Su relación, de la que están orgullosas, se basa en el amor y la admiración. Unidas en la vida y el trabajo, disfrutan de un presente cargado de felicidad
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Se entienden con la mirada. Se quieren como madre e hija, aunque son madrina y ahijada. Y al verlas juntas queda claro la marca a fuego que Ana María Picchio (80) dejó en Julieta Ortega (50), en esa chiquita que soñó con ser actriz porque la admiraba y que, con el tiempo, le devolvió cada uno de los gestos de amor que signaron su infancia y su adolescencia. Se ríen de sus peleas, recuerdan anécdotas familiares, comparten secretos y pasiones, se cuidan… y están orgullosas de esta relación que las distingue y las completa. De todo eso hablaron con ¡HOLA! Argentina, en una charla a puro corazón.
–¿Les costó decidir hacer esta nota?
Julieta: Cuando decidimos hacerla Ana María me dijo: “Y bueno, ¿de qué hablamos”. Y yo creo que tenemos una cosa muy linda para hablar, que es que hay gente que es formadora de otra y, para mí, eso tiene una validez enorme. Primero, poder distinguir las personas que a uno lo formaron es muy lindo, porque hay que ser agradecido con esa gente y segundo, es bueno saber hasta qué punto te pueden influenciar para bien o para mal. Es genial entender que podés dejar huella en otras personas, con amor y con sabiduría. Esa, para mí, es la parte más linda de nuestra relación, que es algo que no te pasa con un padre o una madre, porque ser padre y madre ya es una carga enorme. Es fantástico cuando sucede con una persona de afuera, que no es ni tu padre ni tu madre, pero que te quiere, te conoce, te vio nacer y, además, sirve de inspiración, porque empieza a ser un modelo de mujer o un modelo de hombre. Eso fue ella para mí. Ana María vino a abrirme la puerta para ir a jugar, la que nos llevaba –a mis hermanos y a mí– al cine y al teatro. Y eso, para chicos que terminaron siendo actrices, directores de cine, productores de televisión, es un montón.
Ana María: Yo podía hacer todo eso porque Evangelina me había dado un crédito y una confianza que no te da cualquiera. Me daba a sus hijos, que era lo que más quería en su vida. Y yo los llevaba a lugares para que ellos vieran otra realidad, que no era la que vivían en su casa.
–¿Cómo es trabajar juntas?
Julieta: Las dos sentimos que hay alguien de la familia arriba del escenario y esa es la parte linda. La parte mala de trabajar con personas muy cercanas a vos es que, si te vas a enojar con alguien, te vas a enojar con esa persona primero, porque no hay ningún tipo de filtro. A mí me ha pasado trabajando con mis hermanos. Después aprendí a mantener una distancia prudente.
Ana María: Al principio fue muy bueno y todas mis amigas estaban fascinadas. O sea, de afuera se veía divino todo, y nosotros en ese momento también lo veíamos divino. Pero después pasa lo que dice Julieta, porque el tema creativo es muy doloroso. Comprender el personaje, al director y lo que quiere de ese personaje, que muy pocas veces coincide con lo que uno piensa… eso es difícil.
–¿Qué es lo que más admiran de la otra?
Julieta: No puedo separar a la Ana persona de la Ana actriz. El otro día le dije: “Te veo arriba del escenario y parece que tuvieras 15 años, es muy impresionante cómo manejás el cuerpo”. Tiene un cuerpo como de duende arriba del escenario, y lo tiene en la vida también. Yo conozco otras personas de su edad y la verdad es que la gente no se mueve así y mucho menos se sube arriba de un escenario. Además, es pendenciera, en la calle se pelea, se baja del auto, la otra vez no sé por qué barrio caminábamos y me decía: “Vos tranquila, que cualquier cosa yo lo arreglo”. [Risas].
Ana María: Como el otro día que me dejaste en la puerta de casa y había un chico durmiendo, que cuando llegamos se levantó como para venir a pegarnos. Y yo te dije: “Vos tranquila, y cualquier cosa llamás a la policía”.
Julieta: En esa situación cualquiera se hubiera quedado arriba del auto, ¡pero ella se baja! El coraje que ella tiene, que te puede salir bien o mal, a mí me parece muy simpático como actitud ante la vida en general.
–Y vos, Ana, ¿qué admirás de Julieta?
Ana: Admiro cómo creció en todo sentido. Es una persona responsable, que dice lo que piensa. ¡Admiro la sinceridad que tiene para hablar! Ella busca su sustento, se genera su trabajo. La gente puede pensar: “Pero bueno, no creo que Julieta tenga problemas de dinero”, y la verdad es que no sé si tiene o no tiene problemas económicos, pero sí sé que ella es incapaz de pedirles a los padres un peso. Ellos le pueden regalar lo que quieran, pero ella sale a buscar su plata. ¡Ese laburo de los pijamas! Eso le permitió vivir en la pandemia.
–¿En qué otros aspectos de la vida Ana funcionó como un modelo para vos?
