Ellas brillaron sobre la alfombra roja y nos hicieron soñar con una noche al mejor estilo Hollywood
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Fue una gala atípica, marcada por la pandemia y la distancia social, y pensada al milímetro para que los protocolos fueron respetados a rajatabla por los poquísimos invitados a la alfombra roja. Y aunque fue distinta, la entrega número 93 de los premios Oscar nos hizo recordar cuán fabulosas eran las “grandes noches” de Hollywood. El 25, la gran fiesta del séptimo arte tuvo esos esperados detalles prepandemia que, año a año, nos deja soñar con el lujo y la magia de sus vestidazos y diamantes.
SIN SELFIES, PERO CON SOFISTICACIÓN
Para garantizar la seguridad de los asistentes y evitar aglomeraciones, la entrega de los Oscar desplegó dos escenarios: el icónico Dolby Theatre –sede de los premios desde hace veinte años– y la Union Station de Los Ángeles, una antigua estación de tren de estilo art déco, donde se montó la alfombra roja (fucsia, en realidad) que guió a los nominados hacia el set, bastante más chico al que estamos acostumbrados. No hubo barbijos. Tampoco hubo abrazos ni selfies, ni shows en vivo.
Reducida a una short-list, sólo dieron su presente los nominados a cada categoría y las figuras que se encargan de presentar los galardones. En materia de looks, las damas se esmeraron para hacernos vibrar con modelos soñados, en medio de la crisis sanitaria global.
Los expertos celebraron las elecciones tomadas por Zendaya, Reese Witherspoon y Margot Robbie, por ejemplo, quienes encontraron la manera perfecta de evocar el espíritu sofisticado del Viejo Hollywood con vestidos actuales, y se ganaron un lugar en el podio de las mejor vestidas. También hicieron foco en las piezas de alta joyería, valuadas en millones de dólares, que la gran mayoría de las ladies eligió para enaltecer sus atuendos. Fue una red carpet vacía, aunque compensada por los quilates de oro y diamantes.
LAS MIRADAS PUESTAS EN ELLA Y EN ÉL
Mucho se se dijo sobre el “perreo” de Glenn Close en uno de los intermezzos musicales de la ceremonia. Tras perder el galardón (¡por octava vez!) en manos de la artista coreana Youn YuhJung, la actriz accedió a participar del juego que propuso el DJ Questlove (había que adivinar si el tema que él ponía había sido nominado o ganado un Oscar) y, cuando empezó a sonar “Da Butt”, se levantó de su silla para bailar. Otro momentazo de la velada fue la presencia de Brad Pitt, quien tan sólo unos días atrás había hecho sonar todas las alarmas cuando fue visto saliendo de incógnito de un centro médico en silla de ruedas (después se supo que se había sometido a una operación de las muelas de juicio).
Recuperado, sigue enfrascado en una dura batalla legal con su ex, Angelina Jolie, que ya lleva cinco años (ella declaró tener pruebas de violencia doméstica), volvió a los premios y conquistó a todos con una colita de caballo, la piel bronceada y un smoking que él mismo diseñó.
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