnosticado en 2011]. Sé que tengo mucho de él, como la perseverancia y la voluntad. También soy amiguera y me encanta la música. Me ha pasado encontrar temas que, cuando se los comparto a mamá, ella me cuenta que eran los favoritos de mi viejo.
HERENCIAS Y EJEMPLOS
Cuando no desfila o cuando no está haciendo fotos para alguna campaña, Francesca asegura que la veríamos con un look oversized. “No tengo estilo definido, pero sí necesito estar cómoda, incluso si voy a bailar. Para el día, me gustan los buzos, los jeans y las camperas grandes, bien a la moda de hoy. Tengo unos blazers que quedaron de mi viejo que uso mucho”, cuenta ella, mientras la maquillan para la producción de fotos para ¡HOLA! Argentina. Los árboles, la gran fuente-monumento y el ajedrez inmenso de Plaza Alemania se meten por el ventanal de la casa de Palermo Chico donde Fran vive junto a su mamá y su hermano Stefano (18). Bien luminoso, el piso conjuga piezas de arte y de decoración en perfecta armonía. “Antes, vivíamos en zona norte. Cuando papá se enfermó, vinimos para Capital. Fue la mudanza más difícil que tuve: supuso irme de la casa donde había crecido con él, con mi mamá y mi hermano. Después, me fui amigan con la idea: estar acá te permite estar cerca de todo”, dice Fran… o “Chuna”, como la llama cariñosamente su mamá.
–Hay mucha presencia de tu papá en esta casa. Este 2023 se cumplieron diez años de su muerte.
–Está en cada lugar. Nos encanta tenerlo presente. Hay familias a las que no les gusta hablar del tema [de la muerte de un familiar]; para nosotros, en cambio, no es un tema tabú. Dicen que lo prime - ro que te olvidás de una persona es la voz; por suerte, él nos dejó muchos videos. Tenía una videograbadora y, con la idea de dejarnos mensajes a nosotros, filmaba todo. Una vez, encontré en la computadora un video suyo para mamá, “Fefo” (así le dicen a Stefano) y para mí que empezaba con: “Si estás mirando esto es porque yo no estoy acá…”. Era una persona muy especial: no hay quien no hable maravillas de él. Verlo y escuchar su voz es muy fuerte. Leí dos veces su libro [Inspirar, de El Arte de Vivir Mejor que publicó Editorial Planeta y que Ribero coescribió con Juan Mora y Araujo]. No quiero olvidar qué pensaba, cómo vivía la vida. Cuando se enfermó, se dio cuenta de que, en este mundo, había que dis - frutar la vida cada segundo como si fuera el último. “Estamos de paso”, decía. Este año, que se cumplieron diez años, mi mamá organizó un rezo. Cada uno de nosotros y de sus amigos le dedicó unas palabras. En el Día del Padre, en mi cuenta de Instagram, yo escribí que él no había estado de paso, que siempre iba a estar en mi corazón y en mis pensamientos. Sólo me sale sonreír cuando hablo de él. Si bien yo tenía 10 años en 2013, su muerte me hizo madurar como persona.
–Y tenés su nombre tatuado en el brazo.
–Mamá y mi hermano también. Yo, además, sumé en mi otro brazo su fecha de nacimiento. Te confieso que más de una vez me han preguntado quién es Federico. Quienes me conocen ya saben del tattoo porque, cuando me lo hice, lo conté en mis redes; pero si a alguien le intriga, puede preguntar nomás. Estoy orgullosa de ser su hija. Ante experiencias tan complejas y shockeantes como la pérdida de un ser muy querido, cada persona reacciona diferente. Creo que hay que permitirse sentir lo que a uno le pasa, desde estar triste hasta llorar. Cuando murió papá, mi mamá estaba destrozada, pero siento que me dio un gran ejemplo: con esfuerzo, valentía y mucha voluntad, me mostró que se puede salir adelante y sonreír.
Producción: Alejandro García. Maquillaje: Natalí Pomasoncco para Sebastián Correa Estudio con productos Givenchy. Peinado: Natalí Pomasoncco para Sebastián Correa Estudio. Agradecimientos: Anna et Camille, Santesteban y Evangelina Bomparola.
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