Ícono de moda, la estrella italiana se adelantó a su tiempo con estilismos hipnóticos que después copiaron otras divas del pop
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Durante cincuenta años, Raffaella Carrá se mantuvo en la primera línea del mundo del espectáculo, y lo hizo con su flequillo platinado intacto. Cantante, bailarina, coreógrafa y presentadora, se consolidó como ícono de la cultura pop gracias a su personalidad vibrante y a sus llamativos estilismos, dignos de la mejor showgirl: brillos excesivos, tajos de vértigo, hombreras maximalistas y estridentes estampados –estos detalles, que hoy resultan habituales, fueron escandalosos en los 70 e hicieron de Raffaella un modelo a copiar– formaban parte de las señas de identidad de la gran diva italiana que murió de un tumor pulmonar el 5 de julio, a los 78 años.
INSPIRACIÓN FLAMENCA Y ABERTURAS ATREVIDAS
No es un secreto que Raffaella sentía una especial adoración por España, fascinación que se tradujo también en sus looks de aires flamencos, en los que incorporó faldas amplísimas con capas y volados infinitos. Un dato: entre las piezas de tradición española que más le gustaban está la chaqueta torera. En más de una ocasión, Carrá evocó la estética taurina que después fue influencia de tantos diseñadores. Otra de sus pasiones eran los cutouts –fue pionera en lucirlos– que ahora son tendencia entre las jóvenes más estilosas. Si hasta la mismísima Madonna reconoció que esos reveladores estilismos compuestos por corpiños decorados y vestidos con aperturas tan frecuentes en el vestidor de la artista italiana fueron una de sus principales inspiraciones para su gira MDNA de 2012.
A MÁS, MEJOR
Su atrevida forma de ser siempre se tradujo en moda y, en ese sentido, marcó la pauta cuando aún no era común juntar patrones contrastantes: en 1974 causó sensación con un mono de estampa psicodélica combinada con cuadros. Pero hay más: ella usó un body antes de que Madonna, Beyoncé o cualquier estrella del pop se atreviese a ponerse esta pieza que deja las piernas enteramente al descubierto. Además, Raffaella puso en práctica casi todas las tendencias que reinaban en Europa en la década del 80: tanto las magníficas hombreras como las hiperbólicas mangas eran su marca registrada y las lucía como nadie en capas, vestidos y chaquetas.
UNA REINA SÓLO NECESITA SU CAPA
Era fan de las capas, que se llevaban bien con su pomposo e hipnótico estilo. En general se trataba de piezas maximalistas que cubrían un body o algún otro diseño que le permitía presumir de esas piernas perfectas. Y, por supuesto, Raffaella también resultaba impactante debajo de los escenarios: su armario cotidiano no tenía nada que envidiar a las mallas brillantes ni a los ostentosos vestidos de gala que usaba en sus shows. Una artista única, que desde fines de los 70 y hasta los años 90 personificó la moda de su tiempo.
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