La periodista deportiva nos recibe en su casa y nos cuenta sobre sus inicios y la importancia que le da a los vínculos
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Ese cuadro es uno de los primeros objetos que incorporó cuando se mudó a su departamento en la zona de Victoria, hace más de cinco años. Está ubicado arriba de su cama y dice “She believed she could, so she did” [’Ella creía que podía y lo hizo’, según su traducción del inglés], casi como un recordatorio que resume el camino de Sofía Martínez (31), la periodista deportiva que se abrió un lugar en un mundo masculino y que conquistó a todos con su cobertura cargada de emoción en el Mundial Catar 2022 y en los Juegos Olímpicos de París. “Muchos periodistas deportivos se maravillan con la táctica; a mí, lo que me quita el sueño son las emociones. ¿En qué piensan los deportistas?, ¿qué sienten?, ¿tendrán miedo de no estar a la altura de las circunstancias? Son preguntas que nos hacemos todos; me las hago yo, que no me mira nadie, imaginate ellos, que tienen a un país en vilo. Las emociones mueven al mundo. Pero, además, nada tiene valor si no lo compartís con quien te quiere, te banca y te acompaña: Leo Messi señalando a la familia después de ganar el Mundial; Leandro Paredes dedicándole el triunfo a su mamá… Para mí, todo vale la pena por los vínculos”, asegura ella.
–¿Siempre soñaste con ser periodista deportiva?
–No. Soy la menor de tres hermanos que nacimos en una familia en la que todos son profesionales; pensé que lo mío sería Abogacía. Después de largar la carrera, me anoté en Ciencia Política. ¡Y tampoco! Estaba muy perdida. Se me cruzó Periodismo Deportivo [estudió en TEA] cuando estaba trabajando con Guido Kaczka. ¿Cómo no lo había pensado antes? De chica, era fanática de los deportes: amaba hacerlos y mirarlos. Durante la primaria, me costaba hacerme amigos. Era muy apegada a mi mamá. Insoportable. Todo cambió cuando, en el colegio, el deporte dejó de ser recreativo para ponerse más exigente. Ahí empecé a lucirme, empezaron a elegirme, me vinculé con gente. Para mí, el deporte fue una llave.
-¿Qué sentís cuando colegas tuyos te llaman la Messi de los periodistas? [Así la llamó Tití Fernández, quien –al despedirse de la profesión- la felicitó y le dedicó a Sofi unas palabras].
-Nada más que agradecimiento porque fueron mis colegas quienes me ayudaron cuando empecé con el periodismo deportivo. También siento mucho el cariño que me tiene la gente. Ya pasaron dos años desde el Mundial de Catar y que, aún hoy, me sigan diciendo “Le dijiste a Leo lo que todos le queríamos decir” me emociona. Hay que tener en cuenta que lo que genera un mundial no lo genera nada en la vida, ni siquiera una elección presidencial. Pero con la cobertura que hice para los Juegos Olímpicos y para la Copa América, que fue el evento más grande después del Mundial, también sentí mucho cariño hacia mí. Cuando digo que la hinchada argentina es mi familia, lo digo de verdad.
-Sofía Martínez como un puente…
-No lo pensé así en aquel momento. Pero después me di cuenta de que, en las charlas o entrevistas que hacía con los deportistas, ellos me contaban cosas que nunca le habían confiado a nadie antes, ni a su familia, ni a sus amigos: me lo entregaban, como un regalo sagrado. Me pasó en el Mundial y también en JJ. OO., donde tuve oportunidad de conocer historias todos los días: quien viene de competir sale con el alma desnuda. En la villa olímpica, había atletas corriendo y corriendo; daban vueltas sin parar. Y yo pensaba “¿Qué estarán pensando? Están corriendo desde ayer, desde hace una semana, desde tienen diez años. Llueve y siguen; hay 40° y siguen; no ven a su familia y siguen. Tener la posibilidad de preguntarles cómo están, cómo se sienten, qué piensan es alucinante.
-Para cubrir eventos como el Mundial o los JJ. OO., te vas por más de un mes. ¿Te cuestiona tu familia por tu ritmo de vida?
