“Tenía ganas de vivir en un lugar más tranquilo. Estaba cansada de la inseguridad de nuestro país”, cuenta
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Tenía apenas 16 años cuando Silvana Di Lorenzo (69) debutó en el programa Música en libertad. La adolescente que cantaba temas en italiano, dueña de una cara angelical y una voz de estilo único, la convirtieron en una protagonista casi absoluta de la canción romántica en las décadas del 70 y 80 con éxitos como “Tú eres esa chica enamorada”, “Parole Parole”, “Grande, grande, grande”. Grabó dieciséis discos y formó parte junto a Chico Novarro del inolvidable espectáculo Arráncame la vida. Cuando era parte del exitoso Alta tensión, conoció a su primer marido, Fernando Bravo, con quien tuvo a Natalia (45), Lucía (42) y Fernando (39). Tras ocho años de matrimonio, se separaron y cuando no buscaba nada porque “yo estaba muy tranquila y bien” –aclara–, una amiga se empeñó en presentarle a su primo, René Pontoni. Con él encontró nuevamente el amor, un amor que la acompaña desde hace tres décadas. Junto a él, se radicó en Miami hace seis años, donde apostaron a una vida más relajada, aunque ambos siguen trabajando: Silvana hace presentaciones por toda Latinoamérica y Estados Unidos, y René –que es escribano y trabaja a distancia– viaja a Buenos Aires con frecuencia.
–¿Por qué decidieron irse a vivir a Miami?
–Comencé a venir por trabajo mucho tiempo antes de decidir quedarnos a vivir. Me resultaba más práctico estar acá, trabajo mucho por Latinoamérica y las contrataciones son más fáciles desde acá. Cuando mi hijo se instaló en Miami, decidí quedarme. Además, teníamos ganas de vivir en un lugar más tranquilo. Estaba un poco cansada de la inseguridad y la inestabilidad del país, algo que va de mal en peor.
LAS IDAS Y VUELTAS DE LA ARGENTINA MÁS ITALIANA
Silvana nació en Buenos Aires, pero a los pocos meses sus padres se fueron a Nápoles (Italia). Su papá era italiano y su mamá, argentina. Cuando tenía 11 años, regresaron a Buenos Aires y al poco tiempo volvieron a Italia. Cuando su padre murió, su mamá decidió volver a Buenos Aires para seguir con su trabajo como concertista y profesora de piano.
–Tuviste una infancia con mucho desarraigo. ¿Te costó instalarte en otro país en esta etapa de tu vida?
–Yo ya emigré cuando era chica, ahora no me afecta. Nos fuimos de un país difícil… Nos duele en el alma ver lo que está pasando porque seguimos las noticias.
–¿Y a René no le costó?
–Calculo que no le afectó porque nunca se quejó. [Se ríe a carcajadas]. Pero él viaja seguido por trabajo y también para ver a sus hijos y nietos.
–Hace treinta años están en pareja. ¿Cuál es el secreto?
–A veces se da, ¿no? Después de que me separé de Fernando (Bravo), una amiga insistía para presentarme a su primo. Se venían las fiestas de fin de año y ella quería levantarme el ánimo. Yo estaba bien, pero ella insistía. René me llamó a los quince días, o sea ya a mediados de enero. Acepté salir a tomar algo casi por compromiso. Nos vimos una vez más y acá estamos, nunca más nos separamos. Nos llevamos muy bien, los dos disfrutamos el presente y nunca pensamos en el mañana. Somos muy compañeros, nos divertimos juntos y también nos gusta hacer cosas por separado.
–¿Cómo es tu vida en Miami?
–Muy relajada. Me despierto muy temprano y salgo a caminar todas las mañanas, a las 7.30, porque a esa hora no hay ruidos. Vivimos a 300 metros del mar. Ya tenemos la ciudadanía y eso es una tranquilidad. Sobre todo si quiero pasar más tiempo en Argentina cuando voy.
–¿Te molesta que en la Argentina piensen que estás retirada?
–No, para nada. Allá se me conoce desde el vamos, se sabe de mi primer marido y de mis hijos. Soy como de la familia. Trabajé mucho y viajé por toda Latinoamérica hasta que nacieron mis chicos. A partir de ahí no quise moverme. Sólo seguí yendo a Chile porque estaba cerca y podía cumplir con mis compromisos en un fin de semana, no quería dejar a mis hijos tan chiquitos demasiado tiempo solos.
