Mientras se recupera lejos del principado, el príncipe Alberto, con el apoyo incondicional de su hermana Carolina, está decidido a contener a los mellizos Gabriella y Jacques y cumple con ellos las tradiciones de las fiestas
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Serán unas fiestas atípicas para los Grimaldi. Y, hasta el momento, se palpita una Navidad triste en palacio, ya que todavía es una incógnita si la princesa Charlene (internada en una exclusiva clínica, se presume en los Alpes suizos) estará recuperada como para reunirse el 25 con su marido, el príncipe Alberto, y abrir los regalos con sus hijos, los mellizos Gabriella y Jacques. Por lo pronto, ya se perdió la inauguración del mercado navideño y no se sabe si podrá participar de la ceremonia de preparación del árbol en la escalinata de palacio, una tradición que marca el inicio de este período festivo en el principado.
QUÉ LE PASA A CHARLENE
Como es de público conocimiento, Charlene volvió a Mónaco el 8 de noviembre tras más de medio año en Sudáfrica, donde quedó varada para tratarse una grave infección otorrinolaringológica que le impidió volar de regreso a casa. Se esperaba que su vuelta marcara su reincorporación a la vida pública pero, en cambio, decidió retirarse y recuperarse en un centro fuera del principado para preservar su intimidad. “Puedo decir que estaba sufriendo una fatiga increíble. No podía dormir bien durante varios días, no estaba comiendo bien tampoco. Perdió mucho peso, lo que la hace más vulnerable a las enfermedades, como catarro, gripe o, Dios nos libre, Covid”, aseguró días atrás Alberto de Mónaco a la revista People.
CAROLINA Y ESTEFANÍA, GRANDES ALIADAS
Todavía está fresca en la memoria de muchos la conmovedora imagen de Gabriella y Jacques en el balcón de palacio, durante el Día Nacional de Mónaco, con carteles dibujados por ellos mismos en los que escribieron: “Te extrañamos” y “Te queremos, mamá” esperando que Charlene, en algún lugar, recibiera el profundo amor que sienten por ella. Ese día quedó en evidencia, además, la incondicionalidad de Carolina, lista para ponerse a la altura de su sobrino y contarle qué sucedía delante de ellos, y de Estefanía, que tomaba la mano de Gabriella una y otra vez durante la fiesta.
Más allá de que siempre tuvieron una relación muy cercana, desde que empezaron los temas de salud de Charlene, Alberto encontró en sus hermanas dos grandes aliadas, dos referentes para sus hijos, que este viernes cumplirán 7 años y, en principio, lo pasarán lejos de su mamá. En cada acto público que comparten, ninguno duda en saltearse el protocolo para hablarles al oído, acariciarles la cabeza o rodearlos con sus brazos. Están pendientes de los chicos y se mueven en bloque para sostenerlos.
El viernes 3, sin ir más lejos, Alberto, sus hijos y Carolina compartieron la tarde durante la inauguración del “Christmas Village” en el puerto de Mónaco. También estaban las primas maternas de los mellizos, Bodie y Kaia Rose Wittstock, que llegaron con su mamá, Roisin Galvin Wittstock, y sus primos paternos, Stefano y Francesco, hijos de Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo. Todos juntos recorrieron las atracciones que incluían un enorme tobogán de nieve, una calesita y una pista de patinaje sobre hielo.
UN REENCUENTRO ESPERADO
Jacquie y Bella, tal como los llama cariñosamente su mamá, conocen la situación que ella está atravesando y la verán “en cuanto sea posible”, según contó Alberto. En agosto pasado, los tres habían volado a Sudáfrica para reencontrarse con la princesa. Y también estuvieron con ella el 8 de noviembre, cuando volvió a casa. Desde entonces, no hay constancia pública de que se hayan vuelto a ver.
Hasta que se dé el tan ansiado reencuentro, los chicos se adaptan a su nueva rutina de estudiar en la residencia real. Por decisión de sus padres dejaron la escuela pública François d’Assise-Nicolas Barré, y hasta que la situación epidemiológica mejore, estudian en el Palacio Grimaldi con cuatro compañeros (dos chicos y dos chicas), con los que armaron su propia burbuja. Sólo van al colegio para participar en clases de deportes, como natación, disciplina a la que su madre se dedicaba profesionalmente.
Además, acompañan seguido a su papá al trabajo: en la celebración del centenario del club Soroptimista, que tiene sede en el principado, plantaron un árbol sudafricano como guiño al país natal de su mamá. Y volaron con él a Dublín (estuvieron en el Trinity College) y a Glasgow (se celebró la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), previa parada en Alemania para disfrutar del Europa Park.
VERDADES Y DESMENTIDAS
Entre tanto, los rumores sobre una crisis matrimonial no se hicieron esperar. “No sufre ninguna enfermedad grave o incurable, no es tampoco un problema matrimonial. Nuestra pareja no está para nada en peligro, quiero ser claro sobre esto. Se trata de las consecuencias de todas las operaciones que sufrió en los últimos meses”, aseguró Alberto a la revista francesa Paris Match. “Fueron sólo problemas dentales, de tabique nasal y de senos nasales. No quiero traicionar la confidencialidad médica, sólo se refiere al ámbito otorrinolaringológico”, especificó.
No es la primera vez que el monarca habla públicamente sobre su vida personal. En septiembre le había dicho a People que su mujer no se había ido a Sudáfrica enojada con él ni con nadie, sino que “iba a viajar para reevaluar el trabajo de su fundación allí y tomarse un tiempo libre con su hermano y algunos amigos. Y concluyó: “Ella no se exilió, sólo fue un problema médico que tuvo que tratarse”.
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