Atenas Hernández repasa su vida itinerante y cuenta que su abuela argentina la introdujo en el mundo de la moda
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Si bien nació en Honduras, Argentina está muy presente en el corazón de Atenas Hernández, reconocida como una de las pioneras en el mundo de las influencers latinoamericanas y todo un referente de la moda de esta región. Fue a través de su abuela materna, Armida Atenaide Vatta Micceo, nacida en Buenos Aires, que de chica empezó a conocer de géneros, texturas y diseñadores. “Ella siempre estaba impecable y tenía en su casa las ediciones bien gordas del prêt-à-porter y de la alta costura que publicaba ¡HOLA! Cada vez que alguien viajaba, pedía que se las trajera y pasábamos horas mirándolas. Ella me habló por primera vez de Chanel, de lo que era el tweed”, le cuenta a ¡HOLA! Argentina la también diseñadora y escritora de cuentos infantiles. “Armida conoció a mi abuelo cuando él estaba en su última semana como embajador de Honduras en Argentina. Y, ante el inminente regreso de él a casa, se casaron siete días más tarde. Estuvieron toda una vida juntos, formaron su familia allá, pero mamá nos trajo a mí y a mi hermano muchas veces de visita a Buenos Aires para conocer esta tierra maravillosa, que es parte de nuestra historia”.
Las vueltas de la vida hicieron que hace un año Atenas se instalara en nuestro país de la mano de su marido, el cónsul español en Argentina, Juan Alvar Merino Cubillo (se casaron en 2012). “Por supuesto que no es lo mismo estar de visita que vivir aquí. ¡Yo quisiera quedarme para siempre! Este es un país maravilloso, hay zonas que parecen París, otras Madrid, y si vas a Puerto Madero podría ser Londres”, dice ella, mamá de Valentina (7).
–¿Cuándo fue que la moda se convirtió en tu trabajo?
-En una época las revistas locales me empezaron a pedir colaboraciones sobre cuáles eran mis prendas preferidas de la temporada o cómo llevar tal pieza, por ejemplo, pero era algo que yo hacía por diversión. Luego, ya casada, quería hacer la diferencia, pero me importaba más mi esposo y formar una familia. Mientras pensaba qué hacer para poder compatibilizar las dos cosas, empezó el tema de las redes sociales. Abrí mi cuenta y me apareció Chiara Ferragni, que fue la primera influencer. Ella sólo trabajaba con diseñadores italianos, entonces pensé que yo podía hacer lo mismo con diseñadores locales, y luego latinoamericanos.
–¿Fue difícil arrancar?
–¡Muy difícil! Salvo una tía, nadie me apoyó porque no entendían de qué se trataba lo de las redes. En ese momento yo era blogger, ponía fotos y contaba sobre mis prendas, cómo combinarlas. Hasta que un día el centro comercial Multiplaza se convirtió en mi primer sponsor. Luego, unas cervecerías locales me animaron a hacer eventos y así empezó a moverse la cosa.
–Pero más tarde tuviste proyección internacional...
–Sí, fui desarrollando mi trabajo y, cuando Savannah College of Art and Design en Georgia (USA) ofreció una beca a un diseñador, fui invitada a presenciar el examen final, que era hacer una pasarela. Y en ese evento conocí a uno de los directores de Colombia Moda, que me invitó, a pesar de que aclaré que yo no era periodista. Allí conocí a Custo Barcelona, lo entrevisté y nos llevamos de maravilla. Y mi primer cliente internacional fue Tommy Hilfiger que, según me enteré años después, me llegó gracias a él. [Piensa]. Lo mío siempre fue made in Latinoamérica. Pero, además, hace siete años que trabajo con Chanel y seis con Cartier, dos marcas con las que estoy muy agradecida.
–¿Y cuál es tu estilo?
–Soy cero tendencias, prefiero invertir en una prenda clásica y versátil, de buena calidad, que dure años.
EL AMOR, LA POLÍTICA Y LA VIDA ITINERANTE
Viajar por el mundo por trabajo, pero también instalarse en diferentes países largas temporadas no es algo nuevo para Atenas. “A los 17 años mamá me mandó a estudiar a Francia y yo lloraba porque mis amigos se iban a estudiar a Estados Unidos. Primero estuve en París y a los cuatro meses me mandaron a Grenoble. Estudié Francés y Cultura Europea, me gradué y ahí sí me fui a Estados Unidos para estudiar Relaciones Públicas, que me encanta. Pero también me fascina la política. De hecho, me especialicé en Imagen Política. Por ejemplo, si vas a un programa de televisión puedo decirte enseguida si te van a tratar bien o no de acuerdo a cómo te iluminan y dónde te sientan, entre otras variables.
