Desde Tailandia, la modelo y empresaria habla de la maternidad, de la familia ensamblada que formó junto a Roberto García Moritán y de sus sueños
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“Me voy enamorada de Tailandia, de sus colores, sus sabores fuertes, sus playas transparentes, su gente”, dice Carolina Ardohain, a horas de subir al avión que la traerá de vuelta a casa para prepararse para los Martín Fierro. En medio de su maratónica agenda y con el profesionalismo que la caracteriza, se hace tiempo para hablar con ¡HOLA! Argentina mientras pierde la mirada en el verde del mar infinito. “Es la primera vez que viajo con Pandora, estuvieron todas las embajadoras, mujeres influyentes del mundo de la moda. Anduvimos en tuk tuk, fuimos a la fábrica, creamos nuestras joyas porque todo es artesanal, conocimos Phuket, anduvimos en catamarán, en barco. Me emocionaron especialmente los templos; soy muy respetuosa de las religiones y había mucha gente rezando, conectada desde un lugar muy espiritual y genuino. Yo soy creyente, católica, tengo mucha fe, por suerte, porque me acompaña en todos los momentos de la vida”, dice.
–Esta vez, tu compañera de aventuras fue tu hija Ana, ¿no?
–Durante sus primeros años de vida todos mis hijos me acompañaron en los viajes, son años donde es fundamental que compartan lo máximo posible con su mamá y soy una privilegiada porque me permiten llevarlos, disfruto todo lo que hago con mis hijos al lado. En este caso, por ser la más chiquita, le tocó a Anita. Viene conmigo a todos lados, disfruta de todo, es supersimpática y se sorprende con todo, así que disfruto el doble al estar acompañada.
–El próximo 22 cumple 3 años…
–Sí, ya está todo organizado. A la vuelta vamos a hacer una reunión de amigos, no tengo tantos invitados pequeñitos porque todavía no va al jardín de infantes. La vamos a mimar mucho. Me gusta festejar la vida, aprovechamos cualquier oportunidad para hacerlo. A mis hijos les gustan los festejos y ven que intento hacer de todo un momento inolvidable, un rato lindo para compartir, estar juntos, compartir siempre.
–¿Te gustaría volver a ser mamá? Tu amiga Barby Franco dijo que tenés ganas.
–Es un chiste interno. Todos saben que Robert [García Moritán, su marido] no quiere tener más hijos y yo sí, así que mis amigas tratan de meter presión a ver si cambia de parecer. [Se ríe].
–¿Vos querés?
–Sí, podría ser, pero te digo que hoy lo veo difícil. [Vuelve a reír].
–Con Anita leí que te sacaste óvulos para quedar embarazada, ¿fue así?
–Estuvimos buscando un año, con un sistema que te decía tus días fértiles, nos hicimos todos los estudios y estaba todo normal, pero como seguía pasando el tiempo y teníamos tantas ganas y no queríamos esperar, me sometí a una extracción de óvulos. Pero puedo quedar perfectamente embarazada de forma natural.
–El familión ensamblado que formaron parece fluir. ¿Hay receta?
–Los chicos se llevaron bárbaro desde el primer día, como si se conocieran de siempre. Los hijos de Robert son educados, respetuosos, muy cariñosos, igual que Robert. Para mis hijos fue un gran regalo tener estos hermanos de corazón gigante, acompañándolos, lo vivieron con mucha alegría. Eso hizo que para nosotros fuera muy simple todo.
–¿Se ponen reglas generales?
–La casa es de puertas abiertas, tenemos tres adolescentes que vienen con muchos amigos, es una casa acogedora. Los fines de semana es una fiesta, con todo tipo de horarios, los que salen a bailar llegan a la madrugada, hacemos malabares pero tratamos de ser papás presentes, estar a disposición, darles herramientas para que se manejen, ya que están a pasos de ser adultos. Me encanta tener hijos de todas las edades, están en distintas etapas, tienen personalidades muy marcadas. Somos nosotros los que nos acomodamos a cada uno de ellos, y hay que tratarlos diferente, según sus gustos. Es un enorme desafío.
–¿Cuál es el más parecido a vos?
–Beltrán. Somos muy parecidos, nos reímos porque somos ordenados, tenemos muchos TOC, y lo lamento por él porque siempre va a estar buscando la excelencia y es complicado, pero no es algo que le haya inculcado.
