Treinta años después de renunciado a su diadema, la pieza vuelve a estar en oferta
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Treinta años después de que Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, XVIII duquesa de Alba, vendiera una de sus alhajas más preciadas para comprarle un caballo de salto a su hijo Cayetano Martínez de Irujo (59), la pieza vuelve a estar en oferta. Se trata de la famosa tiara rusa, una espectacular diadema de platino y diamantes que sus actuales dueños, los joyeros de M.S. Rau Jewels de Nueva Orleans, Estados Unidos, acaban de poner en venta por 2,5 millones de euros.
UN ORIGEN MISTERIOSO
La duquesa de Alba heredó la alhaja de su abuela materna, María del Rosario de Gurtubay –duquesa consorte de la casa Híjar– y desde entonces brilló en su cofre. Además de lucirla en un famoso posado para el fotógrafo Juan Gyenes, la dama con más títulos nobiliarios del mundo quiso que sus nueras llevaran la joya en el día de sus bodas. Y así lo hicieron. María de Hohenlohe (65) la usó en 1977 cuando se casó con Alfonso Martínez de Irujo (71), hijo de la duquesa. Once años más tarde, Matilde Solís (59) lució la diadema en su casamiento con Carlos Fitz-James Stuart (74), actual duque de Alba e hijo mayor de Cayetana.
La pieza está proyectada bajo un original patrón de diseño geométrico realizado en platino y diamantes con una silueta llamada kokoshnik (por su parecido con el tocado oficial que llevaban las damas en la corte imperial de los Romanov). Y, si bien muchos apuntan a que su origen está en la Rusia de los zares, otros aseguran que la diadema es obra del joyero madrileño Celestino Ansorena.
A pesar del cariño que le tenía, la duquesa vendió su joya para comprarle un caballo a su hijo Cayetano
“Según Cayetana, esta diadema pertenecía a la casa de Híjar, de la cual descendía su madre. Muy en la tónica de las joyas de principios del siglo XX, en la cual primaba el volumen y en muchos casos piedras de poca entidad, con un efecto imponente sin llegar a ser costoso”, explica el experto joyero Pablo Milstein.
EL SACRIFICIO DE CAYETANA
A pesar del cariño que le tenía a su joya, la duquesa no dudó en renunciar a ella y venderla. Con lo que recibió, su hijo Cayetano compró un caballo para entrenar en salto antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992.
“Tuve que vender la diadema rusa para que Cayetano se pudiera comprar un caballo maravilloso, Gigoló, y pudiera dedicarse a la equitación y competir”, confesó en sus memorias publicadas en 2011. Tres décadas después de aquel “sacrificio” de Cayetana, la espectacular diadema busca nuevo dueño.
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