–¿Venís de una familia relacionada con la política?
–Mi papá, Jacobo Hernández, fue vicepresidente de Honduras (de 1990 a 1994), también tres veces diputado, magistrado y presidente del Tribunal Supremo Electoral. Y mi mamá, que es odontóloga y abogada, además fue gobernadora. Ahora están retirados. Yo amo la política y quería demostrar que se puede hacer política transparente. No es algo de lo que me guste hablar, pero por supuesto me siento muy orgullosa de los dos.
–¿Y qué te hizo seguir otro camino?
–Cuando estaba por volver de Estados Unidos me salió un trabajo en mi país para ayudar a dar becas a jóvenes de bajos recursos, por un año. Era una buena forma de ver si de verdad me gustaba ese mundo. En el medio conocí a mi esposo, que llevaba dos meses como cónsul de España en Honduras. Nos presentó un íntimo amigo. Yo al principio no quería saber nada, pero nos volvimos a ver una semana después y recuerdo que hablamos desde las nueve de la noche hasta las dos de la mañana. A los cinco meses me tiró el anillo y nos casamos al año. Juan es diplomático de carrera, pero también es abogado. Y como diplomático español, cada nueve años tiene que regresar a España y quedarse allí dos años, así que doce meses más tarde nos mudamos a Madrid, tocaba hacerlo. Y allí nació Valentina. Luego vinieron cuatro años en República Dominicana, hasta que a Juan le cambiaron el destino diplomático por Cuba. Como fue en plena pandemia de Covid, nunca abrieron las escuelas, los supermercados se mantuvieron cerrados y entonces el país no nos dejaba entrar porque la niña no podía tener educación. Nosotras dos nos quedamos en Santo Domingo y él nos visitaba. Así por dos años. Sin embargo, a nosotros el Covid nos unió más que nunca. Después volvimos a aplicar por otro destino y nos tocó Buenos Aires.
–¿Que te gusta tanto de acá?
–Me siento como en casa. A pesar de que la vida itinerante es muy linda, a veces también puede ser difícil. Pensá que acá no tenemos familia, somos nosotros solos. Y, para que funcione, desde el minuto uno tenés que aprender sobre temas de los colegios, qué pediatra consultar o cosas tan cotidianas como dónde comprar la fruta, dónde hacerte las manos. Acá me encanta caminar y ¡me tienen loca las medialunas de manteca!
–¿Cómo surgió lo de los cuentos infantiles?
–Cuando estaba embarazada recordaba que mi abuela me contaba cuentos. Entonces empecé a escribir. Ya publiqué un cuento, “Valentina sueña con los animales”, que lo presenté en la Feria del Libro de Madrid y ya lleva dos ediciones. Ahora estoy preparando otros dos. Muchas cosas se me ocurren en el avión, cuando viajo, y aprovecho allí para escribir.
–¿Cómo hacés con tantas cosas?
–Hay que organizarse. A veces es difícil, por supuesto. Me levanto todos los días a las 6:45 para vestir y peinar a mi hija, desayunar los tres y salimos juntos. Una vez que dejo a mi hija en el colegio y a mi marido en el trabajo, vuelvo a casa, me baño y me cambio y arranco con las videollamadas, conozco a diseñadores, organizo los eventos que voy a tener y qué ponerme para cada situación, entre muchísimas otras cosas. Acá me hice amigas divinas, pero no tengo a mi íntima amiga a quien le pueda decir: “Hoy te dejo a la niña”. Soy hiperactiva, me gusta conocer lugares nuevos y acá hay una oferta de arte tan espectacular que se me amplió el mundo de la moda. Adoro visitar las casas de remate, aunque no compre nada. He cambiado mucho. La gente me dice que en mis posteos tengo un glow especial, debe ser la energía que tengo, pero siento que Argentina me ha dado más de lo que yo a ella. Absorbo información todos los días, ¡y el bus turístico lo he tomado diecisiete veces! [Se ríe]. Y me convertí en una gran guía turística. Vino una amiga y la llevé a Caminito, a comer choripán, al Mercado de San Telmo, que me lo conozco de punta a punta.
–¿Saliste de Buenos Aires?
–Sí, estuvimos en Bariloche, quedé encantada. Fuimos seis días, la pasamos divino, paramos en Villa Beluno Hotel & Spa, un lugar precioso. Mi hija pudo conocer por primera vez la nieve. El próximo destino, cuando se pueda, será Mendoza, que tanto me hablan de sus paisajes. Y después ojalá las cataratas del Iguazú y península de Valdés. ¡No sé si haré a tiempo con todo!
Agradecimientos: Cecilia Nissen (producción), Villa Beluno Hotel & Spa
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