Después de soplar las velitas en Uruguay, donde está por trabajo, se juega con 45 definiciones, una por cada año de vida. Y habla con el corazón y sin vueltas.
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“Desde hace mucho, me gusta estar en soledad y en contacto con la naturaleza cuando cumplo años. Esta vez estuve en la sierra uruguaya, con Ata [Atahualpa, su hijo de 10 años] y Ricardo [Mollo, su marido desde hace veinte años]. Nos tocó un día precioso y estuvimos caminando a la vera de un arroyo”, le cuenta a ¡HOLA! Natalia Oreiro, que el viernes 20 sopló 45 velitas en Montevideo, donde está instalada por trabajo. Y sigue: “No hago balances, no tengo objetivos anuales. Fueron años donde a todos nos tocaron fibras muy personales en lo familiar, en la lejanía de las amistades, en cómo el trabajo se fue transformando por la pandemia. Tengo que agradecer porque hice mucho, tengo a mi familia cerca y con salud”. En plan lúdico, ¡HOLA! le propone jugarse con 45 definiciones, una por cada año de vida. Y habla con el corazón y sin vueltas.
–¿Un recuerdo de la infancia?
–Me veo haciendo ropa para las muñecas con retazos que cosía en una Singer que tenía mi abuela Hilda. Y me disfrazaba con ropa de mi tía, que vivía con ella. Mi infancia tiene que ver con esa casa, el Cerro de Montevideo me define.
–¿Tu primer beso?
–Tenía 10 u 11 años. Habíamos ido a un balneario como viaje de fin de año y había un chico, Fabián, que me gustaba. Yo le llevaba una cabeza porque era de las más altas, y se subió a un banquito y me dio un beso. Fue fugaz. Nuestros compañeros nos espiaban detrás de un muro, por lo que sentimos un poco de vergüenza.
–¿Qué fue lo más loco que hiciste por amor?
–Ser mamá. Es una locura linda, una decisión que no sabía que iba a tomar. Fue un acto de amor de los dos después de diez años juntos. La maternidad no era algo que me completara, fue un proyecto y sucedió.
–¿Qué mitos habría que desterrar de la maternidad?
–Hay que sacarle el romanticismo, erradicar la situación de amor a primera vista, porque no siempre pasa. O que te completa, o que sos menos madre si no le das la teta. Eso te llena de culpa. Imponer a la mujer como madre es “deserotizarla”. Cada una hace lo que puede con ese proceso maravilloso donde uno está vulnerable. Yo elegí volver a trabajar pronto y me puse una presión extra. A los dos meses de ser mamá estrenamos Infancia clandestina en Cannes. Me dieron un vestido blanco y dije: “Ok, voy a entrar”. Recorrí la alfombra roja, pero salí corriendo para darle la teta a Ata, después volví a vestirme y regresé a la sala. Fue en el marco de una circunstancia privilegiada, pero yo no quería fallar ni como actriz ni como madre. Somos parte de una generación con ese chip y esa presión viene heredada.
–¿En qué gastaste tus primeros ahorros?
–Trabajo desde muy chica. Con las publicidades que hacía en Uruguay me compraba telas para coser vestidos y zapatos de plataforma para ir a bailar. A los 15 gané un auto en un concurso de Xuxa y pedí que me dieran el dinero. Y con eso me vine a Buenos Aires. No sé si soy ahorrativa, pero nunca gasté más de lo que ganaba ni le debí plata a nadie. Me gusta disfrutar. Soy muy taurina.
–¿Qué fue lo último que compraste?
–Libros. Soy fanática de las librerías. Compré uno de pastelería y otro del cultivo de olivos, dos de historias fantásticas para Ata y una guía de Berlín, ciudad que tengo pendiente conocer.
–¿Cuáles son tus autores favoritos?
–De chica me encantaban los cuentos de Edgar Allan Poe y Horacio Quiroga. Y la poesía. Después, me enamoré de Idea Vilariño, Juana de Ibarbourou, Alejandra Pizarnik, Fernando Pessoa.
LOS HOMBRES DE SU VIDA
–¿Cuál es tu idea perfecta de la felicidad?
–Estar con Ata y Ricardo haciendo un picnic debajo de un árbol centenario, leyendo, o leyéndole a Ata. Nos gusta la lectura en familia.
–¿Cuál es tu mayor temor?
–Hoy que soy mamá, los miedos pasan por Ata, que lo lastimen, que sufra, que le pase algo. Es inabarcable el sentimiento de miedo que me agarró, no está bueno para mí ni para él. Cosas a trabajar…
–¿Te preocupa el bullying?
–Él va a una escuela donde se trabaja mucho eso, y aunque no está exento ni él ni la escuela de que suceda, es un niño que habla, expresa sus sentimientos y cuida a sus amigos, incluso enfrentando a quienes lastiman. No es de confrontar, deja pasar. Se siente bien con él, se siente querido y comprende que por ahí el otro tiene un problema. Charlamos bastante de eso.
