Posa en su casa de Los Ángeles junto a Jordan Belfort, el ex corredor de bolsa norteamericano que inspiró la película de Martin Scorsese, y nos cuenta que ya dieron el sí en secreto, en Las Vegas
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La charla arranca con una revelación: Cristina Invernizzi (32) y Jordan Belfort (59) ya son marido y mujer. En febrero de 2021, un año y medio después de su flechazo en México, la actriz cordobesa y el ex corredor de Bolsa norteamericano que inspiró El Lobo de Wall Street (la película de Martin Scorsese) se casaron en una ceremonia íntima en Las Vegas y lograron mantener la noticia en secreto.
“Sí, estamos casados. Jordan me pidió matrimonio el 14 de febrero pasado, en una cena súper romántica para el Día de los Enamorados, en Nashville. Firmamos los papeles nueve días después, en Las Vegas”, revela Cristina, divertida. “Queríamos hacer algo este año en Buenos Aires y contarlo ahí, pero mi residencia tardó en salir. Igual, nuestras familias y los amigos íntimos lo sabían…”, agrega, al otro lado del teléfono con ¡Hola! Argentina.
–Fue una boda exprés.
–Estábamos de gira con Jordan [”El Lobo”, como le dicen en los Estados Unidos, es orador motivacional] y el plan era casarnos en Miami, la siguiente parada de su tour, pero los trámites allá se demoraron y a Jordan se le ocurrió parar en Las Vegas antes de volver a Los Ángeles. Apenas aterrizamos, pasamos por un Registro Civil, llenamos un formulario para que fuera válido, y a la tardecita nos casamos. Fue lo más divertido y romántico que hice en mi vida. –Las bodas en Nevada son famosas por su excentricidad.
–Sí, pero no queríamos una boda trash. Hay lugares en los que podés casarte disfrazado de Elvis Presley, si querés, y lugares normales como el que elegimos nosotros.
–¿A qué se debió el apuro?
–Ya veníamos hablando de la posibilidad de casarnos y, si bien no sabía cuándo, ni dónde, me lo iba a proponer, estaba claro que iba a suceder. ¡Hasta me dijo que empacara un traje de novia! [Se ríe].
En un momento, de hecho, me agarró un poco de fobia y me eché para atrás. Le dije a Jordan que prefería hacerlo tranquilos, más adelante. “¿Estamos seguros?”, me preguntó. “Sí”, le respondí. “Entonces no demos más vueltas”, me dijo, y ahí fuimos.
–La pandemia nos enseñó a aprovechar los momentos. Contanos del vestido de novia.
–Lo compré dos días antes de despegar, en un bridal shop de acá. Me decidí por un vestido que pudiera usar en otras ocasiones, aunque no me casara. Igual, se me perdió… [Se ríe]. El día que salimos de Nashville había una tormenta de nieve terrible y tuvimos que hacer dos horas en auto para poder subirnos al avión que iba a llevarnos a Miami. En el aire, nos dimos cuenta de que el vestido había quedado en el auto. Por suerte, llegó un ratito antes de que voláramos a Las Vegas.
TRES PLANES PARA UNA BODA
–La primera vez que hablamos, nos contaste que soñabas con un casamiento en Buenos Aires.
–Si la pandemia y la variante Ómicron del virus lo permiten, la intención es que la boda religiosa sea allá, cerca de nuestro primer aniversario de casados, que es el 23 de febrero. Argentina es un país bellísimo y quiero que los amigos de Jordan conozcan nuestra cultura, agasajarlos con buena comida y algo de tango. El plan es un casamiento de dos días, con 200 personas como mucho. Si no se da en febrero, lo haremos en noviembre, que también es un mes especial para nosotros [Cristina y Jordan se conocieron en noviembre de 2019], y, si las cosas se complican mucho por el Covid, no descarto la opción de una boda en otro país, más chica y en la playa.
Lo importante es que la decisión está tomada. Lo único que queda ahora es armarlo cuando se pueda, tratar de no estresarnos con la organización y disfrutarlo.
–¿Qué hay de la ceremonia y el vestido?
–Vamos a hacer algo simbólico en el momento de la fiesta. Una bendición según el rito católico, que es mi credo. Estoy viendo vestidos, pero aún no los tengo definidos. De lo que sí estoy segura es de que quiero tener un diseño norteamericano y otro argentino.
–¿Habrá luna de miel?
–La agenda de Jordan de 2022 está cargadísima, vamos a estar de viaje gran parte del año. Si bien sueño con una luna de miel en la Polinesia, existe la posibilidad de que la adosemos a algunos de los destinos de su tour.
–¿Y es un momento oportuno para tener un hijo?
–Nos encantaría, pero lo tenemos pensado para más adelante. Jordan es un padrazo [tiene dos hijos, Chandler (27) y Carter (25), fruto de su segundo matrimonio, y un hijo “del corazón”, Bowen (24), de su última relación] y yo estoy en edad, pero quiero disfrutar un poco más de la pareja. No tenemos apuro, la verdad.
–¿Cómo da el balance a casi un año de matrimonio?
–Súper bien. Como todos, hemos tenido alguna diferencia de opinión, pero nos llevamos bárbaro y somos muy compañeros. Desde un principio, Jordan me hizo sentir valorada, considerada y escuchada y eso es invaluable para mí. Disfruto mucho de ser su mujer y, aunque tengo un montón de responsabilidades por su estilo de vida, no me resulta pesado. La vida con Jordan es un rock and roll y estoy feliz de haberme subido a su barco.
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