El conductor habla además de su exitosa carrera llena de anécdotas, sus ganas de escribir un libro y de cómo celebró sus flamantes 76
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En la primera conversación telefónica con Juan Alberto Mateyko (76) le propusimos hacer una entrevista y fotos para hablar sobre su vida en Córdoba y de su extensa y exitosa carrera. Su respuesta fue un rotundo “sí”, pero nos hizo un pedido especial. “Si me pueden esperar, me gustaría pasar unos días en la Clínica Diquecito. Quiero estar óptimo para las fotos”. Después, durante la charla con ¡HOLA! Argentina, ahondará un poco más: “Yo soy así en todo, muy obsesivo con la estética, con mi salud, con mi trabajo…”. Desde su departamento ubicado en el piso 16, en el barrio privado Altos Villasol (a 20 kilómetros del centro de la ciudad), Juan Alberto habla pausado, con detalles, haciendo gala de su gran memoria. La pasión y la entrega por su trabajo siguen intactas y se traslucen en cada una de sus palabras.
–¿Cuánto hace que estás instalado en Córdoba?
–Desde fines de 2008. En enero y febrero de ese año hice un programa de radio con público en Carlos Paz por el que pasaron Jorge Rojas, el Puma Rodríguez, Sandra Mihanovich… Nos fue muy bien y superó mis expectativas. En ese momento, yo me estaba separando de Naanim (Timoyko, con quien tuvo dos hijos, Rosa –29 años– y Bautista –24 años–) y me hizo muy bien estar dos meses en Córdoba. Por otro lado, tenía una propuesta de Radio Rivadavia para empezar en marzo, pero no llegamos a un acuerdo. En junio, me propusieron instalarme acá para formar parte de Mitre Córdoba (Actualmente conduce La movida de la noche, de 22 a 24).
–Y dijiste que sí.
–Es que me encantan los desafíos. No fue una decisión fácil porque yo había hecho toda mi carrera entre Buenos Aires y Mar del Plata y esto era todo nuevo. Me acuerdo que lo hablé con Palito (Ortega) y él me recordó que cuando le había ido tan mal con el show de Sinatra, un día dejó de buscar préstamos para hacerles frente a las deudas y agarró la guitarra y volvió a cantar. Córdoba fue uno de los primeros lugares que le abrió los brazos y él tiene un agradecimiento eterno con esta ciudad. Eso terminó de darme el empuje que necesitaba.
–¿Qué ganaste y qué perdiste con el cambio?
–Como padre recién separado, quizás perdí el contacto diario con mis hijos, que igualmente nunca dejé de ver. Yo viajaba y ellos venían mucho a verme. ¿Y qué gané? Demostrarme a mí mismo que, en un lugar ajeno, yo podía encontrar mi lugar. Córdoba no tiene términos medios: instalarse acá y a los seis u ocho meses, tuvieron que volverse. Córdoba te incorpora o te ignora y yo tuve la bendición de que me incorporara. Por eso, lo mío no es una transición, este es mi lugar.
–¿Cómo es un día en tu vida?
–Llevo una vida muy sana y tranquila. Me gusta levantarme temprano. Bajo a un bar que hay dentro del complejo en el que vivo para desayunar, con mis papeles y mi iPad, y armo el programa de la noche. Después camino y troto unos 45 minutos y hago algo de gimnasia. Por la tarde, suelo juntarme con alguien. Vuelvo, me ducho y parto para la radio porque me gusta llegar temprano, siempre fui así.
–¿Córdoba te trajo algún amor?
–Tengo las puertas abiertas al amor, me gustaría enamorarme. En 2020, salí con alguien, pero duró muy poco. Fue un año que nos descolocó a todos por la pandemia y no era un buen momento para comenzar una relación. Yo me siento más fuerte que nunca, en buen estado físico, psíquico y emocional para recibir un amor. Pero tampoco es tocar timbre y aparece.
–¿Te meterías en una aplicación de citas?
–¡No, no, no! No es mi estilo. Yo prefiero que sea el destino quien me traiga un amor.
–¿Las mujeres te mandan mensajes privados por Instagram?
–Algunas, pero yo no uso mis redes sociales para eso. El día que me enamore lo voy a contar como me pasó con Naanim. Nos elegimos, tuvimos una relación muy intensa y formamos una familia divina. Hoy nos llevamos muy bien y hablamos seguido.
–¿Saldrías con alguien treinta años menor que vos?
–No lo sé. A mí lo que no me gusta es hacer el ridículo, nunca me gustó, pero el amor no entiende de edades y no tiene explicación.
“YO CAIGO Y ME LEVANTO”
–¿Extrañás la televisión?
–Para volver tendría que hacer algo similar a La movida del verano (1995) que hoy es imposible. Pensá que en una sola noche pasaban Julio Iglesias, Shakira, Rosana, Miguel Bosé y Marco Antonio Solís. Era otro país.
