La heredera dejó su carrera de modelo para concretar el sueño de dedicarse a la cocina
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Tenía 22 años y una prometedora carrera como modelo. Sin embargo, no bien desembarcó en Australia, Chiara Sieburger (24) entendió que su destino podía estar lejos de las pasarelas. “Tengo un gran legado en el mundo de la moda. Mi abuela Tini (De Bucourt, 72) fue modelo y mi tía Cecilia (51), también. Por eso, encontrar una nueva profesión más allá de ese ambiente fue un gran descubrimiento para mí”, explica Chiara, quien desde el año pasado se luce como cocinera en un restaurante en Marsella, Francia.
−¿Cómo surgió la idea de irte a Europa?
−Meses antes de la pandemia decidí unirme a la aventura de una amiga y sumarme al programa Work and Travel en Australia. Me fui sin un norte muy claro, sin mucho plan. Nunca me voy a olvidar de la sensación de felicidad por saltar a ese vacío. [Se ríe]. ¿Viste cuando sentís esa mezcla de miedito con adrenalina? Bueno, todo eso junto me pasó en ese viaje. Me acuerdo que nos miramos con mi amiga arriba del avión y nos preguntábamos medio nerviosas: “¿Cómo será este año?, ¿qué cosas descubriremos?, ¿cómo terminará?”.
−¿Era una suerte de “dejarse llevar”?
−Sí, completamente. Soy de creer que cuando estás abierta a la vida y atenta a lo que pasa a tu alrededor, las oportunidades te sorprenden y suceden cosas mágicas. Y está en una misma saber identificarlas y animarse a vivirlas.
−¿Cómo llegaste a la gastronomía?
−Mi primera experiencia fue en Australia, en las afueras de Sídney, en un restaurante italiano. Primero trabajé como mesera y fui un desastre. [Se ríe]. Como en Buenos Aires hacía tortas y cocinaba algo, me probé con el chef. Así empecé y enseguida me di cuenta de lo mucho que me gustaba la cocina, eso que siempre había visto como un hobby podía ser una profesión y esa idea me alucinó.
−¿Qué es lo que más te atrae de la cocina?
Por un lado, tiene un costado estético y de mucho diseño. Hay un lenguaje que tiene que ver con componer y mezclar texturas, colores, tamaños que me encanta. Además, me gusta la adrenalina que produce, porque estás corriendo todo el tiempo y porque además el momento del postre es siempre de alegría. Si querés darle gracias a alguien, le hacés un brownie y es un mimito, un regalo al corazón.
−¿Y de Sídney te fuiste a Marsella?
−No, antes pasé por un pueblito australiano, muy canchero, que se llama Byron Bay. En ese lugar aprendí todo sobre la organización, la limpieza y el tiquetado en la coci-na. Después me fui un tiempo a Berlín y ahí me recomendaron un restaurante en el sur de Francia. Entré a la página, subí mi CV y me llamaron. Me fui sola con una valija y otra vez ese miedo de empezar algo nuevo. Hoy no sólo estoy aprendiendo muchísimo, sino que además la estoy pasando bomba.
−¿Cuál es tu sueño máximo?
−No me animo a soñar tanto. Prefiero dejarme llevar y escuchar mi intuición. Todavía no me considero pastelera, pero sí me encantaría poder serlo algún día. Me falta un poco de carrera, aunque estoy aprendiendo.
−¿Qué te enseñó esta experiencia?
−A no dejarme llevar por el qué dirán y a no tener miedo a hacer lo que me gusta. Hay que ser valiente para ser fiel a lo que una siente; eso me lo enseñó mi abuela Tini.
−¿Siempre hablás con ella?
−Ya desde chica establecimos un diálogo muy lindo, ella fue quien me alentó siempre a no renunciar a lo que me hace feliz y a jugármela. Para mí fue muy importante el momento en que me senté a hablar con mi abuela y le dije que no quería seguir con mi carrera de modelo. Me dijo: “Te felicito porque podés darte cuenta de que eso no es lo que querés”.
−¿Cómo es tu relación con Tini?
−Yo siempre digo que Tini es mi abuelaamiga. Hace poco me fue a visitar a Francia y volvió a demostrarnos a todos lo vitalísima que es. La gente se sorprende con su onda. Con ella hablamos de todo, de nuestras familias, del amor, de sexo… Es una mujer increíble.
−Tu visita a Buenos Aires también fue para acompañarla en un momento delicado: Tini contó en Instagram que le encontraron un tumor en el ovario izquierdo.
−Sí, lo comparte en sus redes sociales para mostrar que se puede vivir un desafío como el que le toca a ella con otro espíritu, más positivo. Es muy fuerte ver a Tini físicamente tan frágil, de repente. La conozco vital y me costó encontrarla más vulnerable.
−¿Qué recordás del reencuentro con ella?
−A las dos nos hizo felices vernos y, sobre todo, abrazarnos. Necesitábamos ese contacto físico. Todo lo que le pasa lo vive como un aprendizaje. No se rinde y es un ejemplo para mí. Ese es otro de sus legados.•
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