–¿Qué destacás de él?
–Tiene una energía superluminosa, es tranquilo, tiene mucho humor, picardía, cierta ironía blanda, ingenua. Es muy cariñoso, dulce. Muy atento con las emociones del otro, solidario.
–¿Cuándo y dónde fuiste más feliz?
–Espero que ahora. Estoy en un momento de felicidad. Pero cuando conocí a Ricardo, yo tenía 23 años y fue muy especial. Me enamoré por primera vez en mi vida. Recuerdo ese momento como muy efervescente.
–Cumplieron veinte años de casados. ¿Qué te sigue enamorando y qué batallas ya no peleás?
–Me sigue enamorando su energía. Tiene una luz muy cálida, muy tranquila. Es una persona real y eso no es tan fácil de encontrar. Después, es superpuntual y yo… claramente no lo soy. Pero nos parecemos bastante.
–Siendo los dos famosos, ¿cómo resguardan su intimidad?
–Nunca tuvimos necesidad de mostrarnos juntos, pero tampoco nos ocultamos. Me encanta que me acompañe en mi trabajo y otras veces me gusta ir sola. No es una estrategia. En el arranque hubo un “cuidemos esto de las puertas para adentro” porque lo mejor que nos pasaba estaba adentro. Nos estábamos conociendo y nos casamos a los cuatro meses de empezar a salir. Pero una vez que el vínculo se fortaleció todo se dio de forma natural. Nuestro casamiento no fue secreto: fue una boda de dos.
–¿Cómo fue?
–Estábamos en Fernando de Noronha, en Brasil, y al pasar por un Registro Civil me preguntó si quería casarme. Enseguida dije que sí, entramos pero nos dijeron que estaban de vacaciones. Yo, que ya había ido antes a esa isla, tenía un amigo, Marenga, capitán de un barco. Lo buscamos y nos casó en altamar.
–¿Se hacen tiempo para salir solos?
–Sí. Hemos tenidos viajes solos, o salidas, pero no está establecido “los lunes hacemos esto o aquello”. Se arma sobre la marcha.
OBSESIONES Y EXTRAVAGANCIAS
–¿Qué te incomoda de vos?
–Mi misofonía, un tema que tengo con ciertos ruidos que generan las personas y me causan ansiedad. Desde chica me hace sentir muy vulnerable. No tiene cura, es neurológica, de las llamadas “enfermedades raras”. Cuando las personas descargan ansiedad con algún movimiento a repetición, las personas con misofonía absorbemos esa ansiedad.
–¿Y qué te molesta de los demás?
–La falta de empatía, el no ponerse en el lugar del otro. La gente no escucha para comprender sino para responder.
–¿Alguna obsesión?
–No soy obsesiva, pero me gustan ciertas cosas de determinada forma. Me encantan los lugares simétricos y que esté ordenado el espacio donde voy a estudiar. Como viajo mucho, embolso todo lo que es del baño porque me da miedo que se derrame. Pero es más por practicidad, alguna vez llevé un dulce de leche en el equipaje y se abrió.
–¿Qué no puede faltar en la valija?
–Puedo viajar con diez valijas si es por trabajo, o con una mochila, si es personal. Siempre llevo la placa de la boca para el bruxismo.
–¿Qué te hace reír mucho?
–Me gusta Gente Rota –una serie de animaciones de Gabriel Lucero hechas sobre audios reales de WhastApp, que tiene cuenta en Instagram–, me divierte lo real. Y ver Alf y el Superagente 86.
–¿Qué te aburre?
–Los que se creen que las saben todas.
–¿Te arrepentís de algo?
–Sí, pero no quiero decir eso de que todos mis errores me trajeron hasta acá. Algunas cosas me gustaría haberlas editado. [Se ríe].
–¿Llorás?
–No por cosas personales, pero sí de emoción.
–¿Hacés terapia?
–Volví hace tres semanas. Hice Lacan, Freud, Pichon-Rivière y ahora Gestalt.
–¿Cuál es tu mayor extravagancia?
–Me gustan los inodoros antiguos, de finales de 1800. Son verdaderas obras de arte. El mundo va hacia un costado práctico y desechable, pero antes los pintaban artistas. No soy coleccionista, pero tengo varios guardados. Me gustan las antigüedades de demolición.
CIRUGÍAS, TATUAJES Y FRACASOS
–¿Qué es lo que menos te gusta de tu cuerpo? ¿Te harías cirugías?
–Nunca me gustaron mis rodillas. No tengo nada en contra de la cirugía, pero hoy no es mi plan. Estamos en un momento de transición importante para nuestro género que tiene que ver con disfrutar lo que nos toca de forma presente. Me reconozco como la persona que soy, con la edad que tengo.
