Entre risas y juegos de complicidad, tres generaciones de mujeres son retratadas en un encuentro único, en el que las actrices hablan de su relación, la maternidad, sus miedos y sus proyectos
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Mamirta, ¿querés?”, le dice Bendi a su abuela, Mirta Busnelli (78), al ofrecerle una medialuna. Hace poco más de un mes, Anita Pauls (36) –quien desde 2020 vive en Los Ángeles con su familia– llegó con su hija de 2 años para visitar a su familia y estar en el estreno de La estrella que perdí, la película que las tiene como protagonistas y que cuenta, curiosamente, la relación entre una madre actriz y su hija. “Este proyecto en particular lo viví como un regalo. Hacía tiempo que tenía ganas de trabajar en algo lindo, real, con Anita. Y el guion de su directora, Luz Orlando Brennan, fue la oportunidad perfecta para cumplir con este deseo”, cuenta entusiasmada Mirta mientras terminan de maquillarla.
“Hay algo del vínculo madre-hija que es universal y enseguida me atrapó la idea de indagar sobre ese tema. Me gustó que mi personaje tuviese una madre fuerte, una estrella del espectáculo que priorizó siempre su carrera y que de repente tiene la posibilidad de cambiar las cosas y tener la madre ideal, la que siempre había querido tener”, asegura Anita.
–¿Cómo fue trabajar juntas?
Ana: Si bien habíamos hecho una pequeña participación filmada para teatro y alguna vez yo interpreté a mamá de joven, nunca tuvimos este tipo de personajes. Más allá de nuestro trabajo actoral en la película, hay algo real que se ve en la pantalla: las caricias, los mimos, los abrazos, las miradas que nos damos son reales. Hay un amor genuino que nos une y me en - cantó ver eso.
Mirta: Para mí fue una experiencia fantástica. Pude disfrutar a Anita desde su lugar de actriz. Había una confianza entre nosotras que si notaba algo que no me gustaba de lo que estaba haciendo o quería observar algo de su trabajo o viceversa, podíamos hablarlo con mucha comodidad.
–¿En qué se ven reflejadas?
Ana: Yo no me veo tan reflejada. Sí la gente que nos conoce nota no sólo la similitud en nuestros rasgos físicos, sino también en nuestro caminar, que es parecido, y compartimos el sentido del humor. A veces cuando actúo me escucho hablar como ella.
Mirta: Hay cosas que siento que ella me transmitió porque ve el mundo de otra manera… Es otra edad, otro momento. Yo siento que siempre aprendo de ella. Usa una terminología determinada, a veces la copio en esas maneras de hablar porque me quiero hacer la joven. [Se ríe]. Lo nuevo y lo distinto me lo trae ella.
–¿Qué descubriste de Ana como madre?
Mirta: Ella vive otro tipo de maternidad. Es una madre mucho más relajada, con muchas ganas y energía y lo disfruta como una yegua… Bah, no sé cómo disfrutan las yeguas. [Se ríe]. Después de ver a ella con Bendi, ahora yo quiero tener otro hijo. [Carcajadas].
Ana: Creo que cada generación tiene lo suyo. La mamá de mamá dejó todo para estar en la casa con su familia y mamá creció con la posibilidad de ir a la universidad, tratando de hacer lo opuesto para no ser ama de casa. Me da mucho orgullo ver que mi madre se dedicó a su carrera y eso es un gran ejemplo para mí. Muchas mujeres de mi generación, incluida yo, estamos tratando de hacer las dos cosas al mismo tiempo, aun a riesgo de que una de las dos no nos salga bien.
–¿Y cómo te ves vos, Ana, como madre de Bendi?
Ana: Me sorprendió bastante la maternidad. De hecho, me llevó un tiempo querer ser madre porque sabía que cuando lo fuera, iba a querer dedicarme a esa experiencia al ciento por ciento. Claro que nunca imaginé que iba a trabajar tanto la paciencia, no suelo tener mucha, pero ahora con mi hija me doy cuenta de que tengo paciencia infinita. [Se ríe]. Hoy Bendi es lo más hermoso de mi vida. Si miro para atrás, la verdad es que me moría de ganas de ser madre, como que había nacido para eso.
Mirta: Sos perfecta. Sos lo opuesto a lo que yo fui como mamá.
