Juntas en una espectacular producción, madre e hija se divierten durante un día de campo
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Aunque el perfil bajo es una de las reglas que rigen su vida y la de su familia, María Susini (48) hizo una excepción y aceptó posar para ¡HOLA! Argentina junto a su hija India (16) en una producción cargada de ternura que las muestra tal como son: espontáneas, divertidas, diferentes y plenamente felices cuando disfrutan del contacto con la naturaleza. Mamá también de los mellizos Yaco y Moro (15), la familia que formó con Facundo Arana (52) –juntos desde 2007, se casaron en diciembre de 2012 tras una propuesta de matrimonio a cinco mil metros de altura– es su mayor orgulloso y el motor que cada día pone en marcha a esta mujer apasionada, amante de los deportes y dueña de una energía contagiosa. Cariñosa y dulce, también sabe mostrarse firme en sus decisiones y ser una leona defendiendo a sus cachorros si siente que es necesario. Heroína perfecta para un galán como Facundo, María –lo de ellos fue amor a primera vista– tiene el don de hacer sentir cómodo a cualquiera que tenga enfrente y así, con una sonrisa amable que invita a confiar, habla de amor, de maternidad y de futuro.
–Después de tantos años juntos, ¿qué te sigue enamorando de Facundo?
–Lo que me gusta de Facu es que sigue creciendo como persona, lo que hace que nuestra relación sea más fuerte y, además, me anima a mejorar y a esforzarme por buscar la mejor versión de mí.
–¿Sos celosa?
–No me parecen lindos ni sanos los celos en una pareja. No me manejo de esa forma y no tengo necesidad de sentir celos. Y creo que eso habla de cómo nos relacionamos con Facu. Para mí, habla de una seguridad interna, de un no apego fuerte hacia algo, de una forma de vivir la vida. No me gustan los celos.
–¿Sos una mamá sobreprotectora?
–Creo que es importante proteger a tus hijos a medida que van creciendo, pero hay que cuidar el equilibrio. Hay que estar ahí para ellos como un pilar de apoyo mientras van aprendiendo a tomar sus propias decisiones y eligiendo su camino, pero también hay que tener cuidado de no sobreprotegerlos en exceso. Y eso tiene que ver con el equilibrio que uno mismo busca como persona: cuanto más equilibrada estás y mejor podés ver la situación, más vas a colaborar para cuidar y no para sobreproteger.
–En tu casa, ¿quién pone los límites, Facundo o vos?
–Los dos nos encargamos de poner límites. En ese sentido, tenemos una comunicación abierta y coherente y, para mí, ahí está la clave. Más por la edad que tienen los chicos. Tratamos de que aprendan a compartir la responsabilidad de lo que pasa, que entiendan que, según sean sus acciones, esas serán las consecuencias. No es imponer una orden, un límite porque sí, sino que primero pensemos: “¿Qué límite les conviene?”, “¿por qué pongo este límite?”, “¿por un miedo mío?”. Porque a veces tendemos a poner límites, límites, límites… y no me parece que esté bueno. Lo hablamos con ellos, les explicamos, y ellos lo razonan y lo entienden. Eso no quiere decir que siempre les vaya a salir perfecto y que no se equivoquen, de eso se trata aprender. Y si se equivocan no me van a encontrar diciéndoles: “¡Qué horror!”, “¿qué estás haciendo?”, “¿qué hiciste?”. Más bien: “¿En qué te puedo ayudar?”, “¿cómo te sentís con esto?”, “¿cómo lo arreglamos?
–¿Cambió tu manera de ser mamá ahora que tus hijos están más grandes?
–Seguro que sí, claro. La maternidad es como un viaje en continua evolución y conciencia de uno mismo. Yo voy aprendiendo a ser madre y, a medida que los chicos van creciendo, va cambiando todo. Una cosa es cuando son chicos y otra cosa es ahora, que son adolescentes. Tengo que correr mis miedos y mis inseguridades y ayudarlos a que aprendan a manejar las de ellos para salir adelante. En lugar de preocuparme y sobreprotegerlos, trato de confiar en mis hijos, en sus capacidades, en los valores que con Facu les estamos inculcando para que puedan tomar sus propias decisiones. Por supuesto que nada será perfecto, que se van a confundir, y que saben que cuentan con nosotros de manera incondicional para lo que pase. Es un proceso.
