En una charla a corazón abierto, la actriz y locutora nos habla de aquellos días de enorme popularidad y lo bueno y lo malo de haber sido muy famosa a los 7 años
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Su nombre forma parte de la historia de la televisión argentina. Tenía 7 años cuando ella y su hermana gemela se transformaron, a través de un concurso organizado por Alejandro Romay, en la imagen de Canal 9 y en las “conductoras más jóvenes” del noticiero de la emisora. Romay quería un par de mellizas que hubiesen nacido en 1960 (el mismo año en que empezó a transmitir el canal) y se presentaron 600 aspirantes. El premio consistía en un millón de pesos de aquel entonces y juguetes. Las hermanas Noemí y Liliana Serantes vivían en Mariano Acosta (en la zona oeste de la provincia de Buenos Aires) junto con sus padres, que tenían un pequeño almacén. Incentivadas por su profesora de danzas, se presentaron y ganaron. Así nacieron “Nu y Eve, las mellizas del 9″. “Jamás nos dieron el premio, pero nos transformamos en las mellizas más famosas del país, aunque nosotras éramos gemelas. Una vez, siendo más grandes, en un programa le dijimos a Romay: ‘Nunca nos diste el dinero’ y él nos respondió: ‘Pero son famosas’”, le cuenta entre risas Noemí (63) a ¡HOLA! Argentina.
Con apenas 8 años de edad condujeron Nu y Eve circus. “El primer circo de la televisión, con animales y todo. Una vez mi mamá se tuvo que plantar porque trajeron un elefante y querían que nos alzara con su trompa”, revela. Fueron las secretarias de La Chona pregunta, trabajaron con Tato Bores, cantaron con Cacho Castaña y estaban en la edición del noticiero de la mañana y la tarde hasta que llegaron a ser las responsables de dar el pronóstico del tiempo. “La gente del Servicio Meteorológico Nacional se contactó con nosotras para darnos un curso y todavía guardo el certificado de capacitación meteorológica”.
–¿Quién era Nu y quién Eve?
–[Se ríe]. Las dos queríamos ser Nu porque nos gustaba más la muñequita Nu. ¡Siempre nos gustaba lo mismo! Pero yo cedía siempre porque mi hermana era mi debilidad. Así que ella era Nu y yo, Eve.
Noemí conserva la mirada pícara y la sonrisa contagiosa. Hace cinco años se mudó a Escobar, a la casa de fin de semana que construyó con su marido cuando sus hijos eran chicos. Un lugar lleno de recuerdos, fotos con su hermana en diferentes etapas de la vida, otras tantas con su marido y sus hijos, premios… “Y no sabés la cantidad de cajas que tengo sin desarmar”, confiesa. Actriz y locutora, hizo la carrera de cine en 2001 en la escuela de Eliseo Subiela y se recibió “rodeada de pibes que ni sabían quién era yo”. Actualmente hace radio todos los martes en onradio.com.ar. Además, escribe guiones y da clases de oratoria. “Me encanta trabajar y no puedo estar sin hacer nada, pero lo que más amo es actuar”.
Sin embargo, cuando le preguntamos cómo está hoy, dice: “La vida me llevó a estancarme un poco… El año pasado trabajé en Olaf, una película de la directora argentina Cristina Agüero, y ya me hablaron para hacer la segunda parte. Ojalá el año que viene esté con más trabajo porque cuando trabajo en un set, recupero la alegría, revivo”, asegura Noemí. “Mirá, no voy a decir el nombre, pero hace algunos años llevé una idea a una productora muy conocida. Les encantó, pero nunca me llamaron. Lo peor fue que hicieron la novela casi igual a mi idea original y no sólo no me convocaron para el guion, sino tampoco para actuar. Y te digo algo, si no me daban el crédito de la idea, pero llamaban para trabajar ahí, hubiese sido feliz igual. Me dolió mucho porque es gente que conozco hace muchísimos años y con alguno de ellos compartimos el mote de los niños prodigio de la tele”, afirma.
Si bien tuvo una vida plena, en los últimos diez años sufrió golpes muy fuertes. Su hermana Liliana murió en 2011 a causa de un cáncer de mediastino, tiempo después perdió a su papá y en 2016, a su marido Ricardo, con quien tuvo tres hijos: José (39), Daniel (36) y Melody (31). “Lo de mi marido fue mala praxis porque entró sin gravedad y por no hacerle un cateterismo a tiempo se murió. Mis hijos estaban destruidos, lo de mi hermana los había golpeado muy fuerte y esto fue tremendo”.