SOBRE EL ESCENARIO
Mientras celebra los 50 años de su primer disco, Me muero por estar contigo, sigue organizando giras: en octubre se presentará en Perú, donde dará una serie de recitales por Puno, Arequipa y Cusco. Es un buen momento para mirar su carrera en perspectiva. Por ejemplo, aquellos años en que Silvana compartió escenario con Chico Novarro con el show Arráncame la vida. Cuando surge el tema, es inevitable que ella se emocione al hablar del cantautor que murió el 18 de agosto pasado. “Micki [como ella lo llama cariñosamente] era una maravilla de persona, re buen compañero. Siempre nos pedían que volviéramos a hacer Arráncame la vida y él decía ‘ya estoy grande, no puedo bailar’ y yo le decía ‘¡Dale! vos cantás y yo bailo’. Era increíble, siempre de buen humor, con una sonrisa. Una vez me llamaron para hacer el mismo espectáculo, pero con Juan Darthés y yo les dije ‘si no es con Chico, no lo hago’. Éramos amigos y cada vez que iba a Buenos Aires, nos tomábamos un café. Quedé shockeada cuando me enteré de su muerte porque, si bien estaba grande, yo lo veía bien. Es horrible estar lejos cuando recibís este tipo de noticias. Es un año de pérdidas fuertes. El 2 de mayo pasado murió mi mamá, un día después de mi cumpleaños). Me había llamado por videollamada para saludarme. Por suerte pude viajar para despedirla”.
–¿Te gustaría volver a cantar en tu país?
–Teníamos un proyecto muy lindo con Gustavo Yankelevich, un espectáculo musical, pero se postergó por la pandemia y después él estaba con Casados con hijos en el teatro, así que lo dejamos para más adelante. Además, como yo no tenía la ciudadanía aún no podía pasar muchos meses fuera de Estados Unidos para trabajar. Ahora vamos a retomar la idea.
–¿Y la actuación?
–En actuación hice cosas pequeñas que tuve que pensar mucho. En los 90 trabajé en la tira la novela Alen, Luz de Luna y me encantó la experiencia. Me acuerdo de que estaba mirando televisión y escuché que una actriz había rechazado el papel porque significaba instalarse en San Martín de los Andes y yo pensé “si me lo ofrecen, ni loca lo dejo pasar”. Y casi mágicamente me llamaron. Me instalé un año allá. La producción nos daba la posibilidad de viajar una vez por mes a Buenos Aires para ver a mi marido y mis hijas. Sólo volví el primer mes. [Se ríe]. Me enamoré tanto del lugar que mi pasaje se lo daba a ellos para que vinieran a verme. Se me caían las lágrimas cuando terminé de grabar. No me quería volver.
“CREO QUE SOY UNA MUY BUENA ABUELA”
Silvana habla orgullosa de sus tres hijos y sus cinco nietos. “Natalia es cantante, canta música country, tiene una banda que suena y le va muy bien en la Argentina. Es la mamá de Santiago y Sofía. Lucía se mudó a Bahía Blanca, es mi jefa de prensa y mamá de Julia. Y Fernando vive acá, trabaja para Spotify, se casó acá con Alina y tienen a Sebastián y Nicolás”.
–¿Estás conforme con tu rol de madre?
–Siempre estuve muy pendiente de mis hijos, de hecho no viajaba a hacer shows cuando eran chicos. Un día me dijeron “Ya te podés ir, estamos grandes”. Siempre me gustó estar en casa y prioricé la familia. Obviamente, tenía una situación que me permitía hacerlo.
–¿Cómo sos como abuela?
–Yo creo que soy muy buena. Les dejo hacer todo lo que no le dejan hacer los padres. [Se ríe]. Una vez por semana, Sebastián y Nicolás vienen a comer a casa y les hago toda la comida que les gusta y que sé que en su casa no van a poder comer.
–¿Te cuesta tener lejos a tus hijas y al resto de tus nietos?
–Por suerte tenemos la posibilidad de viajar dos o tres veces por año y pasar un tiempo en Buenos Aires con Natalia y los chicos y después ir a Bahía Blanca para visitar a Lucía. Es un lugar que disfruto muchísimo porque se vive muy tranquilo. De hecho, siempre paso las fiestas de fin de año allá. Obvio que me gustaría que Lucía esté más cerca porque trabajamos juntas.
–Con Fernando (Bravo), ¿cómo se llevan?
–Nos separamos sin conflicto. Somos familia, amigos y nos llevamos muy bien con él y Andrea, su mujer. Muchas veces pasamos las fiestas todos juntos.
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