El ex representante de modelos de los años 90 nos recibe en su departamento de Recoleta y en una charla íntima comparte su nuevo presente
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Ya hace siete años que vive en su departamento de Recoleta. Atrás, en el pasado, quedó la quiebra de su histórica agencia de modelos de los años 90, la venta de su chacra La Paternita en San Antonio de Giles para saldar deudas y su etapa “más oscura” marcada por la depresión y el alcohol. Ricardo Piñeiro (67), ex manager de Mariana Arias, Andrea Frigerio y Paula Chaves, confiesa estar atravesando hoy uno de los momentos más felices de su vida. Además de colaborar todas las semanas como voluntario de la parroquia Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Recoleta –donde recibe y acompaña a personas en situación de calle–, Richard volvió a conectarse con una vieja pasión: la fotografía.
“Es algo que siempre me atrapó. Me gusta su magia porque enseguida te conecta con muchos lugares”, dice él mientras acaricia a Olympia, una de sus cuatro perritas Dachshund. “Yo venía bastante desmotivado, había armado y tenía casi cerrado un proyecto para crear una empresa de imagen y estilismo para asesorar a mujeres, pero llegó la pandemia y ese sueño quedó a mitad de camino. Necesitaba volver a conectarme con algo que me apasionara de verdad y eso lo encontré en la fotografía. Un día, mientras caminaba por la zona de la Isla, en Recoleta [las cuadras que rodean a la Biblioteca Nacional], me llamaron la atención las puertas de los edificios y ahí me entusiasmé con la idea de empezar a sacarles fotos con mi celular”, explica el ex modelo. Hoy ese trabajo fotográfico se transformó en una exposición a la que llamó “Íconos de Buenos Aires”, la muestra que, después de ocho meses de trabajo, presenta el próximo 5 de julio en Quintana Casa.
–¿Qué fue lo que te impulsó a fotografiar las puertas?
–Me pareció importante resaltar el increíble patrimonio que tenemos, pero que nadie ve. A medida que iba sacando fotos, me di cuenta de cómo las puertas se volvieron invisibles para el ojo común y por eso quise inmortalizarlas. Retraté las del Teatro Colón, el Teatro Cervantes, el increíble Templo Libertad –la primera sinagoga de la Ciudad de Buenos Aires– y las que más me llamaron la atención de la Isla y de Barrio Parque.
–¿Cuál fue tu mayor desafío?
–Fue un proceso de mucho aprendizaje; de hecho, tuve que hacer el trabajo dos ve - ces. [Se ríe]. La primera vez que se lo mostré a la curadora Vicky Peláez fue terrible, porque me dijo que no le habían gustado nada las fotos. Me quedé en shock porque le había mostrado como cuatrocientas tomas, pero después entendí su mirada. Y no sabés lo bien que me hizo. Ella me hizo una devolución y me dio un par de indicaciones para hacerlo de nuevo. Cuando le volví a mostrar el material le encantó y pusimos la fecha.
–¿Cómo estás viviendo esta nueva etapa, después de vender tu chacra La Paternita de San Antonio de Giles?
–Muy bien. Ya hace siete años que estoy en este departamento. La verdad es que mi último tiempo en el campo no fue el más lindo, por eso hoy disfruto mucho todo lo que tengo en este lugar, acá ya me siento más contenido.
–¿Tenés alguna rutina?
–Lo primero que hago cuando me levanto es armarme un muy buen desayuno: seis claras de huevo, una banana, un poco de nueces y pasas de uva y queso y mermelada. Al mediodía me como otras tres claras de huevo y a la noche las últimas tres. En total como una docena de huevos por día; sé que a la gente puede parecerle un montón, pero para mí no hay nada como la proteína. Y al gimnasio voy de lunes a sábado… Me encanta porque la actividad física ya me predispone mentalmente de otra manera. Para mí el gimnasio es un estilo de vida. Y después saco a pasear a las chicas [sus perritas Amelie, Olympia, Helena y María Jesús], dos o tres veces por día. Son muy compañeras.
–¿En qué consiste tu trabajo como voluntario en la parroquia, cerca de tu casa?
–Ya desde hace cuatro años que vengo colaborando con ellos. Voy todos los lunes a recibir a las personas en situación de calle que vienen a comer. Reparto los números de la fila y doy una mano a las voluntarias para organizar las mesas. Ayudar al otro está bueno no sólo porque me hace muy feliz, sino porque también siento que estoy devolviendo todo lo que Dios me dio.
–¿En qué te cambió esta experiencia?
–Confieso que antes de comenzar a colaborar con la parroquia, cometía el error de juzgar a la gente que vive en la calle. Hoy tengo otra mirada, me pon - go en el lugar de ellos y no puedo más que valorar que tengo un techo bajo el cual duermo todas las noches. El otro día vino un pibe descalzo y, apenas lo vi, fui a casa y le di un par de alpargatas. Me salió del alma, tenía una soledad tremenda. Si podía dar eso, ¿cómo no lo iba a hacer? Siempre digo que la parroquia Las Esclavas me salvó la vida. Yo fui a sus grupos de ayuda cuando tomaba alcohol, por eso quiero retribuir y transmitirle a la gente que está pasando situaciones oscuras que siempre hay un nuevo despertar. Si tenés voluntad y te entregás a Dios, podés salir adelante y empezar una nueva vida.
–De alguna manera compartís tu propia experiencia de vida.
–Exacto. Yo pasé por todas y hoy puedo decir que no guardo nada de rabia ni tristeza por lo que perdí. Hace seis años que no tomo una gota de alcohol y si bien me pasaron cosas horribles con el cierre de mi agencia, no estoy enojado. Me la hicieron fea e injustamente y no la pasé nada bien, pero bueno, me repuse. Desde hace un tiempo leo todos los días el libro Los cinco minutos del Espíritu Santo y agradezco al Señor por este momento. El presente es maravilloso y elijo quedarme con eso.
"Los grupos de ayuda de la parroquia Las Esclavas me salvaron la vida. Hoy trabajo como voluntario no sólo porque me hace feliz, sino porque siento que estoy devolviendo todo lo que Dios me dio"
–¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
–¡Uf! El paso del tiempo es cruel y hay que tratar de llevarlo con la mejor dignidad. Para alguien como yo, que toda su vida trabajó en el mundo de la moda, el paso de los años me hace ruido. Yo laburé básicamente de la imagen y por eso creo que me cuesta más.
–¿Cómo te sentís hoy?
–Estoy pasando uno de los momentos más lindos de mi vida porque de verdad creo que estoy manejando las cosas bien, siento que sané otras tantas.
–¿Estás en pareja?
–No, estoy solo, pero me encantaría enamorarme. La vida de a dos también es linda.
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