A los 55, el ex integrante de Los Fabulosos Cadillacs y primo de Marcelo Tinelli cuenta, además, sus ganas de tener otro hijo y celebra los nueve años que lleva alejado del alcohol
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Soy nómade”, dice Luciano “El Tirri” Giugno (55). El músico, que fue parte de Los Fabulosos Cadillacs y creador de éxitos como “Mi novia se cayó en un pozo ciego”, supo desde muy chico lo que es ir de un lugar a otro. Nació en Buenos Aires, vivió en Bolívar hasta los 3 años –él con su familia en la casa de abajo y su primo, Marcelo Tinelli, con la suya en la de arriba–, y después en Mar del Plata. De grande, Los Ángeles, San Pablo, Curitiba, Venezuela y Japón fueron algunos de sus destinos elegidos para vivir. Pero después de la internación que tuvo en 2014 por una neumonía bilateral que lo llevó a estar dos meses y diez días hospitalizado, en estado grave, decidió bajar un cambio y repensar cada paso.
–¿Por qué volviste a Los Ángeles?
–Era una cuenta pendiente que tenía. Yo mudé a mi familia a Los Ángeles en 1994, pero nunca me quedé más de cuatro o cinco meses seguidos allá. Entonces, después de los cuatro años de exposición fuerte que tuve acá, pensé que estaba bueno tomarme un tiempo para mí y volví para estar con mis papás, mi hermano y mi hermana. Allá me agarró la pandemia, me fui quedando y pasó el tiempo. Empecé de cero, como un cuatro de copas en un estudio groso, y fui ganando terreno. Ahora estoy trabajando como productor musical independiente para varias compañías. Mi tema “Los Ángeles de noche” fue elegido para la nueva temporada de Narcos, la serie de Netflix. Y estoy con algo que se viene en Amazon Prime. Pero también fue duro porque Mimi, mi novia, se quedó en Buenos Aires.
–¿Qué cambió en tu vida con la ida?
–Fue un cambio radical. Pasé de levantarme al mediodía porque acá siempre tenía alguna presencia o algún trabajo hasta tarde a despertarme a las seis de la mañana, disfrutar de la playa, volver a curtir a mis padres, Nino y Dorita… Me fui a vivir con ellos. Me hizo muy bien, amo vivir con ellos, nos llevamos tan bien.
–¿Cómo son tus padres?
–Dos personajes maravillosos, tienen casi 90 años y una cabeza más moderna que la mía. Opinan mucho sobre lo que hago. Me acuerdo que con el tema “Mi novia se cayó en un pozo ciego”, mi papá me dijo: “Tendrías que sacarle lo de ‘Nada, nada, no veo un carajo’, y mi mamá saltó: “¡No! Eso es lo que más va a pegar”. [Se ríe].
–¿Cómo llegaste a la televisión?
–Eso fue de casualidad. Yo venía muy desorganizado, no podía cortar con el alcohol y estando en Punta del Este con Marcelo un verano, me agarró y me preguntó: “Che, ¿cuál es tu nuevo proyecto”. “Poner un bar flúo”, le dije. Me miró fijo y me dijo: “Olvidate de eso. Quiero que a partir de hoy empieces a trabajar para mí”. No me dio opción. Me organizó, me bajó a tierra. Empecé haciendo los castings para el reality Soñando por cantar (2012) y todos le decían que yo era tan personaje que tenía que estar delante de cámara. Pero Marcelo no se iba a arriesgar hasta que yo no dejara de tomar...
–¿Eras adicto al alcohol?
