Inventó los hot pants y los escotes asimétricos, reinó en la disco Studio 54 y fue íntimo amigo de Liza Minnelli, una de sus musas. Fue un pionero en llevar celebridades a sus shows y en diversificar su marca con perfumes, anteojos y carteras
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Roy Halston Frowick nació en Iowa en 1932, en una granja en medio de la nada y en el seno de una familia tradicional. Las posibilidades de que se convirtiera en uno de los diseñadores norteamericanos más influyentes de su tiempo eran remotas, pero Halston lo consiguió: no sólo se hizo un lugar en la industria, sino que la industria cayó rendida a sus pies. Su nombre, o mejor dicho su apellido, se transformó en sinónimo de status y situó a la moda norteamericana en el mapa mundial. Ahora, Ryan Murphy (The Politician, Hollywood y más) recuperó la figura del legendario diseñador en una miniserie de Netflix que causó sensación. Con Daniel Minahan como director y Ewan McGregor como protagonista, el reparto de Halston lo completaron Krysta Rodriguez en la piel de Liza Minnelli, amiga íntima del creativo, y Rebecca Dayan como Elsa Peretti. La biopic abordó los años dorados de Halston y su estrepitosa caída en el olvido. De diseñar el sombreo pillbox que Jackie Kennedy lució en la ceremonia de investidura de su marido John F. Kennedy en 1961, a perder el dominio de su propia firma en apenas dos décadas, la propuesta de Netflix es la mejor excusa para descubrir la vida de Halston, las luces y sombras de un diseñador que marcó época.
DEL PILLBOX DE JACKIE A LOS HOT PANTS
Igual que la legendaria Coco Chanel con su tienda en Rue Cambon, Roy Halston comenzó diseñando sombreros. En la década del 60, y después de un paso fugaz por la Universidad de Indiana y el Instituto de Arte de Chicago, ya se había asentado en Nueva York y trabajaba en los exclusivos almacenes Bergdof Goodman. En 1961 su nombre comenzó a cobrar fuerza, porque fue el encargado de confeccionar el sombrero que Jackie Kennedy lució en la investidura de JFK, en el mes de enero.
Se trataba de un diseño azul violáceo, a juego con el resto del vestuario de la primera dama, ideado por Oleg Cassini, su diseñador de cabecera. Un diseño tipo pillbox (bautizado así por su parecido con las cajas de guardar pastillas), que devino el accesorio más representativo del copiado estilo de Jackie.
Pero su ambición y visión innovadora hicieron que el mundo de los sombreros le quedara chico y pronto abrió las puertas del ready to wear. Durante los efervescentes años 60, una época de grandes cambios sociales, Halston supo atisbar las nuevas necesidades de las mujeres en su entrada al mundo empresarial. En 1968 Halston abrió su primera boutique y colaboró, muy brevemente, con el reconocido Charles James, con quien acabó protagonizando uno de los feuds más sonados del momento. Los vestidos de Halston eran sencillos a simple vista, pero escondían una gran complejidad técnica: a partir de una sola pieza de tejido era capaz de crear sofisticados diseños y construía la sensualidad femenina sobre siluetas desestructuradas, relajadas, de aspecto liviano. También fue el creador de los denominados hot pants, unos pantalones cortos –muy cortos– que en aquellos años resultaban casi escandalosos. Asimismo, puso de moda el suéter atado sobre los hombros, que después adoptaron mujeres de todo el mundo. Y otros diseños se convirtieron en seña del creador, como el vestido sin breteles, el uso de los tejidos de cashmere, los caftanes, los escotes asimétricos y los vestidos de cuello halter.
Pero el estilo Halston no sólo se materializaba en sus diseños, sino que se vendía como un estilo de vida en sí mismo, tal y como se reflejaba en el interior de su boutique. Víctor Hugo, quien fuera su pareja durante muchos años, también trabajaba en la firma e ideó, con el visto bueno de Halston, las vidrieras más transgresoras de todo Manhattan.
LAS MUJERES “HALSTON” EN LA ERA DISCO: LIZA MINNELLI, ELSA PERETTI, PAT CLEVELAND...
El triunfo profesional de Halston fue de la mano de su ascenso social. Su círculo de amigos estaba nutrido por artistas como Andy Warhol (a quien conoció a través de Víctor Hugo), Elsa Peretti o Liza Minnelli, quien se convirtió en su musa. En el documental Halston, dirigido por Frédéric Tcheng y estrenado en 2019, Liza Minnelli explica cómo era vestir con los diseños del diseñador: “Su ropa baila contigo”, sentencia la actriz. Halston trabajó codo con codo con los íconos de estilo que copaban las tapas de las revistas de moda más prestigiosas. La estadounidense Marisa Berenson, Pat Cleveland o Iman, quien debutó como modelo en un show de Halston, se convirtieron en habitués en sus desfiles. La larga lista de clientas privadas de Halston, para las que confeccionaba ropa a medida, era de lo más heterogénea e incluía a damas de la alta sociedad, como Babe Paley, actrices como Lauren Hutton, Catherine Deneuve, Rachel Welch, mujeres de políticos de todo signo... Durante el día, Halston trabajaba sin descanso para mantenerse como el diseñador del momento, pero, por las noches, acompañado de su amplio grupo de amigos, convirtió a la mítica discoteca Studio 54 en su segunda casa. Allí estaba el día en el que Bianca Jagger celebró su cumpleaños montada en un caballo blanco en una fiesta que alimentó la mística sobre Studio 54 como el punto de encuentro de los amantes de los excesos.
