Tiene una asignación anual de 1,1 millones de euros, muy superior a lo que reciben la mayoría de sus pares
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A un en el pico más bajo de su popularidad, tras algunos “errores no forzados” que desgastaron su imagen, la reina Máxima tiene una aceptación del 61 por ciento entre los holandeses. Semejante nivel de aprobación, que parece inalcanzable para cualquier político, contrasta con el récord del 85 por ciento que alcanzó hace un año. Muchos analistas hicieron foco en estos 24 puntos de diferencia entre las dos mediciones y, quizá apresurados, escribieron sobre una “profunda crisis” en la corona neerlandesa.
La última noticia que seguramente le quitó algunos puntos Máxima y a toda la monarquía neerlandesa fue la aprobación, por parte del Parlamento, del nuevo presupuesto destinado a la Corona: 45,6 millones de euros. La cifra llega con un aumento del cinco por ciento con respecto al año anterior. Esta asignación de fondos reveló un detalle para muchos curioso: el rey Guillermo Alejandro, con un sueldo personal de 998 mil euros al año (además de 5,1 millones para gastos de personal) no es el mejor pago. Quien recibe la mayor remuneración económica es su madre, la reina Beatriz, con 1,7 millones. Máxima, mientras tanto, cobra casi 1,1 millones al año del erario público. La variación en el presupuesto radica en la inclusión, por primera vez, de un fondo para la princesa heredera Amalia, que cumple 18 años en diciembre. La hija mayor de Máxima dispondrá de un salario anual de 300 mil euros, además de un complemento de 1,6 millones para contratar personal.
LA MÁS CARA
La asignación de casi 1,1 millones de euros para Máxima está compuesta por dos ítems principales: el sueldo neto de 395 mil euros anuales (libres de impuestos), del que puede disponer libremente sin rendir cuenta a nadie, más otros 700 mil para gastos de representación y personal. Esta suma la convierte en la reina consorte mejor paga de Europa.
Las comparaciones siempre son odiosas, aunque en este caso resulta inevitable contrastar cuánto ganan otras mujeres de reyes soberanos. Sonia de Noruega no tiene sueldo, aunque recibe una suma fija de 1,2 millones de euros por año para cubrir los gastos privados y de representación tanto suyos como de su marido, el rey Harald. Además, al cierre de cada período fiscal, deben justificar cada centavo gastado.
Mientras tanto, Silvia de Suecia, la mujer del rey Carlos Gustavo, recibe una partida anual de 200 mill euros de la que puede disponer con absoluta libertad. Incluso, puede invertir hasta el último euro en el mercado financiero o comprando propiedades. Eso sí, paga impuesto como cualquier vecino de Estocolmo.
La familia real española es la que mejor sintonizó con el reclamo de austeridad. El presupuesto anual de la Casa del Rey no llega a los 8,5 millones de euros. La reina Letizia cobra casi diez veces menos que Máxima: su asignación, en todo concepto, es de 11.634 euros al mes.
El caso de la reina Matilde de Bélgica es muy particular: no percibe salario ni está incluida formalmente en ninguna partida de dinero. La “lista civil” –la cantidad de dinero que anualmente recibe la Casa Real para su sostenimiento– es de 12 millones de euros. De allí deben descontarse los sueldos del rey, de sus hijos y de su antecesor. Ellos son los únicos que tienen un monto asignado. Es decir que Matilde, si necesita efectivo, debe pedirlo a su marido.
De los gastos de la princesa Charlene de Mónaco se sabe muy poco. Quienes mejor conocen los secretos del Palacio Grimaldi suponen que quien cubre sus gastos es su marido, el príncipe Alberto II, quien recibe una asignación de ocho millones de euros cada año (que hasta hace muy poco era de catorce millones, pero que él mismo redujo para dar un mensaje de austeridad en medio de la crisis que produjo el coronavirus).
Por último, el príncipe Felipe, a sus casi 100 años, recibía un sueldo público, fijado por la Ley del Sovereign Act de 2011, de 415.000 euros al año.
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