–Si tuvieras que definir en qué momento estás de tu vida, ¿qué dirías?
–Estoy en un momento muy productivo, con mucho trabajo, oportunidades únicas que no quiero desperdiciar. A la vez, la maternidad es muy demandante por las edades diferentes de los chicos. Me estoy exigiendo mucho e intento hacer todo bien, pero acepto cuando no se puede todo o algo no sale perfecto. Por suerte, los chicos acompañan mucho en el trabajo. Por ejemplo, el año pasado tuve que ir casi once meses todos los días a Cañuelas. Era muy importante para mí hacer ese reality [El hotel de los famosos], en prime time, entonces les expliqué que iba a tratar de llegar a cenar pero que iba a complicarse y lo entendieron. Se bancaron que grabé en Navidad, Año Nuevo, enero... Fue un alivio saber que estaban todos con la misma decisión; si no, no tomo este tipo de proyectos. Además, después vienen momentos en que estoy mucho en casa y me pongo pesada. [Se ríe].
–¿Con el orden?
–Les insisto mucho con que les vaya bien en el cole. Todos tenemos nuestras responsabilidades y hay que cumplirlas, cada uno tiene que dar su mejor versión.
–Bautista, el mayor, ya dio sus primeros pasos en el modelaje. ¿Cómo lo ves?
–Él tiene algo natural, es muy decidido, maneja las redes sociales a una velocidad impresionante, se pone frente a la cámara y le habla directo al otro. Me encanta. Podría ser que se dedique a algo parecido a su padre [Benjamín Vicuña], aunque aún no lo sé.
–¿Qué más aprendés de tus adolescentes?
–Me enseñan todo el tiempo, están criados diferente a como fuimos criados nosotros. Tienen padres presentes, preocupados, cariñosos, amorosos, que salen a la una de la mañana a comprar un mapa si hace falta. Nosotros nos arreglábamos más solos, pero hoy los padres estamos más presentes, decimos más “te quiero”, abrazamos más. Va a ser una generación amorosa.
–¿Participás en el chat de las madres del cole?
–¡Me salvan la vida las mamis del colegio! Gracias a ellas me acuerdo de muchas cosas, ahí está toda la info.
–Además del modelaje, hiciste cine, conducción… ¿Qué te queda pendiente?
–El Pampita Home fijo, se puede dar como una feria, pero algún día quiero tener a todos estos proveedores increíbles juntos en un solo lugar. Apenas tenga tiempo lo voy a hacer. Las cápsulas de productos que hago vienen muy bien. Ahora saco la de muebles para niños con Fontenla, que está buenísima. Pero también tengo la de muebles de grandes, las planchitas de pelo, los trajes de baño, los anteojos, los pijamas, ¡me encanta hacer de todo!
–¿Qué hacés para desconectarte?
–De sábado a lunes a la mañana no trabajo, no agarro el teléfono, no me maquillo. Hacemos asaditos, vemos pelis, estoy tirada con los chicos, vamos al cine. Ese es mi gran privilegio: estar tranquila en casa en jogging.
–Benjamín sacó hace poco un libro sobre Blanquita [Blanca, la niña que quería volar]. ¿Cómo fue participar?
–Había muchas cartas y WhatsApp que había mandado a nuestros grupos de amigos en común y Benjamín me pidió permiso para usar algunos. Le dije que usara lo que quisiera, pero no participé en la edición de lo que quedaba, sólo di autorización total a que usaran lo que les pareciera. Con respecto al libro, siempre quise mantenerme al margen, me parecía que tenía que hablar él porque fue quien dio ese paso. Yo soy muy reservada. Le di la autorización, aunque él sabía que yo iba a estar parada a un costadito, por decirlo de alguna manera; lo iba a acompañar en su decisión y nada más.
–Tu forma de homenajearla públicamente fue a través de una plaza.
–Hace muy poquito inauguramos otra, Una Posta en el Camino. Ojalá sean más porque tenemos muchísimas solicitudes. Hay muchas oportunidades para ayudar, pero esto es paso a paso. Mis amigas se ocupan de la organización. Hay un par de lugares y hay que hacer trámites y pedir permisos, por eso no puedo decir nada. Ojalá que se den, para nosotros es un momento muy lindo que compartimos en familia y con amigos, es un regalo que sabemos que van a disfrutar muchos chicos y va a perdurar en el tiempo.
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