Julieta: Aun cuando no se hablaba tanto de feminismo o por lo menos yo, porque era muy chica, no sabía lo que era el feminismo, ella funcionaba como una feminista sin marco teórico, como un modelo en todo sentido. En su corazón es una persona que ha transitado una vida en la que fue la que llevaba el pan a la mesa de su casa. Y eso siempre me pareció muy valioso. Una mujer que no estaba esperando nada de nadie, que iba por su felicidad, por su dinero, por su bienestar…
–¿Qué aprendieron una de la otra?
Julieta: Cuando empezamos a hacer la obra vos me dijiste: “Estamos ganando plata, poné la plata en cosas, porque es muy bueno empezar a ver lo que uno gana”. Y es verdad. Porque yo no ahorro nada, pero estas sillas y esta mesa las compré con el teatro, y miro mi casa y me da orgullo. Y eso me lo enseñó ella, ella me enseñó a poner la plata en cosas que uno disfruta porque ahí es donde ves el esfuerzo.
Ana María: El plan era comprarnos un auto, pero cuando empezamos a sacar la cuenta de lo que salía el auto y lo que nos daban por el nuestro, cambiamos el plan. [Risas].
–¿Se cuentan todo?
Ana: Ahora que no la veo tanto a Evangelina, tengo que contarle mis cosas a alguien, porque mi hija medio que me dice: “Bueno mamá, terminala con eso”. Así que sí le cuento bastante a Julieta. Y ella es muy buena consejera, además. También salimos bastante juntas. Yo les caigo bien a sus amigos, eso es importante.
Julieta: Todos saben que, si caigo yo, puede venir Ana, está adherida. [Risas].
Ana María: El otro día, ella iba a Edelweiss con un amigo a hablar de unos temas. Entonces llego yo y el mozo me dice: “Está ahí con uno”. Y yo le digo: “Sí, ya sé, a eso vengo, a mirar qué onda, cómo sigue todo”. Y él me dice: “Vení que yo te llevo”. Yo la cuido mucho a Julieta. [Risas].
Julieta: Sí, me cuida y me escribe cuando vuelvo para ver si llegué bien. A veces me olvido de decirle que llegué y por ahí pasaron dos horas y la pobre Anita me vuelve a escribir: “¿Llegaste bien?”. “Sí, ya estoy en la cama”. Eso pasa siempre.
Ana María: Un día casi me visto y vengo hasta acá. Julieta: Sí, un día que no le contesté. Esa es otra cosa que muy poca gente hace, pero ella sí. De hecho, yo no lo hago por nadie. Pero Ana María se pone un tapado arriba del pijama y va a ver si estás bien, sale a la calle.
–¿Qué pasa si tienen una pelea o una discusión seria?
Julieta: Nunca tenemos discusiones tan serias.
Ana María: Yo no aguantaría. Le traería un regalo, la esperaría en la puerta, haría algo para verla. Por suerte no, nunca nos pasó.
Julieta: Además, no somos amigas, entonces no nos peleamos como amigas. Y yo hago lo que puedo hacer con mi mamá, que es: “Bueno, ok, hoy la mataría, pero voy a ir al camarín y hacer como si nada hubiera pasado porque la quiero”. También tenemos ideas parecidas, incluso políticas. Entonces las cosas que nos irritan nos irritan a las dos, las que nos impresionan o que nos convocan nos impresionan o nos convocan a las dos.
–¿Se contienen mutuamente si alguna tiene mal de amores?
Ana María: Yo antes pensaba que, si Julieta estaba acompañada, estaba bien. Ahora pienso que Julieta está bien sola.
Julieta: Es más: cuando le digo que voy a salir con alguien me dice: “Cuidadito que no te modifiquen la alegría que conseguiste”, y me tira a todo el mundo abajo. [Risas].
Ana María: ¡Claro! Si está bien, está feliz, está libre, ¿para qué se va a enganchar con alguien? ¡¿Para qué?!
Julieta: Yo también pienso un poco eso, pero ella me boicotea todo, porque dice que no vale la pena.
Ana María: Cuando aparece algún candidato, yo tengo que prestar atención.
Julieta: Igual, nosotras no tenemos mucho esas conversaciones. A veces Ana María me dice alguna cosa, tipo mi mamá, pero poco.
Ana María: Sí, a veces le digo cosas, porque también por momentos me gustaría saber que está bien acompañada.
Julieta: Es que ella es una mezcla de muchas cosas. Es ella, y también es de la generación que es, y a veces dice cosas que podría estar diciendo mi mamá, y yo le recuerdo que no me pasa eso para nada, que he estado en pareja, que he estado sola, y que tengo una soledad muy buena, que ya está, que soy dueña de mi propia situación, no puede haber nada externo que modifique eso y cuando uno está en una situación propicia de trabajo, de plenitud, tiene que ser una situación muy ideal para que venga a romper esto que está funcionando bien.
Producción: Consuelo Sánchez Peinado y maquillaje: Alejandro Vieytes Agradecimientos: Jazmín Chebar, Grace Gaviglio, W Ivana, Sofi Martiré y LA Woman Vintage.
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