UN VIAJE HISTÓRICO A PARÍS
En 1973 Halston fue invitado a París junto con otros cinco diseñadores, entre los que se encontraba Oscar de la Renta, para dar a conocer sus diseños. Un hito histórico, ya que la moda americana nunca había encontrado su sitio en Europa. Con una presentación donde coqueteaba con el concepto de desfile-espectáculo, Halston logró ubicar a la moda americana en el mapa. Al show asistió Liza Minnelli, que cantó sobre la pasarela armada en Versalles, el gesto final para cautivar a la prensa.
En este mismo año tuvo lugar otro acontecimiento significativo, un movimiento empresarial que acarreó graves consecuencias para la compañía. También en 1973, Halston firmó un trato con la compañía Norton Simon, a la que le vendió todos los derechos de su nombre y acordaron lanzar un perfume. La modelo y diseñadora Elsa Peretti fue la encargada de crear el frasco, que se convirtió en objeto de deseo inmediato gracias a su minimalismo, y el perfume –que transgredía todo lo conocido hasta entonces– se presentó sin reflejar siquiera el nombre de Halston. Además del perfume y el ready-to-wear, el diseñador amplió sus propuestas casi hasta el infinito con gafas de sol, maletas, mantas, corbatas… En 1976, fue el encargado de idear el uniforme de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos, celebrados en Montreal. El creativo consiguió que hasta los deportistas de élite vistieran de Halston.
EL PRINCIPIO DEL FIN
A finales de los años 70, la compañía se mudó a la Olympic Tower, un sitio mucho más grande, que tenía lo que Halston buscaba, un lugar que reflejara un uso espectacular del espacio. Estaba repleto de espejos, adornado con orquídeas y decorado con muebles de diseño. En la misma torre presentaba las colecciones en desfiles a los que no faltaban Diana Vreeland, Cher o Liza Minnelli, ya que Halston también fue pionero en invitar celebridades a sus shows.. Algunas personas cercanas al diseñador explicaron en varias entrevistas que este fue un punto de inflexión de la marca: “Cuando nos mudamos a la Olympic Tower se empezó a perder el control. Odiaba la Olympic Tower. Era como estar en El mago de Oz. Era muy frío”, comentó la modelo Chris Royer al respecto, tal y como recoge la edición estadounidense de Vanity Fair en un artículo titulado “The man who sold his name”.
Los años 80, el fin de la era disco y la llegada de la explosiva nueva década, coincidieron con el ocaso de la compañía y del propio Halston. En 1980 voló a China, junto con todo su equipo, en un inesperado viaje marcado por el complejo contexto histórico del gigante asiático. En una especie de world tour con una única parada se trasladó allí con toda su corte, como gran embajador de la moda americana, siempre vestido de negro y oculto bajo unas grandes gafas de sol. Dos años después, en 1982, firmó un contrato con JC Penney, una cadena de grandes almacenes, lo que suponía descender del pedestal de diseñador exclusivo y meterse en el frenético ritmo de crear colección tras colección. Esta maniobra de acercar la pasarela al gran público implicaba abaratar sus propuestas, lo que hizo que muchos clientes dejaran de confiar en Halston: si todos vestían su ropa, ¿qué tenía de especial? El estacazo final llegó cuando Bergdof Goodman canceló su alianza con Halston, quien hasta entonces también vendía en la lujosa tienda multimarca. La prensa le dio la espalda, intrigada también por los nuevos diseñadores jóvenes que empezaban a revitalizar de nuevo la moda norteamericana.
HALSTON PIERDE SU NOMBRE
En 1983, Esmark compró Norton Simon para decepción de Halston. Un directivo de la compañía, Carl Epstein, se convirtió en un dolor de cabeza para el diseñador, al que intentaron controlar sus gastos, muchas veces excesivos. Finalmente, en octubre de 1984, Halston fue destituido como presidente de su propia empresa. Su nombre, ya sin que el diseñador tuviera poder sobre él, siguió utilizándose hasta el día de hoy, en una marca olvidada para muchos. A la decadencia de la firma que fundó y encumbró se sumó el declive físico de Roy Halston Frowick, diagnosticado de VIH a finales de los 80. El modisto pasó sus últimos días en San Franciso, cerca de su familia. Murió el 26 de marzo de 1990, a los 57 años.
Durante este tiempo, parece que ha habido ciertos intentos fallidos de relanzar la marca, por completo desvinculada de su esencia original, como cuando se eligió a la actriz Sarah Jessica Parker como directora creativa del sello en 2010, un cargo que apenas ostentó durante un año. Quizás el legado más destacable del diseñador lo encontramos en otro diseñador, Tom Ford, quien recuperó el brillo de Gucci cuando tomó las riendas creativas de la emblemática casa italiana en 1994. En su primer desfile, la estética Halston dominaba la pasarela a través de trajes de líneas depuradas, sensuales camisas satinadas, pantalones amplios de colores fríos... El creativo estadounidense conocía a Halston y sentía una profunda admiración por él y su forma de entender la moda. De hecho, tal y como reconoció el propio Ford en una entrevista reciente publicada en Vogue.com cuando se enteró que la casa de Halston en Manhattan estaba a la venta, supo qué se tenía que hacer con ella: “Es una casa maravillosa, soy muy afortunado de tenerla, es increíble, me encanta”.
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