El hijo de la modelo y el empresario Federico Álvarez Castillo toma clases. Por las tardes, practica tiros con su mamá, que a su misma edad ya jugaba con su padre, Eduardo, en Tucumán
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Cierra los ojos y se acuerda de todo. El olor del pasto húmedo en el Jockey Club de Tucumán y de lo mucho que disfrutaba siendo caddy de Eduardo, su papá. También de los almuerzos en familia en el club house y hasta de las milanesas que se pedía con sus hermanos, Mariano y Franco. “El golf era nuestro programa juntos. Empecé a los 4, pero nunca saqué handicap. Me gustaba jugar con papá, no me interesaba ir a torneos y eso”, cuenta Lara Bernasconi (43). La modelo (está dándole los últimos toques a Rum Rum, su nueva marca de denim para chicos) acaba de llegar a la cancha de golf de Tortugas, el country donde vive con Federico Álvarez Castillo, a bordo de “Rayo”, el club car con el que se mueve junto a Iñaki (4), su hijo.
“Tuve una infancia muy linda y feliz. Me encanta compartir con Iñaki un deporte que disfruté tanto con papá. Aunque su abuelo ya no esté [Eduardo Bernasconi murió en 2009, a causa de un cáncer de pulmón], el golf nos conecta…”, nos confía Lara, mientras descarga las bolsas de palos.
–¿Cuándo arrancaron a tirar pelotas con Iñaki?
–El año pasado. Su hermano Indalecio [hijo de Federico y Paula Cahen d’Anvers] juega muy bien y un día dijo que él también quería jugar. Lo llevé, empezó a tomar clases con David, su profesor, y nos sorprendió a todos. David dice que va a ser un crack, pero Iñaki es medio vago. Le da fiaca entrenar, nos dice que ya aprendió y que no es necesario ir a clases. Es un personaje.
–Debe haber sido lindo para vos retomar el deporte.
–Sí, pero me lo tomo como un juego. Acompaño a Iñaki a tirar pelotas, pero no mucho más. Intenté volver en el verano y me quedé dura, me tuvieron que bloquear. Yo jugué mucho al golf en esta cancha con Santos [Pereyra Lucena, su primer novio] y dejé hace diez años, cuando me salió la primera hernia de disco en la lumbar. En 2019 tuve dos hernias más en las cervicales y el año pasado me salió una tercera. Están repartidas en toda la columna y es muy doloroso.
–¿Cómo es Iñaki?
–Como todo hijo menor, es tremendo. [Se ríe]. Por suerte está Federica, la nieta de Fede [hija de Josefina, fruto del primer matrimonio del empresario con María Marta Rosauer], para repartir la atención y equilibrar un poco los tantos. Es observador, rápido y detallista. Me dice: “Mamá, ese pantalón, no” y tiene 4 años... Es cariñoso y me enternece ver cómo cuida a su sobrina.
–¿Te gustaría darle un hermano?
–No, ya está… Iñaki es mi primer y último hijo. Pasados los 40 hay riesgos y no me quiero arriesgar.
–¿Planean casarse?
–Va a quedar en la lista de pendientes. Antes soñaba con entrar a la iglesia vestida de blanco, del brazo de mis hermanos, pero ahora por cábala no me quiero casar. Todos los que se casan se divorcian a los pocos años, entonces, ¿para qué? Con Fede estamos bien así.
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