Reconocida por su talento y sus conquistas, a Richard Burton, el hombre de su vida, le dijo “sí, quiero” dos veces
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El corazón sabe cuándo una conoce al hombre apropiado. No cabe duda de que Nicky es el hombre con el que quiero pasar el resto de mi vida”. La afirmación, rotunda, salió de la boca de Elizabeth Taylor apenas se casó con Conrad “Nicky” Hilton. Entonces ella tenía 18 años y no imaginaba que el heredero del imperio de hoteles con fama de playboy sería apenas el primero de una larga saga de amores que terminaron en el altar. En total, la diva de los ojos violetas tuvo la curiosa performance de siete maridos y ocho bodas: a su gran amor, Richard Burton, le dijo “sí, quiero” dos veces.
RICO Y MUJERIEGO
A Conrad Hilton lo conoció en una disco llamada Macambo. Liz ya era una actriz conocida y él frecuentaba los círculos sociales más exclusivos. Se casaron en mayo de 1950 ante 700 invitados y los estudios MGM le regalaron a la novia el traje diseñado por Helen Rose, una de las diseñadoras favoritas de Hollywood, quien años después realizaría su traje nupcial más emblemático: el que llevó Grace Kelly en su boda con Raniero de Mónaco. Pero el “príncipe azul” no resultó tal. No se adaptaba a vivir al lado de una estrella, era adicto al alcohol y al juego, y ejercía sobre ella una conducta abusiva: las discusiones, insultos y golpes se volvieron cada vez más frecuentes en los nueve meses que duraron. Años más tarde, Liz recordaría esa etapa como una auténtica “pesadilla”.
MICHAEL POR DOS
Dispuesta a olvidar el mal paso, Liz se consoló con el actor británico Michael Wilding, veinte años mayor que ella. Se casaron en 1952 y se convirtieron en padres de Michael Jr. y Christopher. Pero la fama en ascenso de ella y la inseguridad de verse a las sombras de su mujer de él, hicieron inevitable el divorcio, que firmaron en 1957. La siguiente escala amorosa fue en el corazón del productor Michael Todd. Se casaron en México en febrero de 1957 y Liz ya estaba embarazada. Al poco tiempo él, que adoraba la atención de los medios, hizo una fiesta para 18 mil personas en el Madison Square Garden para celebrar el primer aniversario de su película, La vuelta al mundo en 80 días. En marzo de 1958, tenían que tomar un vuelo, pero la actriz no se sentía bien, así que decidió quedarse en casa. El avión se estrelló y su marido perdió la vida. Elizabeth Frances Todd prácticamente no conoció a su papá.
UN POCO DE MÚSICA
En mayo de 1959, la ganadora del Oscar se convirtió al judaísmo para volver a pasar por el altar de la mano de uno de los cantantes más famosos de la época, Eddie Fisher. Fue todo un escándalo cuando Fisher decidió divorciarse de su primera mujer, la también actriz Debbie Reynolds, para casarse con Elizabeth, viuda de su mejor amigo. Para colmo de males, Liz y Debbie también eran amigas, así que tildaron a Liz de robamaridos. El matrimonio terminó cinco años después.
UN AMOR DE PELÍCULA
La relación que marcó un antes y un después en la vida de Taylor fue la que tuvo con Richard Burton, su quinto marido. Se conocieron en 1962, cuando filmaban Cleopatra en Italia. Los dos estaban casados, pero no pudieron evitar que la pasión que mostraban en cámara traspasara la pantalla. Tampoco hicieron nada por ocultarlo. En el set era vox populi lo que pasaba entre ellos, por lo que los paparazzi los seguían a sol y a sombra para retratar el día a día de esta historia prohibida. Finalmente, Liz y Dick, como los llamaba la prensa, se divorciaron de sus respectivos y se casaron en marzo de 1964 durante una ceremonia íntima en el Ritz-Carlton de Montreal. A lo largo de los diez años que estuvieron juntos adoptaron a su hija, María, cuando tenía 3 años, ella lo apoyó en su carrera en solitario (porque juntos coprotagonizaron once películas) y él la llenó de joyas espectaculares, otra de las grandes debilidades de Taylor.
Pero no todo fue color de rosa. También peleaban de manera escandalosa, se entregaban al alcohol de la mañana a la noche y se celaban con y sin razón. En 1974 se divorciaron, pero, sin saber vivir juntos aunque tampoco separados, al año siguiente reincidieron y se casaron en Botsuana. Pero no duraron. “Desde aquellos primeros momentos en Roma estuvimos siempre locamente enamorados. Tuvimos más tiempo, pero no el suficiente…”, diría ella antes de morir.
POLÍTICA Y LADRILLOS
En 1976 Taylor se casó con el senador republicano John Warner. A pesar de que no coincidían en su pensamiento político, ella lo ayudó a hacer campaña. En 1982, se separaron. ¿Seguiría insistiendo en el amor? Claro que sí. Larry Fortensky, un trabajador de construcción veinte años menor que ella, fue su último marido.
Se casaron en octubre de 1991, en Neverland, el rancho de Michael Jackson, íntimo de la novia. Se habían conocido en 1988, en la clínica de desintoxicación Betty Ford, adonde ella fue por su adicción a las pastillas y él, por su adicción a la cerveza.
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