–¿Cómo estás viviendo el abuelazgo?
Mirta: Muy bien, estoy tan feliz… A pesar de que la distancia nos separa, todos los días hace - mos videollamadas y puedo ver a las dos. Y este tipo de comunicación, aunque no lo crean, funciona. Cambió la manera de vincularnos, pero nos decimos todo.
Ana: A veces la distancia ayuda un montón a los vínculos.
Mirta: El estar alejadas hace que no vivamos situaciones contradictorias, como querernos y después pelearnos.
Ana: En la película, mi personaje decide irse de la casa porque necesita salir de esa dependencia con su madre. En mi caso, me fui del país para buscar nuevas oportunidades y la distancia terminó acercándome mucho más a mamá. Las cosas por las que cotidianamente solíamos tener roces y pelearnos ya no están. Entonces, cuando hablamos por teléfono, sólo es para conectarnos desde un lugar más lindo. Nos extrañamos y sólo queremos volver a vernos.
–¿Qué cosas se extrañan con la distancia?
Ana: Sus abrazos. El contacto físico de una madre es único, es lo que conocés desde que estabas en la panza.
Mirta: Ana tiene una risa contagiosa que es maravillosa.
–Ana, ¿qué me podés decir de Bendi?
–Ella es muy simpática, dulce y graciosa. El otro día veía fotos de mamá cuando era joven y decía: “Mamá”, pensando que era yo. Le encanta la música y cuando se pone a cantar es una locura. A veces me agarra la cara con sus dos manos y me dice: “Sos hermosa”, y yo pienso: “Quiero que este momento dure toda la vida”.
–Estás viviendo hace cuatro años en Estados Unidos. ¿Tenés alguna vez la fantasía de volver a vivir a la Argentina?
–Desde que soy madre, cada vez me dan más ganas de venir. Bendi ahora está más grande, por lo que me gustaría que tuviese más contacto con su país, con su familia… Por otro lado, también tiene un padre que está en Los Ángeles y es superimportante que ellos estén juntos.
–¿Él ya visitó Buenos Aires?
–Sí, Brian tenía muchas ganas de venir y acompañarnos, pero también tiene su trabajo allá y no puede quedarse dos meses. Por ahora vamos viendo cómo organizarnos. Con Bendi chiquita, todavía puedo ir y venir cuando quiero.
SOBRE EL PASO DEL TIEMPO
–Además de la película, Mirta, acabás de estrenar la obra Ese Bow- Window no es americano. No parás de trabajar…
–Sí, se me juntó todo. Es una obra de teatro sobre un cuento de Samanta Schweblin. Estoy muy contenta. El teatro es vida y me gusta hacerlo. Voy a decir una frase que no me pertenece: “Actuar es necesario, vivir no”. Siento que estoy viviendo un momento muy afortunado con la obra, con mi hija y con mi nieta. Ojalá esto dure un rato largo.
Voy a trabajar todo lo que pueda… Qué sé yo cuánto voy a vivir. Hoy tengo ganas y energía para hacer cosas y quiero aprovecharlo
–¿No te gustaría tomarte un año sabático?
–No, quiero seguir trabajando… Qué sé yo cuánto voy a vivir. Hoy tengo ganas y energía para hacer cosas y quiero aprovecharlo.
–¿Te pesa el paso del tiempo o no tanto?
–Las dos cosas. Me pesa porque tengo ganas de vivir y quiero vivir todo lo que pueda. Y, por otro lado, el cuerpo me pasa factura. Se suele ver a la vejez como una pérdida total y lo es. Pero también hay un montón de cosas lindas que te pasan a esta edad y que no te imaginás. Los vínculos, por ejemplo, se vuelven más fuertes, más gozosos. En otra época no los valoré tanto por todo el barullo del trabajo. Hoy esas relaciones, esas emociones que me genera cada encuentro o charla que tengo con los que más quiero, impactan muchísimo en mi sentir, me dan vida. Y eso también es la vejez. •
Producción: Paola Reyes Andaur
Peinado y maquillaje: Rocío Somoza y Natalí Flor Pomasoncco Lozano para Estudio Sebastián Correa
Agradecimientos: CasaSur Hotel Collection, Mirta Armesto, Mishka, Luna Garzón, Pioppa
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