Además nos cuenta de su pasión por la música y sus proyectos en el exterior
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Si bien en algún momento coqueteó con la exposición mediática, Robertino Tarantini siempre supo que se iba a correr del foco de las cámaras cuando (y como) él quisiera: “No me gusta la exposición porque sí”, dice. Le cuesta abrirse al sentarse para hablar de sí mismo y se muestra algo tímido, aunque es casi imposible que pase inadvertido con su metro ochenta y ocho de altura y su impronta de rockstar. Empresario gastronómico, músico, hijo de Pata Villanueva y el ex astro del fútbol Alberto Tarantini, cumplió 40 este año y asegura: “Me siento mejor físicamente que a los 20″.
–¿Dónde te sentís más cómodo: con la gastronomía o con la música?
–¡Con la música! Alimenta mi alma, mi parte creativa. La gastronomía es un oficio que empecé hace mucho tiempo. La gente piensa que soy un vago, pero trabajo desde chico. A los 19 tenía sesenta empleados. Además, es un rubro que es muy difícil en este país, tenemos que ser muy necios para seguir adelante, pero acá estamos.
Robertino es uno de los dueños de Puerta Uno, un bar oculto en Barrancas de Belgrano, y próximamente abrirá un nuevo local (aunque prefiere no dar detalles hasta que no firme el contrato) y en pocos días viajará a España con la idea de inaugurar un restaurante allá. “Mi idea es abrir un lugar en cada ciudad en la que viví. En Barcelona porque nací, en Tolousse (Francia) porque crecí ahí, en Suiza donde también vivimos un tiempo y en México donde estuve cuando mamá se mudó allá. ¡Además, quiero vivir seis meses acá y seis meses afuera! Quiero estar siempre en verano”, nos cuenta.
–¿Y vivís sólo de noche?
–¡Nah! Yo disfruto tanto de la noche como del día. De hecho, mañana a las 7 de la mañana me voy a pescar. Eso también cambió con los 40. Si tengo que levantarme temprano, me acuesto temprano. Mi prioridad es descansar.
–Si bien estudiaste música, alguna vez dijiste que fue David Lebón, una ex pareja de tu mamá, quien te abrió la cabeza.
–Totalmente. Convivía con él. A casa venían Charly García y otros músicos. Él me alentó, me decía que tenía oído. Fue una linda época.
–¿Tocás la guitarra?
–Toco todos los instrumentos, pero mal. [Se ríe]. Soy autodidacta, aprendo todos los días. Soy bueno en la producción, me gusta componer, meterme en el estudio, dirigir…
–También coqueteaste con el modelaje y te metiste en la casa de Gran Hermano famosos.
–Eso lo hice por plata. Sí disfruté de estar de jurado en Canta conmigo, con Marcelo Tinelli, y conducir En estéreo, en Canal 9, porque ambos tenían relación con la música. Hace quince años que hago música, en algún momento sacaré mi disco de grandes éxitos. [Se ríe a carcajadas].
–Antes dijiste que estabas en búsqueda de estabilidad. ¿Pensás en tener una pareja, ser padre?
–Tuve muchas novias y amantes. Me cuesta estar en pareja. Ahora hace un tiempo estoy con alguien, pero no puedo pensar en la convivencia. Me criaron muy independiente, vivo solo desde los 16 años. Veo las parejas que tengo a mi alrededor y me cuesta pensarme así. Disfruto mucho la soledad, comer solo, viajar solo. Aunque sí me gustaría darles un nieto a mis padres.
–¿Cómo es el vínculo con ellos?
–Con papá no nos estamos llevando bien, tenemos formas de pensar distintas. Lo amo, pero estamos algo distanciados.
“ME ASUSTÉ MUCHO”
En febrero de 2021, Pata Villanueva se cayó de la escalera de su casa de Punta del Este. Estuvo en coma varios días debido a una fractura de cráneo y al mes tuvo que ser operada para reemplazar el hueso craneal. Cuando parecía que su estado de salud comenzaba a encaminarse, un virus intrahospitalario volvió a poner en peligro su vida.
–¿Cómo viviste lo que le pasó a tu mamá?
–Fue como un piano en la cabeza, un golpazo. Me asusté mucho. ¡Mi vieja, la que no paraba nunca! Crecí de golpe, me hice hombre, tenía que estar fuerte para contener a mis hermanas. Nadie me defraudó, todo el mundo que esperaba que estuviera ahí estuvo, y eso te da una gran satisfacción porque te das cuenta de que tanto mi madre como nosotros hicimos las cosas bien. Sabía que mi vieja era querida, pero no me imaginé el amor sin límites que sienten por ella. Cuando pudimos trasladarla a Buenos Aires, había siete aviones con sus respectivos pilotos preparados para hacerlo cuando quisiéramos. El teléfono no paraba de sonar para saber cómo estaba. Con mis hermanas pedíamos que no nos llamaran después de las diez de la noche porque era el horario que el hospital se comunicaba con nosotros y esa llamada podía ser trágica. Yo trepaba las paredes, lloraba, reía…
–¿Y cómo te cuidás vos en este proceso? ¿Hacés terapia?
–No, yo soy “autopensante” y trato de encontrar una razón a las cosas que pasan. Hay que disfrutar la vida, agradecer… Esa es una gran enseñanza.
–¿Cómo está Pata ahora?
–Está fuera de peligro por suerte. Hace rehabilitación todos los días con un kinesiólogo y una fonoaudióloga. Le pone una garra tremenda. A veces se pone de mal humor, pero siempre está sonriendo. Está contenta por estar donde está después de lo que le pasó.
–¿Creés que te cuesta encontrar pareja porque, de alguna manera, buscás en las mujeres algo de tu mamá?
–Nunca estaría con una mujer como ella, aunque la amo. [Se ríe]. Sé que soy muy mamero y eso me condena. Es verdad que soy el más chico de la familia, el único varón y bastante malcriado. Que todas las mujeres de mi familia mueran por mí es otra cosa.
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