-¡No! [Se ríe]. Mi familia nunca me ha hecho ningún cuestionamiento. Mis padres están orgullosos: cada vez que alguien en la calle me dice algo piola, se pone más que feliz. Mi papá siempre fue un fanático del deporte. Cuando fui al Mundial, mi mamá, que es la menos futbolera de la familia, se la pasó con la televisión prendida para verme durante el segundo en el que yo aparecía. Están pendientes de todo lo que hago.
–Además de atrapar con tus entrevistas y relatos, cada vez que aparecés en una gala o alfombra roja, te ponderan tus looks. El mes pasado, para la ceremonia de los Premios Ídolo, llevaste un modelo de Ramírez. ¿Te considerás una influencer?
–¡Noooo! Para la alfombra roja, trato de estar a la altura de las circunstancias. [Se ríe]. A la hora de vestirme, mi estilo es más bien relajado. En la secundaria, cuando empecé a ir a fiestas, mientras mis amigas se ponían remeras de un solo hombro, yo iba con bermudas y la camiseta de las Leonas. Me llamaban “La Raulito”, con cariño...
–¿La pasaste mal?
–No te digo que estaba acomplejada, pero… Si bien yo quería vestirme con la camiseta de hockey, al mismo tiempo notaba que lo que yo elegía no encajaba dentro del canon femenino. “Tendrías que ser más femenina”, me decían. Desde ya que, con el tiempo, entendí que mi feminidad no se jugaba por ser fanática del deporte. Con la moda oversized, siento que tuve mi revancha. [Se ríe]. Y, para las galas, ya estoy tomando confianza: sé lo que me gusta y lo que me hace sentir que me representa. El Ramírez que llevé para los Premios Ídolo combinaba bien con las tres estrellas [de los Mundiales ganados por la Argentina] y con los anillos de los Juegos Olímpicos que tengo tatuados. Me sentí muy cómoda; me sentí yo.
–Los programas de espectáculos especularon con una reconciliación con Diego Leuco [Sofía y el periodista, hijo de Alfredo Leuco, fueron novios por dos años].
–También dijeron que estaba saliendo con Marcos Ginocchio [modelo y participante de Gran Hermano]. Lo que se inventa es de locos y, en lo profesional, afecta mi trabajo e involucra mi credibilidad. Me saqué una foto con Pablo Aimar [ex futbolista y entrenador], a quien admiro, y armaron una historia, como ya antes me había pasado con Messi. ¿Por qué pasa eso? ¿Porque soy mujer cubriendo deportes? Esta profesión tiene muchas cosas lindas, pero también tiene estas, que no comprendo, como cuando me criticaron por haber entrado al vestuario de Boca [En 2023, en la despedida de Juan Román Riquelme, Coco Basile le dijo que se fuera del vestuario cuando, minutos antes, el periodista Titi Fernández había entrado]. Me dijeron de todo. Es injusto y, como profesional, no está bueno. Cuando el patrón se repite, me pregunto si no tiene que ver con el machismo que todavía hay: se habla del chisme y no de mi desempeño laboral.
–Pero ¿volvés con Diego? En tus redes, tus dos millones de seguidores piden por la vuelta…
–En este momento, no estamos juntos. Con Diego nos queremos y nos admiramos mutuamente. El año pasado, cuando decidimos separarnos, lo hablamos. Los dos somos de charlar mucho, de contarnos qué nos pasaba. La comunicación es clave para una pareja. Él no la pasó bien y yo tampoco: me acuerdo de que yo tenía que cubrir las Eliminatorias y sólo quería estar en casa. Yo no estaba en mi mejor versión y sé que a él le pasó lo mismo, pero nos fuimos acompañando.
–Sos difícil de conquistar?
-Antes, era más difícil. Ahora, creo que no tanto... pero no sé [Se ríe].
-¿Te cuesta estar sola?
–Cuando me engancho, me engancho: me gusta estar de novia, pero también disfruto estar sola. En este momento, no me hace falta un amor. Mi trabajo, que ocupa mucho de mi día y de mi semana, me apasiona. Si bien puedo pasar un mes afuera cubriendo eventos, puedo cancelar un trabajo para estar con mis sobrinos. Si tuviera hijos, querría que tuvieran una relación como la que yo tengo con mis hermanos, Agostina y Tomás que, junto con mis padres, son mis personas favoritas. Desde hace años, juego el fin de semana al fútbol con amigas en torneos amateurs en zona norte: desde que empieza la semana, ese momento –el antes y el después de los partidos– es, por escándalo, el que más espero.
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