–Abusé fuertemente del alcohol los últimos cuatro años, arrancaba con el whisky desde muy temprano y el vodka era mi perdición… Usaba enjuague bucal para que no se sintiera. ¡Un papelón! Hasta que una vez, con mi productora habíamos vendido dos shows de Charly García y Fito Páez en Colombia e hice cualquiera. Me había prometido no tomar durante ese fin de semana y me choqué por la calle con el Museo del Vodka –era como si el Diablo me lo hubiera puesto ahí–. Entré y me compré dos botellas grandes. De ahí en más, no me acuerdo de nada. Me desperté el lunes con las uñas pintadas con notas musicales, Mimi llamándome por Skype, la billetera tirada en la habitación… Me dijeron que había invitado a todos con champagne Moët, gasté una fortuna. No sabía bien quién era, estaba desfasado, fuera de mí, me sentía horrible. Entré a una capilla en Bogotá y le pedí a Dios que, si llegaba con vida de vuelta a Buenos Aires, no tomaría más. Y así fue. Ya hace nueve años de eso.
–Y entonces ahí Marcelo sí te llevó a la tele…
–Así es. “Vas al Bailando”, me dijo, y mi vida cambió tanto, tanto. ¡Demasiado! [Se ríe]. Marcelo potenció mi personaje y la gente se encariñó. Yo era el primo medio chantún del que hace todo bien, que se tomaba todo en joda. Trabajé en teatro con Panam y Carlitos Balá, hice temporada en Carlos Paz con una comedia que la rompió, fui al casamiento de Messi…
–¿Cómo lo vivías vos?
–A pleno, con una felicidad enorme y feliz de que me hubiera agarrado sobrio. [Se ríe]. Yo conocí la fama de más chico con Los Fabulosos Cadillacs, pero nunca me la creí.
AMORES DE AQUÍ Y DE ALLÁ
–¿Cómo está tu historia de amor con Mimi (Mariela Alvarado)?
–¡Óptima! Hace poco nos vimos en República Dominicana, me quedé allá un mes. Hablamos mucho, queremos formalizar y ella tiene muchas ganas de tener un hijo. Estamos viendo primero dónde vamos a vivir para después pensar en el plan hijo. Creo que sería perfecto hacer seis meses en Dominicana y seis en Los Ángeles. Ella ahora está a full con un restaurante y bar con karaoke que se llama Tango Mío.
–Vos ya tenés a Katerina (30), Francesca (26) y Lunna (20)…
–Sí, las tuve con tres mujeres diferentes. Katerina vive en Miami, Francesca en Iowa y Lunna en San Pablo. Siempre me hice cargo de ellas. Quizás lo que me faltó fue presencia, estar más con ellas. Es un tema muy hablado y no hay reclamos de su parte, pero yo me siento en falta. Mis papás están por cumplir 60 años de casados y se quieren volver a casar, mis hermanos están re casados y yo soy el antiejemplo de todo eso.
–¿A qué lo atribuís?
–Soy un buscador serial desde chico. Una tarde, jugando al bowling, conocí a Vicentico y a Flavio (Cianciarulo), me invitaron a ver un show de Riff –yo era menor de edad, me acuerdo–, salí de ahí y dije: “No sé cómo, pero yo quiero hacer esto”. Después llegaron Los Cadillacs. Cuando estábamos allá arriba con la banda, a principios de los 90, los junté y les dije: “Muchachos, mañana me voy a vivir a Estados Unidos”. Siempre pegué giros muy locos.
–El 13 de enero festejaste tus 55 en la chacra esteña de Marcelo…
–Siempre se pasa para mis festejos. Me acuerdo que una vez, montó una carpa gigante y contrató a los Agapornis. Este año fue muy tranquilo. Un asadito en la playa, una torta con mucho dulce de leche y la alegría de estar con él y su familia.
–¿Cómo es Tinelli cuando no está en televisión?
–Para mí es Marce a secas, el hermano mayor que no tuve, con el que tengo mil anécdotas. Somos muy compañeros, nos reímos mucho y me llevo genial con sus hijos. Nos queremos incondicionalmente.
Agradecimiento: Nathacha Nina (@nathachaninas-tudio) por el maquillaje y Tano Figaro por el peinado
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