–¿Por qué borraste el tatuaje de tu tobillo?
–Borré la mitad. De chica me creía punk y me hice una cadena de espinas, de grande lo convertí en una flor de loto, pero no quedó bien. Y me complicaba para actuar. Voy a borrar el resto, aunque es bastante doloroso.
–¿Alguna palabra o frase de cabecera?
–Libertad.
–¿Estado de tu alma?
–En construcción. Pero creo que voy a estar siempre así: en busca de mi mejor versión.
–¿Qué cambiarías de vos?
–Quisiera respirar más conscientemente. Me haría conectar mejor con mi interior. A veces entro en una vorágine que no me permite disfrutar de muchas cosas porque estoy cansada o no tengo tiempo. Me cuesta desacelerar.
–Si pudieras elegir que algo o alguien volviera...
–Cuando alguien se va, ya está, era su momento. Los que quedamos sufrimos pero es egoísta porque no dejamos que parta. Intento trabajar la aceptación, me ayuda a estar en el presente. No le tengo miedo a la muerte, pero sí al sufrimiento y al deterioro. Me gustaría ser una vieja canchera pero estar bien de salud; si no, no tiene sentido.
–¿Sos religiosa?
–No, pero sí espiritual. Siento que somos todos parte de una misma energía, estamos conectados. Me indigna y avergüenza que somos la única especie destructora del planeta. Creo en la energía, en la alineación de los planetas, en la astrología.
–¿Dónde te gustaría vivir?
–En donde vivo, me encanta Argentina, con todo su caos. Amo Uruguay, me encanta reencontrarme con mis orígenes, con mis padres, los olores de la rambla, la playa. Siempre tuve casa de descanso en Uruguay.
–¿Tenés muchos o pocos amigos?
–Pocos y valoro la incondicionalidad. Con los años aceptás que hasta las personas que más querés pueden equivocarse, alguien que te quiere no va a dañarte a propósito.
–¿Qué talento te hubiera gustado tener?
–Me hubiese encantado bailar “wow”.
–¿Qué es el fracaso?
–De chica lo relacionaba con lo laboral y eso genera frustración. Cuando vas creciendo te das cuenta de que eso es un momento. Hoy, el fracaso es desconectarme de mí como mujer, de tus emociones, tus tiempos y tus necesidades. A veces como madre ponés la libido ahí y decís: “¿Dónde quedé yo?”. No sé si es fracaso, pero sí una batalla diaria.
–¿Qué fue lo último que cocinaste?
–Un budín de banana para una merienda de la escuela. Además, vienen un montón a casa los amigos de Ata.
–¿Un regalo que te haya sorprendido?
–Ata tiene una máquina de escribir chiquita, antigua, y me escribió una carta antes de que me viniera estos días a Uruguay.
–¿Qué hacés en tu tiempo libre?
–Estoy en casa, en el jardín, salgo a andar en bici con Ata, vamos al cine. Se acaba de estrenar Las Rojas, un western que filmamos en Mendoza con Mercedes Morán, dirigidas por Matías Lucchesi. Y fuimos con Ata. Es la primera película mía que vemos juntos y fue alucinante.
–¿Que te disgusta?
–Levantarme temprano, porque me acuesto tarde. Dormir poco no es recomendable y, además, el humor… [Se ríe].
–¿Perfume preferido?
–Voy cambiando y uso sólo para ocasiones especiales, no uso a diario.
–¿Algún vicio?
–El chocolate amargo, ¡me puedo comer una caja de bombones entera!
AGENDA COMPLETA
–¿Qué personaje te gustaría interpretar?
–Me encantaría hacer la vida de Juana de Ibarbourou, pero también me gustan los personajes más cercanos, y alguna comedia. Ahora está en cartel Las Rojas y se estrenó Iosi, el espía arrepentido (Amazon Prime), un thriller de suspenso que habla de los dos mayores atentados que sufrió Latinoamérica, que son el de la Amia y la Embajada de Israel, y donde encaro una villana, aunque intenté encontrarle algo de humanidad. Y en el segundo semestre, además del estreno de Santa Evita, voy a conducir Mask Singer (Telefe), que será mi debut como conductora en Argentina (conduce Got Talent en Uruguay), y voy a filmar con Fernán Mirás.
–¿Hay algo que no se sepa de vos?
–¡Claro, pero no lo voy a decir!
Agradecimientos: Rosario San Juan y Luli Gemelli (producción y estilismo), Fernando Castillos (maquillaje), Diego Alfonso (peinado), Mary Naor (asistente de producción), Diego Hematoma (asistente de fotografía), H&M Innovation (look rosa), Fahoma (accesorios), Luciano Marra (botas)
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