Su misteriosa convalecencia y la foto familiar que manipuló siembran confusión mientras la opinión pública exige respuestas
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Las especulaciones y teorías de todo tipo que se multiplicaron desde que en enero se sometió a una operación abdominal programada en la muy exclusiva London Clinic hoy mutaron a una única (y muy directa) pregunta: ¿qué le pasa realmente a la princesa Kate? Si bien el diagnóstico se mantiene bajo siete llaves, el último mes surgió la posibilidad de que, por ser un centro especializado en el tema, podría tratarse de Crohn, una enfermedad crónica y autoinmune que causa inflamación e irritación en el tubo digestivo.
El secretismo, el imaginario popular y una serie de malas decisiones en materia de comunicación –en especial esta semana– dieron como resultado una catarata de críticas y opiniones negativas que, en lugar de calmarse, se acrecientan día a día.
EL FOTOGATE
La gota que rebalsó el vaso cayó esta semana. Kate, la princesa de Gales, que es uno de los miembros de la familia Windsor con mayor popularidad, la auténtica joya de la Corona, no había dado un paso en falso... Hasta este fin de semana, cuando enfrentó su peor crisis desde que es parte de la familia real. El domingo, en ocasión del Día de la Madre en Reino Unido, publicó una imagen junto a sus hijos, el príncipe George, la princesa Charlotte y el príncipe Louis. El retrato en cuestión, tomado por su marido y compartido por el Palacio de Kensington, era el primero oficial desde su intervención y, por lo tanto, un documento muy esperado (existió otra foto anterior publicada por el sitio norteamericano TMZ, aunque la prensa británica había elegido respetar el pedido de privacidad de Kate y no hacerse eco de la misma). Pero, mientras muchos se alegraron de verla con buen semblante y contenida por el amor de sus hijos, hubo quienes notaron que la imagen había sido manipulada, por lo que cuatro agencias internacionales de noticias la dieron de baja y estalló la polémica.
La indignación fue tal que a la mañana siguiente Kate, aun convaleciente, tuvo que pedir disculpas. Y, a través de un comunicado, expresó: “Como muchos fotógrafos aficionados, a veces experimento con la edición. Quiero expresar mis disculpas por cualquier confusión que haya provocado la foto familiar que compartimos ayer. Espero que todos pudieran celebrar un feliz Día de la Madre”. Las críticas se intensificaron a tal punto que algunos medios llegaron a pedirle al Palacio de Kensington que publicara la foto original para comprobar cómo está Kate en verdad.
En un nuevo intento por calmar las aguas, esa misma tarde los príncipes de Gales se dejaron ver, a lo lejos, saliendo juntos de los terrenos del castillo de Windsor, aunque con destinos diferentes: él fue a la abadía de Westminster, donde acompañó a la reina Camilla en la misa por el Día del Commonwealth –una de las citas más importantes de la agenda royal–, mientras que ella tuvo una cita privada. A pesar del esfuerzo, estas nuevas fotos poco nítidas tampoco lograron su objetivo.
Pero este descuido en la comunicación no es un caso aislado. Anteriormente, el Ministerio de Defensa británico había anunciado que la princesa de Gales acudiría al desfile militar del Trooping the Colour el próximo 8 de junio, cuando se conmemorará el cumpleaños oficial del rey Carlos III, pero pocas horas más tarde dieron marcha atrás y aseguraron que sus funcionarios “se apresuraron” a confirmar su presencia, ya que no se había consultado ni tenía la aprobación de palacio. “Fuimos muy claros desde el principio en que la princesa de Gales estaría fuera hasta después de Pascua y el Palacio de Kensington sólo proporcionaría actualizaciones cuando algo fuera significativo”, dijeron.
WILLIAM, TAMBIÉN EN LA MIRA
Del escrutinio público tampoco se salva el príncipe William. Si bien en un principio fue elogiado por cancelar su agenda para cuidar a su mujer y a sus hijos, una vez que la princesa fue dada de alta, participó de contados eventos e incluso se ausentó a último momento a la misa en memoria de su padrino, el rey Constantino de Grecia. El palacio no quiso dar más detalles sobre el motivo de la ausencia, y ante los rumores de que la razón podría ser la salud de Kate, compartieron de manera escueta que ella estaba “bien” en medio de su recuperación.
Más allá de la desconfianza que eso instaló, otros simplemente opinan que esta presunta “desaparición” pudo ser un pedido para no eclipsar los actos de la reina Camilla, que se está haciendo cargo en solitario de la agenda de Carlos III, mientras él está en tratamiento por un cáncer. A esto se suma que la Casa Real, por decisión de Su Majestad, adhiere a un modelo austero de “monarquía slim” desde que el príncipe Harry y Meghan Markle se alejaron de los Windsor, razón por la cual se están viendo obligados a pedir ayuda a miembros de segunda línea para representar al soberano.
OTRAS VOCES
Mientras la polémica se extiende a las redes sociales, en los programas de televisión y la prensa otras voces aportan una mirada más compasiva y empática de la situación. “Es una locura. Ella sólo quería una buena foto con sus hijos. La pobre mujer se está recuperando de una cirugía delicada, no vas a estar dos semanas en el hospital por algo pequeño, esto no es justo, ella no lo necesita”, expresó la presentadora de televisión escocesa Lorraine Kelly. Y siguió: “Hay que reconocer que el palacio ha sido bastante consistente desde el principio [...], no íbamos a verla hasta después de Pascua, que la gente [en las redes sociales] pidiera una prueba de vida, es bastante extraño”.
Un poco de empatía es lo mínimo que deben estar pidiendo Kate y su familia, en un año que se les presentó con enormes desafíos y algunos cambios muy significativos en su estructura familiar: George, segundo en la línea de sucesión al trono, está terminando la primaria en Lambrook, en Berkshire y, aunque se daba casi por hecho que iría a Eton College, el colegio de elite donde estudiaron su padre y su tío Harry, todo indica que las opciones serían Oundle School, en Northampton, y St Edward’s School, en Oxford. Son dos internados mixtos –también tienen alumnado externo– que impulsan un ambiente académico menos competitivo, al ritmo de cada alumno.
Se trate de salud, educación o el tema que sea, muchos coinciden en cuánto se la extraña a Isabel II, una auténtica reina a la hora de marcar límites entre lo público, lo privado, lo que se decía –que era poco– y lo que no. Eso sí: jamás confundía ni pretendía cambiar la realidad.
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