–¿Imaginabas tanto éxito?
–Me acuerdo que con los Midachi, que me acompañaban en el programa, dijimos: “Si vienen 20 mil personas, somos Gardel”. Cuando estuvo Rodrigo, llegamos a 110 mil espectadores. La explosión de Enrique Iglesias fue en La movida. La primera vez que se presentó Soledad en Mar del Plata fue en mi programa y ese mismo día estuvieron Xuxa y Natalia Oreiro. Era un show monumental que me superó. Naanim y yo le pedíamos mucho a la Virgen de Lourdes para que no lloviera los domingos. Durante todos los años que hice el programa, habrá llovido sólo dos veces.
–Además de los éxitos, ¿tuviste malos ratos en tu carrera?
–Sí, claro, pero yo caigo y me levanto. Por suerte, siempre tuve la revancha en forma inmediata.
–¿Cómo surgió tu típica frase “Digo, de pronto, me parece”?
–Esa frase no es mía. La inventó Miguel Ángel Rodríguez cuando me imitaba y quedó. Pero la gente me la pide por la calle y yo le hago el numerito. [Se ríe]. Me encanta el contacto con el público.
–¿Qué planes tenés para el futuro?
–Hacer un libro. Alfredo Leuco ya me tiró el título: “Intimidades con las estrellas”. Yo tengo todo el material de mi vida y de mi carrera en un depósito en Buenos Aires que hay que digitalizar. Mi idea también es tener mi propio canal de Youtube y para eso me voy a juntar con Sebastián Ortega para que me dé una mano.
–¿Cómo surge tu gran amistad con Palito?
–La historia con Palito surgió en la década del 70. Le hice una entrevista y solíamos coincidir en distintos lugares hasta que un día lo invité a un gimnasio –al que también iban Rodolfo Bebán y los jugadores de River–. Después él me invitó a comer a su casa y ahí se selló un pacto de amistad que luego fue de hermandad.
–¿Seguís en contacto con los artistas que pasaron por tu programa: Luis Miguel, Julio Iglesias…?
–Según Luis Miguel, yo fui el que más entrevistas le hizo en toda su carrera. Me acuerdo que estuve en su casa en el DF. Siempre fue un señor conmigo, pero hoy no tengo relación con él. Con Julio –que es un laburante fuera se serie– tengo un vínculo de años y de vez en cuando hablamos por teléfono. La última charla fue en octubre del año pasado.
–¿Tenés alguna anécdota para el olvido?
–¡Un papelón! La primera vez que entrevisté al Puma fue en Perú. Me acuerdo que nos encontramos a las 11 de la mañana en el hotel Sheraton de Lima. Arranqué con una introducción larguísima, contando cómo había vivido su show de la noche anterior, lo que me había provocado su voz, cómo había conquistado al público y dije: “Así comienza mi entrevista con José Luis Perales”. Silencio absoluto, se me secó la garganta, pero zafé con una broma para no tener que cortar la nota: “Te prometo que la próxima vez que entreviste a Perales, lo voy a presentar como José Luis Rodríguez”.
–¿Cuál fue el inconveniente que tuviste con Ricardo Arjona?
–Allá por el 99, estábamos haciendo La movida en el Parque de la Costa y Ricardo llevó a su propio sonidista. Hizo el primer tema y yo lo noté algo incómodo. Fuimos a la pausa, todavía nos quedaban veinte minutos de programa y me enteré de que Arjona había tirado el micrófono al piso y se había ido. Pasó el tiempo y en 2003, estando en Punta Cana, me lo crucé, nos miramos y le dije: “De lo que pasó, nos olvidamos, ¿no?”, y nos dimos un abrazo.
–El 26 de marzo cumpliste 76 años, ¿cómo lo festejaste?
–Viajé a Buenos Aires para reencontrarme con mis hijos. Fuimos a almorzar a La Stampa, también estaba Palito –sin Evangelina porque tenía unas líneas de fiebre– y nos quedamos hasta la siete y media de la tarde. Cuando volví, también lo celebré con amigos de Córdoba.
–Tu hija viajó especialmente de Barcelona…
–Sí, hacía más de dos años que no nos veíamos. Vino con su novio, a quien no conocía y me cayó muy bien. La próxima vez que nos veamos será allá, me toca a mí viajar para visitarlos.
–¿Cómo viviste la ida de tu hija a otro país?
–Primero con angustia, pero después entendiendo que se trata de un proyecto personal de ella y que hay que apoyar. Le va muy bien allá (trabaja en publicidad) y eso me pone muy orgulloso. Me dejó tarea para el hogar: “Quiero que vayas a visitarme con una novia”. Así que estoy con las antenas paradas para encontrarla.
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