La actriz nos cuenta además sobre su rol como mamá, su nuevo desafío como directora teatral y cinematográfica y su flamante novio
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Tenía sólo 12 años cuando empezó a trabajar como actriz y 20 cuando fue mamá por primera vez. Y al preguntarle si mira hacia atrás y encuentra diferencias entre aquella joven y esta mujer de 43 años –con una larga carrera en televisión, cine y teatro, y madre de tres hijas–, levanta los hombros, piensa y asegura: “Fue un camino de disfrute”. Detrás de su estilo descontracturado hay una gran pasión por todo lo que hace y una profesional que no deja de estudiar y formarse para seguir explorando nuevos caminos en el arte. Actualmente dirige en teatro No te vayas con amor o sin él, una obra de Norman Briski con las actuaciones de Leonora Balcarce y Lucila Mangone, y en septiembre estrenará en la Sala Leopoldo Lugones su primer cortometraje, Fantarias, sobre la vida y el arte del director argentino Alfredo Arias. “Un personaje que admiro, me apasioné con él y con la forma en la que aborda sus obras”, cuenta Romina. Además, de jueves a domingo, se sube al escenario con la obra Sex (la transgresora puesta de José María Muscari). Eligió hacer la nota un miércoles porque “es el único día libre que tengo”, dice relajada, descalza, mientras espera a que se enfríe el budín de vainilla que preparó junto a Bethania (6) para las fotos de ¡HOLA! Argentina. “Una receta facilísima que me enseñó Juli Cardinali y que a las chicas les encanta. Me gusta cocinar y sentarme a comer con mis hijas, sobre todo un domingo porque la mayor ya vive con su novio”. Romina Richi es mamá de Valentina (23) –que tuvo con el director de cine Máximo Gutiérrez–, Margarita (18) –fruto de su historia de amor con Fito Páez– y Bethania –con el DJ y productor musical brasileño Walter Abud, de quien separó hace casi dos años–.
–Siempre mencionás lo bien que te llevás con los padres de tus hijas, de quienes te separaste. ¿Sentís que elegiste mejor los padres que las parejas?
–Para nada. Con cada uno de ellos compartí muchos años de pareja, un amor muy grande y cada una de mis hijas es el resultado de ese amor. Realmente nos llevamos muy bien. Y tenemos mucha armonía. El domingo pasado, vino Maxi a tomar el té. A veces se complica organizar las fiestas, con quién se pasa Nochebuena y Año Nuevo, pero lo arreglamos. [Se ríe].
–Desde hace casi un año estás de novia con Tomás Gabrich [trabaja en hotelería], con quien convivís.
–Me gusta la construcción desde el amor, la convivencia, la familia. Me parece lo más lindo de la vida.
–¿Volverías a ser madre con Tomás?
–Mmm, no sé, no sé… Vamos viendo.
–Fuiste madre en tres etapas muy distintas de tu vida…
–Siempre lo viví de forma muy natural porque fui madre en todas las etapas de mi vida [Se ríe]. Esos momentos muy diferentes entre sí, pero mi forma de ser madre, no. Si bien con Valentina era muy joven, era muy madura porque trabajaba desde chica y tenía muchas responsabilidades. No siento que haya tenido más paciencia con una que con otra. Además, ellas tienen personalidades muy distintas y yo soy una mamá muy estricta.
–¿En qué cosas te considerás tan estricta?
–Con la comida, con la hora del baño, con el colegio. Siempre estuve muy atenta si el colegio que elegía era el indicado para cada una de ellas porque una puede tener expectativas o pensar que es lo mejor para ellas y de repente no es su estilo. Me gusta acompañar de cerca sus procesos.
–Tus hijas mayores eligieron el camino de la actuación.
–Si bien las dos trabajaron conmigo en películas y estudian teatro, están en una búsqueda. Sobre todo Margarita, que recién termina el colegio. Valen además es Community Manager, de hecho hace las redes de la obra de teatro que dirijo. Yo las apoyo en todo lo que ellas deseen.
–¿Sentís que las nuevas generaciones hacen otro recorrido a la hora de definir su vocación?
–No creo que tenga que ver con lo generacional, depende más de cada uno. También manejan las redes sociales mejor que nosotras y eso las hace moverse de otra manera. Ellas tienen muchas inquietudes. La mayor está por estrenar una obra pronto y Maggie, por ejemplo, toca muy bien al piano.
ARTISTA EN CUERPO Y ALMA
Para hacer Sex tomó clases de Taekwondo, hace yoga desde hace muchos años (una actividad que a veces comparte con sus hijas) y en pandemia aprovechó el encierro para terminar su carrera de tres años en el Teatro Colón como directora de ópera. Como parte de sus tesis, dirigió una película, Las chinas, basada en la ópera de Gluck, en la que trabajan sus amigos Dolores Fonzi, Leonora Balcarce, Guillermo Pfening y Julieta Cardinali.
–¿Dejarías la actuación para dirigir?
–Tengo muchos años como actriz y amo la actuación. Dirigir y actuar se complementan muy bien, me divierten. Voy mechando ambas cosas según cómo vayan surgiendo. Siempre trabajé con directores increíbles. Tuve mucha suerte, todo el camino que recorrí desde los 12 hasta ahora fue puro disfrute. No me gusta hacer nada porque sí, siempre me preparé mucho, el estudio me da seguridad.
–¿Cómo te imaginás en diez años?
–No me gusta proyectar, vivo más el presente, en mi profesión surgen cosas que te hacen cambiar los planes todo el tiempo. Capaz aparece un proyecto y tenés que viajar o cambiar tu rutina y por eso me acostumbré a planear a corto plazo.
Producción: Paola Reyes
Maquillaje: Maia Rohrer
Peinado: Alicia, para Cerini
Agradecimientos: Complot, Mishka, Justa Osadía, Pitti Bimbo y Reina Batata (deco)
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