–¿Cuáles son esos valores?
–Elegimos criarlos en un ambiente rodeado de naturaleza y animales. Creo que es algo muy importante porque si uno como persona está conectado con uno mismo, va a estar bien conectado con lo que lo rodea. ¿Qué quiere decir esto? El respeto, si vos respetás lo que te rodea, sabés cuidar un animalito que está enfermo y sabés prestar atención a qué necesidades tiene, también vas a saber cuándo una persona necesita algo. O vas a saber procurar que se sienta bien y cómodo. Para mí es fundamental saber comunicarse con uno mismo y con el entorno, porque eso genera una capacidad de empatía y de valores que son únicos, y que son los valores que nos importan a los dos.
–¿Cuál de los tres se parece más a vos y cuál al papá?
–Esto yo lo considero distinto. Me gusta más ver su individualidad, esa cosa única que refleja la esencia de cada uno. Me gusta que puedan explorar su manera de ser ellos mismos. Y por supuesto que veo cosas de los dos en los chicos, pero tiene más que ver con cómo los vas criando y el entorno que les generás. No sé; por ejemplo, a los tres les encanta la aventura, el deporte, los animales, el arte… y bueno, es que crecieron con todo esto.
–Tus hijos se educan en casa. ¿Fue difícil tomar la decisión de sacarlos del sistema escolar tradicional?
–Ellos están en el sistema escolar, de ninguna manera están afuera. Fue una decisión muy pensada, que en este momento nos pareció que nos venía mejor como familia y que a ellos les venía mejor estar haciendo homeschooling. ¿Qué quiere decir esto? Que hay un colegio, que hay una plataforma, que hay un tutor detrás… es muy completo y nos aseguramos que además de cumplir con la parte académica, también esté puesta la atención en su desarrollo emocional y en aprovechar que la motivación por el estudio surja de ellos, en el sentido de lo que a cada uno le interesa más.
–¿Cómo es eso?
–Se cumple con toda la currícula, pero se apoya especialmente a cada uno en las áreas que más les interesan. Obviamente que no todo es color de rosa, al revés, tienen que tener una autodisciplina que a veces es muy difícil.
–Cuándo trascendió públicamente que habían tomado esta decisión respecto a la educación de tus hijos, mucha gente los criticó. ¿Cómo te afectó eso?
–Me hizo pensar y reflexionar sobre qué me importa a mí en la vida y qué quiero para mis hijos. Y nos gusta con Facu que ellos aprendan a que la crítica externa no sea algo que te condicione en la toma de decisiones, que tenés que estar siempre atento a tu intuición y a qué querés para vos, y no enojarse con lo que piensa el otro, por más que sean críticas duras y por más que no surjan desde el amor. Hay que entender que no todo el mundo vive lo mismo, que no todos piensan igual, no enojarse con eso y salir adelante, siempre teniendo en mente la decisión que uno tomó. Creo que estas cosas se pueden tomar como una oportunidad en lugar de verlas como algo feo o que no es lindo transitar.
–¿Sos una mamá orgullosa?
–Te cambiaría la palabra “orgullo” por “agradecimiento”. Es más parecido a lo que yo siento y a la forma en que hablo. Lo que me da es felicidad cuando veo sus reacciones, sus decisiones, cómo van creciendo y cómo van siendo ellos como personas. Y tiene que ver con un proceso mutuo porque yo voy aprendiendo y voy sacando lo mejor de mí para que ellos puedan realizarse a su gusto, y entonces ver cómo están creciendo me saca una sonrisa de oreja a oreja.
–¿Te imaginás como suegra?
–Me imagino como soy, tratando de que la situación sea lo más cómoda posible para todos, que ellos vayan creciendo hacia donde quieran ir como pareja, acompañando y disfrutando la situación.
Producción: Paola Reyes. Maquillaje y peinado: Joaquina Espínola. Agradecimientos: @heidi.clair, @lommshoes, @farinellaok @mercedes_del_campo, @lunagarzonaccesorios, @be_giisima y @estancialaporteniadeareco.
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