Muy queridos por los miembros de las monarquías europeas, están casados desde hace veintisiete años, tienen cinco hijos y viven en Manhattan, aunque reparten sus días entre las casas que tienen por el mundo
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Nació príncipe heredero, pero como la monarquía griega fue abolida en 1974, no hay trono que lo espere. Su padre, Constantino II, fue el último rey heleno y, tras su muerte, en enero pasado, Pablo de Grecia acaba de convertirse en el nuevo jefe de la Casa Real. Sin embargo, aunque no pueda ejercer su status real, desde hace veintisiete años reina ininterrumpidamente en el corazón de Marie Chantal Miller, hija del magnate norteamericano Robert Warren Miller–conocido como el “rey de los duty free”– y de la ecuatoriana María Clara Pesantes. Multimillonarios, familieros y muy queridos por todas las dinastías reales europeas, son una de las parejas royal más estables.
SU HISTORIA DE AMOR
Alguna vez Pablo aseguró que lo de ellos fue un auténtico flechazo. Si bien se habían cruzado en alguna oportunidad, en 1992 coincidieron en la fiesta de cumpleaños del magnate griego Philip Niarchos, en Nueva Orleans, y un amigo ofició de Celestino. Dos años más tarde se comprometieron en Gstaad, la estación de esquí que aún hoy es uno de sus lugares favoritos para pasar tiempo con sus cinco hijos: Olympia (nació en 1996); Constantino (1998), Achileas Andreas (2000), Odysseas Kimon (2004) y Aristides Stavros (2008). Al parecer, mientras se desplazaban en una aerosilla, Pablo le entregó un anillo con un diamante y un zafiro que había pertenecido a su familia y Marie Chantal, que entonces era una socialité y heredera “cotizada”, enseguida aceptó.
UNA BODA INOLVIDABLE
Finalmente, con 26 años ella y 28 él, se casaron el 1 de julio de 1995 en la catedral ortodoxa de Santa Sofía de Londres, que se decoró para la ocasión con 30 mil flores de color rosa. Su boda fue la mezcla perfecta de realeza y fortuna. Hasta allí llegaron 1300 invitados, entre los que había representantes de todas las monarquías europeas, incluida la reina Isabel de Inglaterra, que no solía asistir a casamientos que no fueran de familiares directos. Felipe, el actual rey de España, primo del novio, ejerció de padrino, participó en el intercambio de anillos y hasta sostuvo la corona sobre la cabeza de su primo, como es tradición en las bodas ortodoxas. “Al finalizar la ceremonia, miles de pétalos de rosas llovieron del techo. Luego, en la recepción en Hampton Court, una de las residencias de Enrique VIII, había gente vestida con trajes regionales griegos antiguos pertenecientes a una colección histórica de una amiga de la familia”, recordó años más tarde Marie-Chantal.
Su traje, una creación de Valentino con falda en forma de tulipán cosida en seda color marfil con bordados a mano de perlas y encajes y cola de cuatro metros y medio, dio la vuelta al mundo. Lo accesorizó con la tiara “Corsario” de su suegra, la reina Ana María (hermana, a su vez, de Margarita de Dinamarca). La fiesta, en tanto, incluyó una carpa que imitaba al Partenón, una gran torta de bodas de ocho pisos rodeada de otras 300 (una por cada mesa de invitados), una creación de Colette Peters, diseñadora de Tiffany & Co. devenida repostera. Según diferentes fuentes, su padre, que corrió con todos los gastos de la fiesta, aportó al matrimonio una dote millonaria. Le entregó 177 millones de euros, la misma cantidad que Miller otorgó a sus otras dos hijas, Alexandra y Pia, que se casaron con Alexander Von Fürstenberg y Christopher Getty, respectivamente, aunque finalmente ambas se divorciaron. Un día antes, la reina Margarita de Dinamarca, tía del novio, ofreció un almuerzo para cien invitados en su yacht, que estaba anclado en el Támesis.
Mientras tanto, en Mónaco, se celebraba otra boda, aunque sin ninguna pompa ni circunstancia. La princesa Estefanía le dijo “sí, quiero” a su guardaespaldas Daniel Ducruet en una ceremonia íntima. Ese final es historia conocida.
POR EL MUNDO
Tras su casamiento, Pablo y Marie Chantal compraron un departamento en Manhattan y una casa de fin de semana en Connecticut, donde crecieron sus hijos. De todos ellos, la más conocida es Olympia por su rol de modelo de marcas de lujo e influencer. La prensa, incluso, la llama la “princesa de la Gran Manzana”. Sin embargo, tras la muerte de su abuelo, el rey Constantino, empezó a cobrar más protagonismo su hermano Constantino Alexios, ya que ahora es el príncipe heredero. Él estudió en la Universidad de Georgetown, en Washington, y sus padrinos son Felipe de España, Federico de Dinamarca, el príncipe William de Inglaterra, el rey Guillermo de los países Bajos y la princesa Victoria de Suecia.
Si bien durante varios años dejaron Estados Unidos y se mudaron a Inglaterra (allí nació Marie-Chantal y allí dio a luz a Odysseas Kímon, su cuarto hijo), en 2017 volvieron a Manhattan. La familia se instaló en la mansión del Upper East Side, donde pasó su adolescencia MarieChantal, cuya construcción data de 1913. Además, desde 2020 tienen una casa en la playa, en los Hamptons –que según la publicación The Real Deal compraron por 16,5 millones de dólares–, que cuenta con dos plantas, diez habitaciones, ocho baños, cancha de tenis y dos piletas.
Grandes anfitriones, aficionados a la cocina y habitués de los destinos más soñados del mundo (adoran viajar), Marie Chantal y Pablo también poseen una casa en Porto Heli (Grecia) y otra en Bahamas. Él tiene una empresa de fondos de inversión y ella es fundadora y directora creativa de su propia marca de ropa infantil e ilustradora de cuentos infantiles.
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