Referente indiscutido del shabby chic y con treinta años de trayectoria, nos revela las claves de su estilo personal
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Cargada de objetos, con géneros exquisitos, muebles intervenidos y enormes dosis de creatividad se mire por donde se mire. Así es la casa de Milagros Resta (53), en algún lugar de Almagro, un barrio que la enamoró en tiempos en que daba sus primeros pasos como diseñadora de interiores y el Mercado de las Flores era una de sus visitas semanales obligatorias. Referente absoluto del shabby chic –el estilo de decoración que surgió en los 70 en las grandes casas de campo inglesas y que se caracteriza, a grandes rasgos, por el uso de muebles franceses recuperados con pátinas, las flores, los tonos pastel y los géneros ricos, todo junto pero en absoluta armonía–, el espíritu soñador y generoso de la dueña de casa se reconoce en cada rincón y, con emoción, más tarde recordará cuánto fue cambiando de acuerdo a las necesidades de sus tres hijos, Salvador Gonzalo (22), Paloma (20) y Justo (17).
–¿Cuál es la historia de esta casa?
–Este barrio me encanta desde siempre. Cuando compramos la casa, la reciclamos e hicimos el piso de arriba. Después, el proyecto de decoración continuó. De hecho, es algo que nunca termina. Fue cambiando porque los chicos fueron creciendo. Paloma, por ejemplo, tenía en un principio su cuna, y ahora su cuarto tiene hasta un living.
–¿Tus hijos tienen tu mirada estética?
–Son muy sensibles. Paloma es actriz y además estudia Producción de Espectáculos y Eventosen la Universidad de Belgrano; Salvador es creativo publicitario y este año ganó su primer premio; y Justo es un gran jugador de ajedrez, habrá que ver por cuál carrera se define, porque este año termina el colegio.
–¿Cómo surgió tu pasión por el diseño?
–Siempre me gustó. Mamá, que tiene muy buen gusto, cuando cumplí 15 nos dijo a mí y a mis dos hermanas que nos iba a regalar la decoración del cuarto a cada una y yo, en cinco minutos, gasté el presupuesto de las tres. Mi cuarto era increíble, me había hecho un camarín, estaba empapelado… [Piensa] Por parte de mi padre teníamos un campo en Chascomús, con la casa hecha por Alejandro Bustillo y el parque diseñado por Thays, así que creo que el buen gusto y el refinamiento lo mamé de los dos y después yo me lo fui fomentando.
–¿Tu papá estaba rodeado de mujeres, entonces?
–Mayormente, porque tengo dos hermanos. Pero el universo femenino es arrollador, muy potente. En casa éramos reinas, mamá es una gran malcriadora y una gran abuela, papá también nos dio todos los gustos. Fuimos muy felices, tengo recuerdos inolvidables en La Virazón, en Quequén, donde veraneábamos, o en el campo de mi abuela, disfrutando de las cosas simples. Volviendo al diseño, cuando terminé el colegio no dudé en estudiar Diseño de Interiores en la Biblioteca de la Mujer. Esta profesión me parecía que me iba a dar mucha independencia y muchas posibilidades, porque hasta podía diseñar muebles, que es algo que hice mucho tiempo.
–¿Cuál fue tu primer trabajo?
–El departamento de una amiga. Ella era secretaria de un gerente de un banco y ganaba bárbaro, así que fue “a todo trapo.
–¿Y qué es lo que te cautivó del shabby chic?
–Es muy femenino, me representa mucho. En una época viajaba mucho a Los Ángeles, donde se veía mucho este estilo con el rosado, el dorado, las flores, que acá no se usaba. Incluso hace veinte años, cuando abrí Galpón Milagros, donde antes de ser un lugar de fiestas y eventos tenía decoración, fue muy impactante porque acá no había nada shabby chic. Es un estilo difícil de lograr porque el límite entre hacer algo que quede lindo o cualquier cosa es muy finito.
–Entre tus clientas hay famosas, como Valeria Mazza y Natalia Oreiro. ¿Algún recuerdo que se pueda compartir?
–A Valeria la conocí trabajando para su casamiento, eso fue espectacular. Y cuando nació su hija, le decoré todo el cuarto con mi marca. Natalia Oreiro siempre fue una de mis mejores clientas, era muy fanática del Galpón y le diseñé su primer local en la calle Honduras, que fue de locos. Es muy fanática de este estilo. En todos estos años trabajé con muchísimas modelos, políticas, periodistas, cantantes, actrices, todas mujeres sensibles a las que les gusta la decoración.
–Hiciste muebles, tuviste un local de objetos de deco, hacés decoración de casas, de restaurantes… ¿Qué te gusta más?
–Justo ahora estoy decorando unos restaurantes y estoy fascinada, pero hace poco hice un hotel con temática de tango, Tango Hotel, en Avenida de Mayo, con cien habitaciones. Fue un desafío enorme. En cuanto a las casas particulares, algunas tienen más mi impronta que otras, pero lo que más me gusta es darles el gusto a los demás. [Piensa] De verdad me gusta todo lo que hago, me entusiasmo con lo que viene en el camino.
–¿Qué te inspira?
–Los viajes, visitar ferias y muestras y mirar, aunque parezca una obviedad. Siempre voy buscando, con la cabeza en alto mirando a mi alrededor.
SEGÚN PASAN LOS AÑOS…
–¿En qué momento de tu vida sentís que estás?
–En el mejor. Se me presentaron muchos cambios en los últimos años, murió una de mis hermanas, Jesús, que quería muchísimo y fue un golpe duro que también me enseñó. Los que nos quedamos acá debemos honrar la vida, que después del duelo se resignifica y salís más fuerte. Por otra parte, me separé después de 20 años de casada. Quizás hace dos años estaba en medio de la tormenta, pero hoy estoy asentada en la seguridad y me siento cómoda con lo que soy. Las pérdidas son algo arrollador, entonces te cambia la mirada, focalizás distinto.
–Decís honrar la vida y pienso en Tuti, tu sobrina, hija de tu hermana Jesús y de Gonzalo Heguy…
–{Se emociona] Para la familia, Tuti es un ejemplo de valentía, tuvo dos padres muy talentosos, muy fuertes y se quedó sin ellos pronto. Ella moviliza a toda la familia, es divina. Se recibió de diseñadora de interiores, trabajamos juntas, y también estudia psicología. [Piensa] Además, es mi ahijada, es muy independiente y por supuesto tiene las llaves de mi casa. Mi manera de acompañarla es cuidándola, estando atenta, como una hija más. Y es así. El amor todo lo puede.
–¿Tenés sueños pendientes?
–Para fin de año estoy armando una cápsula de decoración y la voy a presentar en el Galpón. Me hice un nombre siendo chica y estoy contenta con mi recorrido, pero admiro a una decoradora norteamericana, Rachel Ashwell, con quien me encantaría trabajar. Quién sabe…
Maquillaje y peinado: Joaquina Espinola
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