–Y vos, ¿cómo hiciste para salir adelante?
–¡Yo siempre para delante por mis hijos! No podía derrumbarme. Por suerte están mis otras dos hermanas, Nancy y Mariel, y entre las tres apuntalamos mucho a mamá.
“TENGO LA CULTURA DEL TRABAJO”
La charla continúa entre risas y miles de anécdotas. Cuando nos ofrece café, aclara con humor: “Tomen que es del bueno, es de cápsulas… Sólo a ustedes se los ofrezco. A mis hijos se los tengo prohibidos”, dice y estalla en una carcajada.
–¿Sos muy cuidadosa con el dinero?
–Y sí… las cosas están difíciles. Además, tengo la cultura del trabajo. No olvides que trabajo desde los 7. Con mi hermana íbamos a la primaria y hacíamos el noticiero del 9 al mediodía y a la noche. Además de las publicidades e ir a otros programas. ¿Sabés cómo nos cargaban nuestros compañeros de colegio? Eso sí que era bullying. Mi hermana sufría más y se encerraba a veces en el baño a llorar. Yo no.
–¿Te arrepentís de haber comenzado a trabajar desde tan chica?
–No porque para nosotras era un juego. Todos en el canal eran como nuestra familia. Desde el portero hasta el director. Creo que fue fácil porque estábamos juntas. Si no, no hubiese aguantado ese ritmo. Trabajamos hasta los 18 en el noticiero. Después hicimos muchas cosas por separado. A Liliana la llamaban más para actuar y a mí para publicidades y doblajes.
–¿Es verdad que una vez te hiciste pasar por ella en una novela?
–¡Sí! Mi hermana había trabajado en Entre el amor y el poder, una novela donde hacía de hija de Silvia Montanari, y después la llamaron para hacer La cruz de papel, pero ella en ese momento había firmado para hacer otra novela. El autor estaba encaprichado con que la quería a ella y el productor le decía: “Llamemos a Noemí, que es igual y actúa tan bien como Liliana”. Pero él no quería saber nada. Entonces el productor me propuso que me hiciera pasar por mi hermana y ella, además, estuvo de acuerdo. Nunca había celos entre nosotras. Recién cuando ya habíamos grabado el cuarto capítulo y el autor estaba feliz, confesamos lo que habíamos hecho. Casi nos mata, pero quedó encantado.
–Además del parecido físico, ¿en qué otras cosas eran casi iguales?
–Si una se enfermaba, la otra sentía dolores, las dos tuvimos quistes en el ovario, nos casamos a los 22 años con dos amigos del colegio, fuimos madres casi al mismo tiempo… Cuando nació mi primer hijo, yo estaba trabajando y le daba de mamar. Y a veces se lo dejaba a Liliana y, como ella le daba el pecho a su hijo mayor, también le daba al mío. Y yo a su hijo. A los chicos les da vergüenza que cuente esto, pero a mí me parecía lindísimo.
–Cuando se enfermó Liliana, ¿tuviste miedo de que te pasara lo mismo?
–No. Obvio que me hago todos los chequeos, pero nunca tuve ese temor.
–Debe haber sido muy difícil para vos...
–Ver su sufrimiento fue tremendo. Fui a la virgen de Salta y a todos los curas que te imagines. El último día estábamos todos. Me acerqué al oído y le dije: “Ya está, andate tranquila. Yo me voy a fumar un puchito y vuelvo”. Cuando llegué a la planta baja del sanatorio me llamaron. Liliana se había muerto. Desde que murió ella, mi gemela, no celebré más mi cumpleaños.
–Con esa conexión tan fuerte que tenías con ella, ¿sentís su presencia a veces?
–Mirá, cuando enfermó yo le decía: “Ayudame, Lili, porque no sé cómo voy hacer sin vos”. Y ella me decía: “Siempre voy a estar”. Está dentro de mí. Hace unos días me llamaron para decirme que el 9 de octubre me van a entregar un premio en Miami –el Golden Award– por mi trayectoria. No lo podía creer: ese día es el aniversario de la muerte de mi hermana. Es un regalo de ella. Me pasa lo mismo con mi marido. Este anillo era de él. [Muestra un sello que lleva en su mano izquierda]. Cada vez que necesito fuerza o que algo salga bien, acaricio el anillo y le hablo. A veces aparecen dos colibríes sobre la pileta, parece que estuviesen bailando. Y yo creo que son Ricardo y Liliana.
Producción: Consuelo Sánchez
Maquillaje: Joaquina Espínola
Agradecimientos: Le Coquette y Ampi Vera
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