Con una trayectoria de seis décadas, la prestigiosa actriz repasa su carrera, sus amores y nos comparte su pasión por la escritura
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En un hotel 5 estrellas de Mar del Plata, Leonor Benedetto continúa con su rutina, inquebrantable, que mantiene desde hace años. Todas las mañanas lee los diarios “de acá y de afuera” y luego se sienta a escribir. Cuenta además que aprovecha el tiempo libre que le deja las funciones de Perdida Mente –la obra teatral que protagoniza junto a Ana María Picchio y Julieta Ortega, entre otras actrices– para seguir profundizando su pasión por la escritura. Y lo hace a través de Instagram, su nuevo canal de comunicación. “Escribo crónicas, reflexiones, notas… y la gente ya me espera y me las pide”, cuenta entusiasmada la prestigiosa actriz de radiantes 81 años.
–Tu cuenta de Instagram supera los 30 mil seguidores….
–¿Viste? Ni yo lo puedo creer. La gente que me conoce me aconsejó que no escribiera en Instagram porque el formato era sólo para fotos y no para lectura… Como verás, no les hice caso. (Se ríe) “Déjenme probar”, les dije, y acá estoy.
–¿Siempre fuiste tan disciplinada?
–Yo soy muy disciplinada, pero para todo. Creo además que la disciplina se parece bastante a la puerta de la libertad… A pesar que la mayoría la gente la respire de manera diferente. La disciplina no es encierro, es todo lo contrario. La conducta, la perseverancia te llevan siempre hacia tus objetivos. Y esa, para mí, es la única manera de concretar mis proyectos, sino te quedás soñando toda la vida.
–¿Qué te hizo elegir el teatro como vocación? Porque tus primeras opciones fueron estudiar Filosofía y Medicina…
–Es una cosa interesante lo que me estás preguntando porque en realidad mi camino hasta acá fue el resultado de una serie de sucesos y de la intervención de muchas personas que supieron ver antes que yo ese destino. Mi mamá fue la primera: cuando yo tenía 4 años me mandó a estudiar declamación y aprendí a leer y a contar cuentos desde chica. Yo cursaba Filosofía cuando mi primer novio me llevó a una clase de teatro y después de verme me dijo: “Vos tenés que estudiar esto”, y me alentó a que diera el examen de ingreso en el Conservatorio de Arte Dramático, donde quedé. Fue mi maestro, Néstor Noceda, quien en primera clase de actuación me dijo que yo iba a ser una gran actriz. “Usted es una de ellas”, sentenció. Siempre hubo alguien que me arrastró hacia un destino que ni yo sabía que tenía.
–¿Qué significó para vos la novela Rosa de lejos?
–Fue un proyecto que me llevó a la estratósfera. Es la historia de superación de una mujer, un melodrama como Los Miserables, que sé que va a perdurar como un clásico. Hace un tiempo mi nieta de 12 años la empezó a ver por recomendación de su maestro y estuvo tres horas mirándola.
–¿Cómo viviste la fama entonces?
–Al principio no me di cuenta porque grababa todos los días de siete de la mañana a siete de la tarde. Abrí los ojos cuando me ofrecieron hacer temporada en Mar del Plata con Rodolfo Bebán y ahí me di cuenta del suceso. Empecé a vivir con guardaespaldas, fue una locura insoportable. La fama se convirtió en el toro de lidia con el que tuve que luchar durante mucho tiempo, incluso hoy. Después de eso, me quedó como una especie de tara con respecto a las muchedumbres. La sensación es muy brutal, es un instante en que te sentís ahogada porque la gente siente derecho a tocarte, a besarte, a abrazarte. Entiendo que lo hagan desde la admiración, pero no todos lo vivimos de la misma manera. A mí me resultaba muy difícil de manejar. Por esto también me fui a vivir a España. Le dije a mi familia: “No puedo con esto, no quiero esto”. A los ojos de todos yo estaba viviendo el mejor momento de mi carrera y, sin embargo, para mí era lo peor que me estaba pasando. Lo padecí por dentro y mucho.
"En este momento, no lamento vivir la soledad. Cuando reviso la lista de las personas que estuvieron conmigo y veo con quiénes están ahora, digo: ‘Claro, era obvio que no podían estar conmigo"
ENTRE EL AMOR Y EL HUMOR
–En la obra Perdida Mente, interpretás a una jueza que sufre Alzheimer. ¿Cómo te llevás con el humor, un registro poco común en tu carrera?
–Me encanta, yo vivo con humor. Y también soy muy bruta con eso, porque tengo un humor jodido, ácido, negro. La muerte ni la vejez me dan miedo. No tengo esos prejuicios. Yo me río de la muerte… Fíjate que las semanas que mis nietas Olivia (15) y Matilda (12) estuvieron de vacaciones conmigo, las llevé dos veces de visita al cementerio. Cuando más estés conectado con la idea de la muerte, más podés conectarte con la vida.
–¿Sentís que tuviste suerte en el amor?
–(Lo piensa unos segundos) Creo que el único hombre generoso que tuve en mi vida fue el padre de mis hijos. Voy a decir algo que es un poco fuerte, los actores vivimos en un mundo mentiroso porque se exige de nosotros que todo lo que hagamos suene a verdad: que amemos, que tengamos sexo en las escenas, que todo suene real cuando es ficción. Y la verdad es que a mí siempre me pasaron cosas cuando hice escenas con mis compañeros. Por eso digo que es un juego peligroso el del actor. Me piden que ame a ese señor y lo estoy amando. Después, no sé… que me solucionen lo que me está pasando. Casi todas mis parejas fueron actores.
"Es un juego peligroso el del actor...se nos exige que todo lo que hagamos suene a verdad: que amemos, que tengamos sexo en las escenas, que todo suene real cuando es ficción. Y la verdad es que a mí siempre me pasaron cosas cuando hice escenas con mis compañeros"
–¿Hoy estás en pareja?
–No, y no lamento vivir ese tipo de soledad. Además, cuando reviso la lista de las personas que estuvieron conmigo y veo con quiénes están ahora, digo :”Claro… era obvio que no podían estar conmigo”. (Se ríe)
–¿Cómo fue tu experiencia como madre?
–Muy dinámica. He transitado tres tipos de maternidad porque fui madre de una hija –María Antonieta Tuozzo (57)–, de un hijo –Nicolás Tuozzo (51)– y también adopté –Marco Benedetto (40)–. Yo no santifico la maternidad así que no voy a decir que fueron los días más felices de mi vida. A mis hijos los he amado y los amo como a nada en el mundo, pero confieso que a veces lo he padecido también. La maternidad es una de las experiencias más ricas que he tenido nunca y ahora lo están siendo mis nietas, esas dos personitas que llegaron a mi vida y de las que me siento responsable. Y me doy cuenta de que muchas de las cosas que hago con ellas es para fabricar recuerdos que van a tener de mí cuando yo ya no esté.
Maquillaje y Peinado: Lía Vena Make up
Agradecimientos: Sheraton Mar del Plata Hotel, Portön Fashion House
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