Tras su proclamación, se publicó una biografía autorizada del primogénito y sucesor de Margarita II
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Tres días después de su proclamación como Rey, el pasado domingo 14 de enero, Federico X de Dinamarca (55) sorprendió con la publicación de su biografía autorizada, titulada Kongeord (‘Palabra de rey’), en la que reflexiona, entre otros temas, sobre su agitada juventud y el malestar que en aquella época le generaba su condición de príncipe heredero; la complicada relación con su padre, el príncipe Henrik (quien murió el 13 de febrero de 2018) y la familia que formó junto a la australiana Mary Donaldson. Basado en las conversaciones que mantuvo Federico con el autor, Jens Andersen, durante 18 meses, el libro se envió a la editorial Politikens Forlag la noche del 31 de diciembre, cuando la reina Margarita anunció su abdicación al trono, y se mantuvo en secreto hasta el día de su lanzamiento, el miércoles 17 de enero. Enseguida se convirtió en un éxito en ventas en su país de origen, con un promedio de 25 ejemplares adquiridos por minuto, y un valor de 250 coronas danesas (36 dólares). “Ahora soy la persona que soy. Haré todo lo que esté en mi mano para cumplir como rey de Dinamarca”, asegura en sus páginas el flamante soberano, que cuenta con altos índices de popularidad entre su pueblo.
EL PESO DE LA CORONA
Durante su adolescencia, Federico vivió con mucha angustia su destino de príncipe heredero. “Sólo quería ser como los demás chicos de mi edad, y durante muchos años llamarme rey era algo que no deseaba en absoluto”, recuerda en su biografía. El hecho de pensar en alcanzar la mayoría de edad y convertirse en el heredero oficial del trono lo percibía “como el fin del mundo”, porque significaba que “todo lo divertido y emocionante se acabaría”. “Afortunadamente, no fue así”, aclara. En su juventud, Federico le trajo varios dolores de cabeza a la reina Margarita: se ganó el apodo de “príncipe turbo” por conducir con exceso de velocidad –incluso, a sus 24 años, fue detenido por ese motivo–, era un aficionado a las fiestas y se lo conocía, también, como el “heredero casanova” por su interminable lista de novias.
UN PADRE “MUY PATRIARCAL”
Las grandes mujeres de su vida fueron las que ayudaron a Federico a aceptar su lugar en la corona danesa. Según relata en su libro, su abuela materna, la reina Ingrid, fue un gran pilar para superar sus temores y sus ganas de “empujar o golpear” a sus compañeros de clase cuando le recordaban su futuro en la monarquía. En ese sentido, el primogénito de Margarita cuestiona la figura de su padre por no apoyarlo lo suficiente en el camino de su preparación para convertirse en rey. Henrik, que en 2016 se retiró de la vida pública y renunció a su título de príncipe consorte, siempre renegó de que no se le otorgara el título de rey consorte, y nunca aceptó su rol secundario en la corte danesa, donde su hijo ocupaba una posición más alta que la suya. “Mi padre era muy patriarcal e intentó transmitir ese modelo a sus dos hijos”, asegura Federico, y reconoce que fue su mujer de origen plebeyo, Mary, quien le enseñó a tener una perspectiva diferente.
SU GRAN COMPAÑERA
“Aprendí mucho al tener una mujer que, de vez en cuando, me recuerda que no siempre tengo razón, y que mis palabras no son ciertas automáticamente sólo porque soy el hombre de la casa “, reflexiona el soberano sobre el rol de Mary de Dinamarca (51) en su vida. Los actuales Reyes se conocieron en un bar en Australia durante los Juegos Olímpicos de Sídney, en el año 2000. Para el entonces heredero fue un flechazo, tanto que sintió como si hubieran “intervenido poderes superiores”. En las páginas de su biografía, Federico describe a su mujer como su “compañera y mejor amiga”, con quien mantiene una “dinámica estupenda” de pareja. “Me en cantan el matrimonio, mi mujer, nuestros hijos y toda la felicidad que surge de las personas que consiguen permanecer juntas y perseverar”, resalta sobre la Reina, con quien considera haber llegado a un “punto estable” en su vida juntos.
Muy apegado a sus cuatro hijos, el príncipe heredero Christian (18), Isabella (16) y los mellizos Vincent y Josephine (13), el soberano revela el ritual que él y Mary compartían con los chicos antes de acostarse, cuando eran más pequeños. “Siempre rezábamos juntos la oración de la noche”, cuenta, y agrega que los benjamines de la familia todavía se lo piden. “La oración es una expresión pequeña, pero viva de nuestra fe”, asegura el Rey quien, paradójicamente, recuerda cómo su madre debía insistirle para ir a la iglesia.
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