Actualmente, se sube al escenario para hacer “Parque Lezama” junto a Luis Brandoni y Eduardo Blanco
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Prepara unos mates y una picada para charlar relajadamente con ¡HOLA! Argentina mientras en el living de su casa –que comparte con una amiga– suena Rosalía de fondo. Tiene una voz suave, es pausada al hablar y parece mucho más chica de lo que es. Cumelén Sanz tiene 33 años y un largo camino en la actuación que comenzó cuando era adolescente y que transita a paso lento, pero firme. Cada uno de los proyectos que eligió la llevó a vivir de lo que la apasiona. Se formó con grandes maestros –Cristina Banegas, Norma Angeleri y Matías Feldman, entre otros–, y trabajó en series como Violetta, Apache y No te olvides de mí con Leonardo Sbaraglia, papel por la que fue nominada como Actriz Revelación en los Premios Sur y en los Cóndor de Plata. En 2019 se lució en las series Monzón (donde interpretó a Silvia, la hija del boxeador) y El marginal 3 (hizo a “La Kary”, la novia del famoso “Diosito”). La actuación también la hizo aterrizar en España. Allí, trabajó en la película La jefa, que coprotagonizó nada menos que junto a Aitana Sánchez Gijón (el film estuvo entre los más vistos de Netflix). Actualmente, en teatro se sube al escenario para hacer Parque Lezama, junto a Luis Brandoni y Eduardo Blanco bajo la dirección de José Luis Campanella. “José Luis ve las funciones por Zoom, no se pierde ni un detalle”, asegura Cumelén. “Los miedos y la incertidumbre que genera esta profesión siempre están porque es una carrera que depende mucho de que te llamen. Pero esos momentos sin trabajo también me sirven para tomar impulso, organizarme y ver hacia dónde quiero ir. Cuando termina un proyecto trato de no caer en la ansiedad. Confieso que hay un duelo y te agarra eso de “¿y ahora qué?”. Por suerte tengo un año cargadito, estoy muy entusiasmada porque se vienen muchos estrenos y eso permite seguir en movimiento… Vengo en una buena racha”, confiesa.
Su nombre es de origen mapuche, aunque no tiene que ver con sus raíces. “Cuando mi mamá lo escuchó por primera vez, le gustó mucho y dijo que si tenía una hija la iba a llamar así por su significado: ‘nacida en paz’. Sus padres no pertenecen al mundo del arte, pero su papá (que se dedica a la administración de consorcios) es un amante de la fotografía y fue él quien le regaló una cámara. En ese instante descubrió una nueva pasión: captar a través del lente momentos de su vida y de los amores cercanos. “Es casi una obsesión, la llevo a todas partes y registro como si fuese un diario íntimo, pero con fotos”. Así comenzó a retratar a sus abuelos maternos y en algún momento ese material se transformará en un libro. “Soy canceriana y es muy importante para mí la conexión con mi familia, mis amigos... Tengo que agradecer tener a mis abuelos con vida, que son muy mayores, y poder disfrutarlos tanto”, dice. José Mariano Sanz Lacara, su abuelo paterno, era escritor y durante el stop forzado que le puso la pandemia a su profesión, se dedicó a leer sus obras. Ahora uno de los proyectos de Cumelén es llevar una de esas historias (el amor de su abuelo con una prostituta en Nueva York en los años 60) a la pantalla grande.
–¿Cómo te llegó la propuesta de trabajar en la exitosa película española La jefa?
–Trabajar en España empezó como un sueño. Antes de la pandemia viajé con mi hermana y después me quedé un tiempo sola. Me fui con un listado de todas las agencias de actores. De los treinta mails que mandé, sólo me contestaron cinco y una sola me dijo que le interesaba mi perfil, pero como no tenía documentos para trabajar allá era casi imposible. Me acuerdo que me dijeron: “En treinta años de trabajo, una sola vez nos pasó que una actriz sin visa consiguiera un papel”. “Yo voy a ser la segunda en la historia de la agencia”, les respondí. Un tiempo después me llamaron. En realidad, buscaban una actriz colombiana, pero el director me eligió a mí. En un mes me hicieron la visa de trabajo y la experiencia fue maravillosa. Cuando estuve en Madrid vi Parque Lezama y pensé “qué linda obra”, y ahora estoy haciéndola en Buenos Aires.
–Cuando te ponés algo como meta, lo lográs.
–Puede sonar trillado, pero de verdad uno crea lo que cree. Las palabras tienen un enorme poder y si realmente lo deseás y trabajás, porque nada es mágico, lo lográs.
–¿Cómo fue trabajar junto a tremenda actriz como Aitana Sánchez Gijón?
–Una experiencia hermosa. Ella venía de hacer Madres paralelas con Pedro Almodóvar y para mí fue ¡guau! Es muy amorosa, contenedora, hubo rápidamente una energía muy fuerte entre nosotras.
–Además de actuar, también te animás a posar como modelo.
–Me gustó hacerlo por la propuesta de la marca Furzai. Nos convocaron a cinco artistas y esta colección se caracteriza por los prints abstractos con un toque arty. Cuando una posa se transforma en otra persona, también cuenta una historia.
–¿Cómo elegís los trabajos?
–En algún momento de crisis económica confieso que no tuve demasiado tiempo para pensar detalladamente algo que me propusieron y lo acepté igual. Pero siempre trato de que me interese la historia que hay detrás del personaje porque de cada papel que hice siempre me llevé algo.
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